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 EL martes por la tarde, se encontraban Bendelin y Matt, trabajando en el despacho de este primero, muy concentrados en un proyecto, cuando llamaron discretamente a la puerta.

-Muchas gracias, Hanna. Puedes dejar los cafés encima de la mesilla, junto a los sofás –dijo Bendelin, al escuchar el tintineo de las tazas con el balanceo del caminar de la mujer.

Matt levantó la vista y se sorprendió al encontrarse a una mujer menuda, pero de gran belleza. No sabía que Bendelin, hubiera contratado un ayudante para Hanna... Un momento, pero que tonto que llegaba a ser. Esa mujer la había visto antes, en el informe que le había entregado de Leslie Mckendricks. La foto no le hacía justicia. Y ahora entendía, por que iba tan loquito el pobre Bendelin.

-Siempre dando órdenes –dijo, soltando un profundo suspiro Leslie.

Primero se quedó quieto, tomó aire y levantó la mira para encontrarse a Leslie, con un vestido sencillo de punto color crema, a conjunto de una rebeca y llevando en sus manos, la bandeja del café.

-¿Qué?... –no supo que decir. Y sabía, que Matt encontraría aquello divertido.

-Buenas tardes, caballeros –dejó los cafés en la mesa-. Tengo entendido, que falta aclarar unos asuntos de trabajo, si no me han informado mal.

-Vaya, la niña tiene humor –soltó Bendelin, después de haberse recobrado por la sorpresa-. Matt, pon el pestiño a la puerta. No vaya a ser, que nuestra invitada se marche precipitadamente, sin llegar a tomarse el café. Y aquí, no queremos que eso ocurra. Nos gusta, que nuestros clientes se encuentren a gusto.

Leslie se sentó con gracia en el sofá y empezó a servirse el café, sonriendo al comentario del atractivo hombre.

-Tranquilo, no llevo zapatos deportivos –dijo enseñándole sus zapatos de tacón. Pero en lo que Bendelin se fijó, fue en sus piernas. Carraspeó un poco y se concentró en su rostro.

-Que yo recuerde, aún llevando zapatos de tacón huiste un par de veces. Así que más seguro echar el pestillo, que confiar en tus piernas –dijo en broma, sacándole nuevamente una sonrisa a Leslie.

-¿Bueno señores, entonces vengo en un mal momento?

-Sabe, tengo una curiosidad –se acercó con Matt a la mesilla, para servirse el café-. ¿No se enfada E.K., al no haber hecho ningún trato por el momento?

-No –dejó la taza en el plato-. Está perfectamente de acuerdo, en todo lo que yo haga. ¿Por qué si no, soy su representante?

-Eso, si es una buena pregunta –afirmó-. ¿Por qué? –la instó con la mirada a que le respondiera.

Matt se encontraba asombrado. Por la manera más rara de su compañero, de demostrarle que se sentía interesado en ella.

-Bueno, son cosas que ocurren... Pero verán, no tengo muchas ganas de hablar de ello. Solo he venido a traer el artículo y mirar cómo será su funcionamiento –planteó cortésmente.

-Sí, claro cómo no –dijo soltando un suspiro y mirándola por unos segundos intensamente a los ojos-. El caso, es que hoy no tenemos mucho tiempo... Y ya hemos puesto un artículo diferente, para sustituirlo por este mes. De manera, que agradezco mucho si visita, pero siento comunicarle que ha sido en balde... Ya la llamaremos, para el próximo artículo y ver así su funcionamiento.

Se quedó helada, por unos instantes. Aquello, fue un golpe bien bajo. Pero se recuperó enseguida, ya que no quería perder la compostura delante de él y parecer una tonta vencida.

Para Siempre  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora