Narra Angelo:
¿Qué demonios fue eso? Todo el depósito comenzó a temblar, como si de un terremoto se tratara. No lo entiendo.
Me teletransporté a la base de mis aliados. Todos me miraban expectantes de respuestas.
—¡Angelo! ¿Qué fue lo que pasó?—me gritó Atenea al ver mi cara de desconcierto.
—Ares me había propuesto dialogar contigo, pero cuando intenté responderle el edificio empezó a sacudirse. Creí que lo mejor era salir de ahí.
—¿No sabes a que se debió el sacudón? ¿Acaso no se te ocurrió echarle un vistazo?—dijo Atenea molesta.
—No, entré en pánico. Si quieres puedo ir a verlo ahora—respondí incrédulo. Atenea asintió.
Una vez más, me teletransporté a la puerta del depósito en Washington para ver que sucedía.
Esto es realmente impresionante. Los Dioses y sus hijos, batallando con sus poderes ante su único y gigantesco enemigo: Zeus.
Ahí está el Rey de los Dioses. Del tamaño de un ser mitológico, está luchando con todo lo que tiene y por ahora parece que se llevará la victoria.
Debo volver ya, necesitan ayuda.
...
Un segundo más tarde, aquí estoy de nuevo con mis amigos. Mi poder es algo tragicómico, ¿no creen?
—Es Zeus batallando contra todos los Asesinos. La escena era realmente asombrosa —dije ante la atenta mirada de mis colegas. Sus rostros cambiaron por completo.
—No esperaba que fuera a encontrarlos tan pronto, y menos que el día de esta gran batalla sea hoy. Creí que teníamos más tiempo—respondió Atenea.
—¿Acaso vamos a ir a ayudarlos?—preguntó Félix.
—Así es. Ese fue el plan desde un principio, como Angelo intentó comunicarles a los Asesinos—contestó la líder de los Defensores.
El resto se mantenía en silencio. Estaba claro que todos querían luchar, pero también sabían que habría muertes en combate. Vencer a Zeus no será cosa fácil.
Por mi parte, no tengo nada que temer. Pasará lo que tenga que pasar. Si vivo, genial. Pero si muero, lo haré dignamente junto a mis compañeros.
—¿Están listos? Ya es la hora de la Batalla—dijo Atenea. Todos asintieron con firmeza.
—Angelo nos llevará a la escena uno por uno, hasta que los nueve estemos allí. Confíen en sus poderes, y confíen en su equipo. Ellos los defenderán con honor—afirmó Sophie, segura de sí misma.
—Sean valientes. Peleen en equipo, apoyándose en las fortalezas de sus compañeros y resguardando sus debilidades. Sé que no será una misión fácil, pero nuestro objetivo sigue siendo el mismo que cuando comenzó la Batalla por la Humanidad: salvar a la humanidad. Algunos de nosotros posiblemente morirán, quizás incluso yo. Pero eso no debe ser un factor que deba bloquearlos. Luchen con sangre, ganas, sus propias almas. No hay nada que pueda vencer semejante fuerza. ¡Hacia la victoria, Defensores! Hagan valer su título—concluyó Atenea con una motivación incomparable.
Inspiré profundamente, sabiendo que el momento de la Batalla estaba próximo a hacerse real. Nos equipamos de todo lo que nos hiciera falta, aunque lo que en realidad necesitamos son los objetos que Hefesto puede forjar.
—Angelo, lleva primero a los Dioses. Luego vienes por nuestros hijos —dijo Atenea.
Atenea iba a ser la primera. Tardé diez segundos en llevarla hasta donde estaban los Asesinos y Zeus luchando.
Luego el proceso se repitió, una y otra vez. Mi padre me dio un fuerte abrazo y me dijo lo mucho que lo enorgullezco.
Solo unos minutos más tarde, los cinco Dioses y cuatro semidioses Defensores estaban en el área. El primero en notar nuestra presencia fue Ares, quien se volteó rápidamente.
—¡Ya empezaba a pensar que nos habían traicionado!—vociferó Ares, moviéndose rápidamente.
—¡Colegas, despliéguense! ¡Qué alguien busque a Hefesto o su hija! ¡Necesitamos armas poderosas! —exclamó Atenea—. Nos volvemos a encontrar, Ares.
—Por primera vez desde que tengo memoria estamos peleando en el mismo bando. Gracias por venir—contestó el líder de los Asesinos.
Que comience la Batalla.
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Elegidos: Batalla por la humanidad
AdventureLos dioses del Olimpo están divididos. Una mitad quiere acabar con los humanos para introducir un nuevo ser vivo en el planeta, mientras que el resto se opone ciegamente a la propuesta. Zeus, rey de los dioses, determina que cada dios deber...