Los días pasaban volando para los dioses. Estaban plenamente decididos a encontrar a su mejor luchador, y eso requería de una sabia búsqueda y selección.
¿Qué se necesitaba para ser un Elegido? Lo único importante era su personalidad y mentalidad, claves a la hora de cualquier situación. Aspectos como la fuerza, rapidez y velocidad no servirán de mucho puesto que todos tendrán ese tipo de habilidades en un nivel similar, para no recurrir a una desventaja innecesaria para alguno de los dos bandos.
Por otro lado, estaba el inconveniente de que muchos semidioses no están interesados en ser unos héroes o unos asesinos. Muchos sólo quieren vivir su vida. Para buena suerte de los Dioses, siempre existen esas almas ambiciosas y siniestras dispuestas a arriesgar todo. Ahí es donde debían enfocar su rastreo.
Semanas más tarde todos los Dioses tenían a sus Elegidos con los que ya habían conversado lo suficiente, por lo que ya se podía realizar un acto muy importante: el nombramiento. En él los electos serán llevados al Olimpo mediante los distintos poderes que pueden permitirse las divinidades. Luego, se les hará un juramento en el que prometen cumplir con su misión y ser fieles a su Dios designado. Posteriormente los dos bandos se reunirán para presentarse y evaluar posibles tácticas y por último, se ubicarán en distintas partes del mundo donde podrán dar comienzo a la batalla por la humanidad.
—Bienvenidos al Olimpo, realicemos el nombramiento rápido. No puedo esperar para ver como se matan —inició Zeus con excesiva frialdad.
—Guau, les diste una bienvenida muy acogedora. Seguro que ahora están más relajados —bromeó Poseidón mientras algunos Elegidos soltaban una carcajada.
—Eres demasiado sarcástico, Dios de los Mares —respondió Zeus—. Comencemos con la ceremonia de una vez —tomó un respiro y se dispuso a dar su discurso—. Semidioses, ustedes han sido los Elegidos por los dioses para luchar ya sea con o en contra de la humanidad. Como seguro les habrán dicho, se les dará un poder divino que los caracterizará. Antes que nada, deben jurar solemnemente seguir las órdenes de su Dios y pelear hasta el último segundo de sus vidas, o sufrir una eternidad en el inframundo junto a Hades —amenazó con una sonrisa maligna y siniestra.
—Sí, lo juro —repitieron todos los Elegidos al unísono.
—Los Dioses a partir de éste momento no podrán interferir en el camino de los Elegidos, aunque está permitido conversar con ellos. Quién interfiera será fuertemente sancionado. ¿Quedó claro, Dioses del Olimpo? —interrogó una vez más Zeus.
—Sí —respondieron todos con desgano.
—¿Alguno quiere acotar algo al respecto?—preguntó a sus dioses con recelo.
—Tengo náuseas. Creo que comí demasiadas albóndigas —dijo Poseidón como si fuera algo normal. Zeus evitó el comentario y prosiguió con su discurso.
—Entonces sólo me queda una duda que resolver, ¿tienen lo que hace falta? Lo descubrirán en el campo de batalla que será su tan preciada Tierra. A partir de este momento sus poderes serán otorgados. Elegidos, hablen con sus Dioses, reúnanse con sus aliados, regresen a sus tierras, porque mañana comienza la batalla —finalizó Zeus con una voz desafiante y alentadora.
¿Vencerán los defensores de la humanidad o caerán muertos en las trampas de los asesinos?
Solo hay una manera de saberlo: enfrentándose.
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Elegidos: Batalla por la humanidad
ПриключенияLos dioses del Olimpo están divididos. Una mitad quiere acabar con los humanos para introducir un nuevo ser vivo en el planeta, mientras que el resto se opone ciegamente a la propuesta. Zeus, rey de los dioses, determina que cada dios deber...