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El lunes al medio día, Ben entraba en su oficina un poco más seguro. Acababa de ir a los juzgados a verificar si era bueno el certificado. Y por fortuna le enunciaron que era un hombre casado, en toda regla. Aunque la ceremonia se hubiera realizado de una manera un tanto extraña, como Bendelin les había explicado a sus abogados.

Bien, por el momento ya tenía algo que le animara un poco. Pero había algo que le desesperaba mucho. El tener que esperar una semana, para confirmar el embarazo.

-¡Qué has hecho qué!... –la puerta se abrió estrepitosamente, dando paso a un Matt muy alterado-. Acaba de llamarme tu hermana, contándome una historia rara, de que estas casado y probablemente seas padre, del hijo de Leslie... ¡En qué demonios pensabas, cuando fuiste en su busca, tío!

-Matt –lo intentó tranquilizar, hablándole con voz segura-, cálmate quieres. Ya hay bastante, con que el que se suba por las paredes sea yo...

-Entonces, lo que tú hermana me ha contado... –se acercó al sofá del rincón y se sentó en él.

-Es verdad.

-Nunca pensé, que para hacerte con ella. Fueras capaz de utilizar métodos como esos...

-EH, yo no tengo nada que ver en éste asunto afirmó Ben-. Fueron los chicos del pueblo, quienes nos hicieron tal jugarreta.

-Increíble –lo miró con preocupación-¿Cómo te encuentras?

-La verdad –confesó llevándose las manos a la cara-. Hecho polvo. Porque por una vez, que consigo su amor, se me escapa de las manos continuamente...

-Ya veo. ¿Y ella?

-Ella-sonrió-, tan testaruda como siempre. La verdad, es que a veces dan ganas de estrangularla –resopló con pesar-. Pues me dice, que si no está embarazada quiere el divorcio.

-¿Y si lo está?

-Ahí será mejor que no entremos –dijo con ironía-. La dama, asegura que estamos en las puertas del siglo XXI y que hoy en día, no hace falta...

-No sigas, ya me lo imagino –le sonrió-. ¿Quieres al bebé?

-Claro –aseguró inmediatamente-. Y a la madre también.

-Ya veo... –se levantó-, aquí no hay nada que pueda hacer.

-Cierto. Esto es entre la señorita independiente y yo.

-Bueno, pero podrías ayudare con tu madre y hermana –le sugirió maliciosamente, dejando a Bendelin pensativo en aquello último.

-Bueno –suspiró Rosana-, ahora habrá que empezar a comprar la ropa de premamá y la del bebé.

Ya había pasado una semana desde que había regresado del pueblo. Una semana de quebradero de cabeza. Su padre, ahora que se lo había pensado estaba muy contento. Porque había conseguido lo que quería. No de una forma que le hiciera mucha gracia, pero estaba casada y embarazada, como se lo había confirmado su doctora.

Nunca había pensado que le ocurriría aquello. Era la esposa del hombre que amaba y esperaba un hijo de él. Pero no había nada de amor...Éste solo sentía deseo por ella, algo pasajero. No sabía quehacer. Bendelin le había propuesto un trato. Tenía que vivir en su casa, hasta que el niño tuviera una cierta edad. Para que de esa manera pudieran vivir juntos, el crecimiento de su hijo. Después de ese tiempo, según como estuvieran las cosas entre ellos, si ella quería irse a vivir sola, podía hacerlo. Pero tendrían que mirar con quien se quedaría el niño y por cuánto tiempo.

-¿Leslie hija, te encuentras bien?

-¿Qué? –Se despertó de sus pensamientos, para atender a Rosana-. Sí, solo estaba pensando.

Para Siempre  COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora