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-Bendelin me ha propuesto que me vaya a vivir con él -por fin, deseaba poder decírselo a alguien, para que la ayudara en su respuesta. Aunque ya lo sabía desde el primer instante.

-¿Cuando? -preguntó Laura sorprendida. Era la única que sabía que ellos dos se habían visto en algunas ocasiones.

-El otro día -respondió, mientras cogía un bote de galletas del armario de la cocina.

-¿Fue nuevamente un encuentro casual? ¿No hubo ninguna riña? -volvió a preguntar.

-No, no fue ningún encuentro casual -sonrió mientras le señalaba uno de los jarrones que contenía las rosas que Bendelin le había regalado-. Más bien, fue una cena planeada en su casa.

-Vaya, vaya... ¿Y bien? -le urgió a que le contestara, mientras mordía una galleta de chocolate.

-No lo sé -dejó escapar un profundo suspiro-. Sabes que lo quiero mucho... -Pero crees que él no, verdad.

-No es que lo crea, es que lo sé -dijo secamente-. Él me lo ha propuesto, por que también quiere al bebé y desea lo mejor para él. Y en cuanto sus deseos hacia mí, son los mismos de siempre...

-No me lo digas -intervino-. El deseo de llevarte a la cama. -Cierto y no me vengas, con que ya lo ha hecho...

-Pero tal vez quiera hacerlo nuevamente, por que como es un playboy empedernido no acepta la idea de que no recuerdes nada de aquel momento... -bromeó.

-Te crees muy graciosa, verdad.

-Si -se rió-. No venga, ahora en serio. ¿Qué piensas hacer?

-Lo que ya sabes -sonrió esperanzada-. Aceptar su propuesta y tratar de conquistarlo.

-Me encantaría poder observarlo todo desde la primera fila... Pero no creo que sea muy ético, que digamos.

-Laura...

-Qué -sonrió-. Solo te deseo lo mejor y te recuerdo que las velas en el dormitorio son muy...

-¡Laura! - la intentó acallar entre risas.

-Pero si es verdad -se defendió riéndose a carcajadas.

En aquel momento sonó el timbre de la puerta, extrañando a las dos jóvenes por que no sabían quién podía ser aquella hora de la tarde. Leslie se levantó de la silla y fue con paso tranquilo abrir la puerta de la entrada, que nuevamente volvía a sonar el timbre.

Estaba un poco nerviosa. Por que tal vez quien llamaba era Bendelin que venía a pedirle que le diera una respuesta, por que pensaba que cuarenta y ocho horas eran más que suficientes para pensar una respuesta. ¿Que le diría cuando aceptase su propuesta? Sonreiría y la levantaría en brazos, diciéndole lo mucho que la quería... Tonterías.

-¡María! ... -estaba más que sorprendida. Delante de la puerta se encontraba la madre de Bendelin cargada con muchísimas bolsas de compra, y una enorme sonrisa en el rostro.

-¡Hola querida! -sonrió pasando hacia el recibidor y dejando las bolsas un momento en el suelo, para quitarse el abrigo y dejarlo en el perchero, que había a un lado de la pared-. Espero no molestarte, pero veras tenía unas ganas enormes de traerte un par de cositas que le he comprado al bebé.

-No, no claro usted siempre es bien recibida en esta casa -aún no salía de su asombro-. Pero pase al comedor, estoy con una amiga...

-Oh, si quieres me marcho y vengo en otro momento -se giró y habló un poco avergonzada.

-No, Laura es mi mejor amiga y me gustaría que la conociese -sonrió, mientras se agachaba y cogía un par de bolsas-. ¡Laura! -la llamó

-Leslie -la regañó la mujer mayor-, no deberías de coger ningún tipo de peso así que ya estas dejando las bolsas en el suelo.

Para Siempre  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora