Un día miserable más; ya sumaban siete en total. Una semana en esa casa, todos los días lloró y hoy no sería la excepción.
Esta vez lo estaba haciendo más intenso que los días anteriores, sería mejor si se quedaba sin lágrimas o si se ahogaba con ellas, si se quedaba sin voz de tanto gritar incoherencias, si moría por desesperación. Eso quería, porque era demasiado cobarde como para darle un fin a su mísera vida.
Un poco más abajo de él, en el sótano, un ser que había sido incapaz de dormir por una semana por dichos horribles lamentos, tapaba sus oídos con su almohada. Harto de todo, tiró la almohada donde pertenecía, pateó su cama y subió a la bodega haciendo el mayor ruido posible.
“Si esa persona hace ruido, yo también lo puedo hacer y que se asuste, no me interesa en lo absoluto, tal vez así deja MI casa”.
Movió la cerradura de la puertecilla, creando un ruido agudo y escalofriante cuando el hierro fue arrastrado por el cemento y lo enfrentó sin pensar en nada más que justicia.
—¡Tú, humano llorón y desconsiderado! ¿Cuál es tú problema?— hizo una pausa, la cual fue aprovechada por el otro para iluminar, rápidamente, la pequeña e incómoda habitación— Una semana... una semana es lo que llevo sin poder dormir por tu culpa, tengo una crisis nerviosa por tú y tus gritos horribles, por tus feas lágrimas y tu imagen tan rota que me parte el corazón.
Finalizó con lentamente y con un tono de sorpresa al ver, por primera vez, el rostro del intruso. ¿Cautivado? En este momento no había duda de ello, pero sin duda el otro no entendió nada.
—Bueno, no me veas de ese modo. El único que debería estar siendo juzgado con una mirada así, eres tú, yo he vivido aquí desde que se construyó esta casa, intruso.
¡Já! Pero claro, sólo eso faltaba, que sus familiares se burlaran de él; salió entre enojado y asustado de allí, necesitaba pensar en un reclamo bastante grande y con un tono amenazador para su tía. Es una broma de un verdadero mal gusto para venir de una señora de 70 años, pero ya ajustaría cuentas con ella.
—Tía soy yo, tú sobrino mayor, al que mandaste a tu antigua casa y le jugaste una broma muy tonta— así, y muy de mañana, empezó la llamada telefónica.
—¿Quién es?— dijo con su tono tranquilo y lento.
—Tía, soy Jimin.
—¡Jimin cariño! ¿Cómo van las cosas por allá? ¿Cómo encontraste la casa?
El joven respiró fuertemente y presionó el puente de su nariz para no desesperar.
—Bien, bien. Todo excelente. La cuestión es que ayer estaba... — hizo una pausa para pensar en algo— limpiando una especie de bodega, una que está bajo las gradas, estaba a punto de retirarme cuando alguien salió de la nada, me asustó y me dijo intruso y demás... ¿fue alguna especie de broma pesada? Porque yo vine para ayudar con la restauración y no creo que esta sea una manera de recompensar lo que voy hacer aquí.
Esperó, lo que le pareció una eternidad, la respuesta de su tía. Casi pensó que había colgado el teléfono mientras él le habló, pero no.
—¿De qué estás hablando? Una broma con la edad que tengo— ella empezó a reírse de lo ridículo que sonaba— ¿no será al revés la situación? Tu diciéndome esto... será mejor que trabajes rápido ahí para que no vuelvan a darte un susto.
—Lo siento tía. Pareció de verdad una broma, ¿pudo haber sido primo o hermano? Bueno, no importa. Entonces, ¿aquí no ha vivido nadie desde que se construyó?
—No... solamente dejamos una parte de nuestras pertenencias y nos pasamos de casa al segundo día.
Jimin tuvo una sensación de agua fría bajando por todo su cuerpo. Hay tres opciones: hay un intruso en la casa, fue una alucinación o lo que vio fue un fantasma. Miró con preocupación hacia el pasillo y tragó duro antes de seguir con la llamada.
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Presence [YoonMin]
Fanfic"Algunas veces creemos que queremos desaparecer, pero lo único que deseamos es ser encontrados" Min YoonGi y Park Jimin protagonizan esta historia. Esta historia se desarrolla en los años 1965 en una solitaria casa, bastante alejada de la civiliza...