Posesivo :: Andy Biersack.

[12]

–Buenas noches Elsa, que descansé —bese su mejilla despidiéndome— y una vez más gracias. —sonreí agradecida.

–Que no es nada cariño, recuerda que ya eres parte de la familia. —me dedico una sonrisa y se fue a su recámara.

–Debes tener sueño, vamos. —hablo Tyler.

Subimos a la habitación de Tyler y ahí me presto una camisa de él para dormir.

–Puedes cambiarte aquí, yo me cambiare en el baño. —sonrío.

Entro al baño y me deshice de mi ropa, excepto mi ropa interior. Me puse la camisa que llegaba debajo de mi trasero.

–¿Ya te has vestido? —pregunto Tyler desde el baño.

–Si, puedes salir.

Tyler salió del baño solo con pantalones de pijama, sonreí internamente al ver sus bíceps y su abdomen bien trabajado. Mire hacia otro lado para no incomodarle y que no se diera cuenta de que lo miraba.

–Siento incomodarte si quieres puedo ponerme una camisa. —me miró sonriendo de lado.

–No me incómodas, puedes quedarte así. —lo mire.

Sonrío y me miró de pies a cabeza.

–Vayamos a dormir. —dijo mirándome aún.

Cerró la puerta con pestillo y apago las luces.

Me acosté en la cama del lado izquierdo mirando hacia la pared, Tyler imito mi acción acostándose del lado derecho. Ambos quedamos dándonos la espalda, Tyler nos tapo con una cobija y susurro un "buenas noches". Después de eso caí en un profundo sueño.

•••

Sentí algo apretándome fuerte, abrí los ojos lentamente encontrándome con Tyler durmiendo tranquilamente, me tenía abrazada de la cintura contra el. Su rostro estaba muy cerca del mío, suspiré. Vaya que era demasiado atractivo, era todo un dios griego. Pero no podía a pesar de todo aún amaba a Andy, si no pensaba volver con él pero no iba a dejarle de amar así de la nada.

–Buenos días. —susurro Tyler.

Abrí los ojos y sentí como mis mejillas se ponían rojas de la vergüenza.

–Buenos días. —dije apenas de tanta vergüenza— ¿te he despertado?

–No, ya tenía más de 5 minutos despierto. —sonrío.

Sonreí apenada y con cuidado me levante de la cama.

Sentí como la mirada de Tyler me seguía, me puse roja una vez más.

Mierda, debía de dejar de sonrojarme tan seguido.

–¿Está bien si me ducho? —gire mi vista hacia el.

–Seguro —se levanto de la cama— ten —me pasó una toalla.

–Gracias —le dedique una sonrisa y me adentré en el baño.

Me deshice de las pocas prendas que llevaba y me metí a la ducha, abrí la llave de la regadera y me puse debajo del agua. Me quede debajo de ella sintiendo cómo caía sobre mi cuerpo, amaba ese sentimiento. Podría durar horas en la ducha gracias a ello.