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Solo hacía que escuchar murmuras a su alrededor. Eran muchas las veces que intentaba abrir los ojos, per le era imposible por que un gran cansancio pesaba sobre ellos. Y casi siempre, estaba sumida en un profundo sueño.


Notó como alguien descorría las cortinas para que entrara claridad. Consiguiendo por fin despertarla, y que pusiera valor para intentar salir de aquella oscuridad.


Se sentía confusa y desorientada. Aquella no era su casa, sino la de Bendelin. ¿Qué estaba haciendo allí? ... Volvió a cerrar por unos momentos los ojos, para poder concentrarse y lograr recordar.


"Escapó de Bendelin, saliendo a pasear a los perros con mal tiempo. Y por casualidad, acabó delante de la casa de él. Y solo recordaba que se encontraba muy cansada. Había sido una estúpida."


Respiró profundamente y volvió abrir los ojos. Se sentía cansada todavía, y tenía la garganta seca. No sabía bien, bien cuanto tiempo llevaba tumbada en aquella cama. Pero tenía que ser bastante, por que en el exterior brillaba el débil sol de invierno en Londres.


Escuchó como alguien caminaba por la habitación. Sus pasos eran sigilosos, pero con gran intranquilidad ya que no paraba quieto. Inclinó la cabeza hacia su derecha, y se encontró a Bendelin enfrente de la puerta del lavabo. Cogió aire en sus pulmones, por la sorpresa. Estaba vestido con la misma ropa que llevaba en su casa, cuando se marchó dejándolo solo. Lo único diferente que tenía, era que se le notaba barba y el cabello un poco revuelto... Pero estaba increíblemente atractivo. No supo qué, pero algo dentro de sí hizo que lo llamara...


-Bendelin...


No sabía que hacer. En cuanto hubo salido del baño y se encontró completamente solo en la casa, supo que algo no iba bien. El tiempo pasaba y ella no aparecía. Salía afuera de la casa y miraba por los alrededores, pero ni rastro. Y por si faltaba poco, amenazaba con un buen diluvio, y sabía que Leslie los temía.


Casi dos horas y media después, escuchó como su móvil sonaba. Aquello hizo que su alma se le cayera a los pies, por que sabía que era algo sobre Leslie, su corazón no solía equivocarse cuando tenía un mal presentimiento.


Era Helen, quien desde la otra línea trataba de hablar con él sin dejarse dominar por los nervios. Se extrañó mucho. No entendía por que le llamaba Helen. Pero en cuanto le mencionó que Leslie había aparecido en la casa, completamente calada y que se había desmayado, salió corriendo por la puerta.


Cuando llegó a la casa. Pedro salió a su encuentro informándole de que Helen se encontraba en aquel momento en su dormitorio con el doctor, que estaba haciéndole un chequeo a Leslie.

Subió corriendo al piso de arriba y entró sin llamar en el dormitorio. No se le olvidaría la cara de sorpresa que pusieron los dos, en cuanto les informó que Leslie era su esposa... Helen, se pensaba que vendría algún familiar con un bebé durante una temperad, al haber una habitación renovada para un bebé, pero nunca se hubiera esperado una cosa como aquella. Por suerte el informe de su médico, era que Leslie se encontraba muy agotada y que posiblemente había agarrado un buen resfriado. De manera, que tendría que hacer mucho reposo durante un buen tiempo al estar esperando un bebé.


Ya habían pasado diecisiete horas. Diecisiete horas, que se había pasado junto a ella en su habitación. A ratos, la miraba y hablaba. Cuando no, se quedaba dormido a su lado para transmitirle calor.


Eran cerca de las once de la mañana, y afuera ya no llovía. Así que decidió levantar las persianas, para que hubiera más luz en el dormitorio. Caminó un poco por la habitación, cuando le pareció escuchar su voz. A lo primero se quedó un peo parado, sin creer que había sido de verdad y no un producto de su imaginación. Pero cuando levantó la cabeza y miró a la cama, se encontró con la mirada cansada de su esposa. Rápidamente acudió a su lado.

Para Siempre  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora