#2: Todo cuervo tiene su jaula

617 50 1
                                    

Casi tres meses después de haber entrado el orfanato y dos de conocer a mi nueva familia sin lazos de sangre, las cosas habían cambiado un poco. Las palizas ya no eran tan frecuentes, porque solíamos estar siempre juntos los cinco y eso delimitaba un poco a los demás. Entre el cerebro de Ruki y la fuerza sobrehumana de Bear, era difícil que nos separasen. Kou, Azusa y yo no nos quedábamos atrás: sabíamos escondites perfectos y trucos para despistar a los que nos perseguían. Éramos una máquina bien engrasada, donde cada pieza complementaba a la otra de lo lindo. 

Por supuesto, no me dejaron volver a ocultarme. Una noche salimos al patio trasero, donde encendimos un pequeño fuego al que arrojé el pañuelo y las gafas. Tras esto, o los que antes me vapuleaban ni se acercaban a mí, como las cuidadoras, o les servía como excusa para odiarme aún más. Esto afectó al grupo entero, ya que les acusaban a los chicos de estar afiliados con una bruja. 

Nos empezó a dar igual. Nos teníamos a nosotros, ¿qué más daba? Era todo lo que necesitábamos. 

Como no éramos hermanos de sangre, no pasó mucho hasta que empecé a tener distintas perspectivas de cada uno: veía a Ruki como el padre que nunca tuve, a Kou como el hermano mellizo y bromista, a Bear como el mejor amigo al que le puedes confiar cualquier cosa... y a Azusa como esa persona que quieres tener a tu lado para siempre.

Sí, estaba empezando a gustarme ese pequeño masoquista de habla lenta. Él también era diferente conmigo, se acercaba más a mí que a los chicos y conversábamos más. Supongo que esto es lo que se denomina "primer amor de niños", pero aunque fuésemos unos críos se me ponía la piel de gallina cada vez que me agarraba la mano o me abrazaba dormido. Como sólo había dos literas, decidí dormir con él en la parte de abajo, con Bear encima de nosotros. En la de enfrente, estaban Kou abajo y Ruki arriba. 

Gracias a eso, tardé poco en descubrir que a Azusa no le gustaban las tormentas, los rayos lo asustaban y el retumbar de los truenos lo ponía muy nervioso. Cuando eso pasaba, yo me quedaba despierta hasta que se dormía de nuevo, y muchas veces hasta me desvelaba. Pero como era por él, no me importaba. Igual con mis otros hermanos, daría lo que fuera por ellos y sé que al revés lo mismo.

Sin embargo, no todo dura para siempre...

******************************************

- ¿Qué?- no pude creérmelo. Un día que se suponía debía ser como cualquier otro, para Ruki era el momento de abandonar aquel infierno. 

- Escaparemos esta noche- dijo, completamente decidido-. Nos iremos muy lejos de aquí y no nos podrán encontrar nunca más.

- Pero... ¿Y si nos siguen?- aventuré, asustada-. Seguimos siendo pequeños, no seremos más rápidos que...

Ese brillo repentino en los ojos de Ruki alteró la situación. Azusa se dio cuenta antes, y se interpuso en el camino de la mano del mayor sobre mí, recibiendo él la bofetada. Debió ser fuerte, ya que el pobre se desmayó. 

- ¿Por qué has hecho eso?- lo recogí en la caída, mirando a Ruki enfadada.

- Iba para ti, pero bueno- replicó como si nada.

- Ruki, es una locura, nos alcanzarán- dudó Bear.

- Tendremos ventaja. Nosotros cuatro despistaremos a las cuidadoras, y tú abrirás la puerta de atrás. 

- Si lo hacemos así...- meditó Kou-. Hay una oportunidad.

- La única.

- Yo retendré a los adultos- me rendí. Estaban dispuestos a hacerlo, no podía quedarme atrás-. Soy rápida, salid sin mí. Os seguiré más tarde.

Esos malditos juegos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora