Querido Phong:
Siempre agradeceré tu preocupación por mí, pero ¿a quién llamas enclenque niño llorón? Aunque admito que enclenque quizá sí lo era (y no sabes cuánto agradezco haber dejado de serlo), pero no era un llorón, por más que tú parecías disfrutar el fastidiarme, sobre todo al inicio de nuestra amistad.
¿Recuerdas cuánto disfrutabas verme rabiar hasta llorar cuando solo éramos unos chiquillos, aun cuando luego tu madre siempre te obligaba a pedirme disculpas?
Y sobre la impulsividad, ¿es que no recuerdas quién era el que provocaba a esos chicos y luego me arrastraba a ello, cuando yo estaba a punto de estallar ante sus burlas y, en especial, lo que pasaba cuando finalmente lo hacía?
Sin embargo, no debería quejarme. En esa época sí solía ser algo impulsivo, pero era solo un mocoso. Uno estúpido e impulsivo (aunque nunca tan estúpido e impulsivo como tú). Además, ¿al menos no gané un par de veces? Para un mocoso debilucho como yo lo era en aquel entonces, eso era algo de lo cual enorgullecerse.
Aunque, dejando esto atrás, lamento y me llena de rabia saber lo que ha sucedido en casa. Nuestros vecinos al igual que muchos son unos imbéciles. Se dejan llevar por el odio, por los prejuicios de una guerra sin razón, porque a pesar de toda esta guerra no tiene justificación. No creo ni creeré jamás que el patriotismo ni ninguna mierda de las que no dejan de decirnos puedan justificarla.
Y más allá de esto, lo que me preocupa en verdad es lo sucedido con Tuyen. Espero que las cosas no lleguen a más. Incluso temo imaginar qué podría ser de ella y, más aún, qué sería de ti si algo le sucediera a ella. Por eso, por favor, intenta pensar las cosas antes de dejarte llevar por más difíciles que estas parezcan.
Y con todo lo sucedido, ante situaciones así he empezado a pensar en que cuando todo se torna imprevisible y oscuro, ¿cómo debería reaccionar?
En realidad, no quería confesarte algo ya que fui yo quien te dijo que confiaras en que todo estaría bien (y en cierta forma aún confío en que lo esté), pero creo que desde ahora las noticias de mi parte tardarán en llegarte aún más que antes. Y es que ayer me informaron que seré enviado a Saigón. ¿Te suena ese nombre?
Obviamente sí. Sería imposible que no reconocieras el nombre del lugar del cual tus padres suelen hablar con tanta nostalgia. Después de todo, es el lugar en donde naciste.
Al saber esto pensé en que me confié demasiado en que los consejos de Arthur me ayudarían (¿o será simplemente cuestión de «mala suerte»?). Pero de qué serviría llenarme de dudas y temores; llenarme de resentimiento al saber que mis esperanzas de regresar pronto han sido totalmente destruidas.
Pero lo peor de todo es que aún no se lo he comentado a mi madre. No me atreví a escribirle sobre ello a pesar de que no quisiera mentirle. No quiero afectarla tan cruelmente antes de tiempo. Y sí, sé que se terminará enterando, pero, por favor, intenta apoyarme en esto. Si no puedo evitarle que se preocupe y sufra por mí, no quisiera arrebatarle aún las pocas esperanzas que tiene antes de que se lamente de esa manera.
¿Y sabes una cosa?
Al pensar de nuevo en todo esto, en mi traslado, en Tuyen, en mi madre, en ti..., me es imposible no sentir tanta frustración y rabia. Pero sé que esto no me ayudará en nada. Mi única posibilidad es aceptarlo, adaptarme y sobrevivir, y desde ahora esto será mi único objetivo. Porque planeo regresar a casa y esta vez, esto es en algo en lo que sí indudablemente deberás confiar.
Tu amigo,
Kenneth.
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El significado del deber
Historical FictionLos ideales, las causas, algunos objetivos, pueden teñir de sangre manos inocentes. El valor, la fe, los anhelos y la esperanza pueden resquebrajarse. Y cuando lo único que se desea es sobrevivir, lo que es correcto o incorrecto quizá no sea algo ta...