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Matt entró en el despacho de Bendelin con unos bocadillos en la mano, interrumpiendo así el silencio que había en éste.

Ben se encontraba sentado en su sillón, sumido en sus pensamientos. Era raro que no estuviera molestando a su secretaria, por si había llegado ya Leslie Mckendricks.

-Buenos días –lo saludo alegremente, lanzándole un bocadillo-. ¿Se sabe algo ya de nuestra dama? –se sentó en el brazo del sillón que estaba enfrente del escritorio, y empezó a desenvolver su desayuno.

-No –contestó animadamente-. Aún no ha llegado. Que yo recuerde, quedamos para ésta mañana y aún quedan un par de horas para que sea mediodía. ¿Oye que te parecen mejor, tulipanes o violetas? –Matt se quedó a medio camino de morder su bocadillo.

-Muy bien, ¿quién eres tú y qué has hecho con mi amigo? –Preguntó levantándose y apoyando los dos brazos en el escritorio-. Aquí ocurre alguna cosa, de la cual no he sido informado. ¿Y bien? –preguntó, obteniendo tan solo como respuesta una sonora carcajada por parte del hombre.

En aquel momento, fueron interrumpidos por la aparición de una hermosa mujer de cabellos oscuros y ojos claros, Susana Van Holden. Pequeña y única hermana de Bendelin, que estaba prometida con su socio y amigo Matt.

-Hola gordita –la saludó cariñosamente, en cuanto Matt la hubo dejado de besar.

-Cariño, tu hermano está muy raro hoy. No se encuentra enfadado, por que la visita importante del día, no haya llegado aún. Y encima, me pregunta sobre qué tipo de flor me gusta más...

-No le hagas caso –sonrió-. Ya sabes, que tiene todas las papeletas para entrar en un manicomio –bromeó Bendelin.

-Muy gracioso, Ben –Matt abrazó a la joven-. Pero todo lo que te he contado es cierto –su hermana lo miró por un momento a los ojos, para después sonreír de forma pícara.

-Fácil, conozco perfectamente a mi hermano. Y esa mirada, solo la tiene cuando se encuentra con un proyecto entre manos que le atrae mucho. Pero ésta vez, ese proyecto le ha dado bien fuerte –comentó-. ¿Tengo que advertirle a mamá que es posible, que próximamente se oigan el repicar de campanas?

-Imposible –se aseguró Matt, que le interesase una mujer puede, pero que se encontrara posiblemente enamorado de ella, era un caso para archivarlo en Expedientes X.

-Os recuerdo, que esto es un despacho para trabajar y no para estar cuchicheando.

-Vaya –silbó Matt-, así que es posible que sea cierto. Ya que nos estas eludiendo, nuestra pregunta.

-Yo, no estoy eludiendo nada –les reprochó Bendelin, poniéndose un poco nervioso-, pero por que no os marcháis a otro lugar y así me dejáis tranquilo, para que pueda seguir trabajando.

La pareja se marchó, dejándolo solo. Estaba mejor ahora, esos dos tortolitos solo hacían que darse arrumacos y no conseguía concentrarse estando presente.

Respiró hondo y se alisó la falda, intentando calmar los nervios por la entrevista que iba a realizarse, en cuanto la puerta del ascensor se abriera en la planta del señor Van Holden.

Si ese machista presuntuoso intentaba alguna cosa, se le iba a caer el pelo. Estaba completamente segura de que intentaría camelársela, para así robarle información. No sabía él, el tipo de rival que podía llegar a ser ella. Una poco más segura de sí misma, las puertas del ascensor se abrieron mostrándole una grande y soleada habitación. Que quería esperar una, de un edificio de cristal y que se hallara en el decimoctavo piso, en un día tan soleado como aquel. A mano izquierda había una rinconera color crema, con una mesilla de cristal y un largo corredor, en donde suponía que habría despachos. Y a su mano derecha, se encontraba un enorme escritorio de aluminio plateado y dorado. Detrás de aquel moderno diseño, se hallaba a una hermosa mujer entrada en edad, con el cabello canoso y aspecto cariñoso. Y al lado de ésta, dos puertas una al lado de otra. Supuestamente, una de aquellas puertas era la guarida del lobo.

Para Siempre  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora