Querido Kenneth:
Recordar esa época en donde eras aquel niño enclenque y llorón (sabes que esto es cierto, aunque lo niegues) me trae tan buenos recuerdos de cuando empecé a tratarte (¿o debería decir a molestarte?). Recuerdos sobre esas peleas en las que admito solía arrastrarte y las travesuras por las cuales terminábamos castigados por semanas... Recordarlo me pone nostálgico. Pero actualmente ni esos buenos recuerdos pueden dejar de lado el agobio que sentí al leer tu última carta.
¡No puedo creer que te hayan trasladado a Saigón! ¿No hay forma de protestar de forma legal ante esto?
Últimamente he escuchado tantas historias sobre cómo la guerra la ha devastado. A pesar de todo creo que me gustaría saber cómo es el lugar en donde estás, más allá de esos comentarios. Por eso lamento el no tener recuerdos de allí. Era muy pequeño cuando mis padres abandonaron Saigón. Y aunque cuando niño siempre tuve curiosidad por conocerla, ahora con todo lo sucedido lo único que puedo sentir por Saigón junto a pena debido a lo que la han convertido, es una inmensa rabia al saber que has sido enviado allí para ser utilizado por los intereses de esta maldita guerra.
Y con todo lo sucedido, ¿aún me acusarás de pesimista, de que me cuesta confiar en ti cuando me dices que todo estará bien? ¿Aún crees realmente que todo estará bien cuando todo está tan jodido? Si aún lo crees, o eres muy optimista o muy estúpido. Y por desgracia, sé que a veces tienes tanto de ambos.
Y sobre tu madre..., no dudes que, aunque deteste mentirle, te apoyaré. Lo haré a pesar de que me cause culpa ocultarle semejante verdad, porque por más que desprecie ver sufrir a quien me ha tratado como un hijo más, no dejo de pensar en que por más duro que sea, una madre tiene derecho a conocer la verdad sobre el destino de su hijo.
Pero cuando leí parte de tus últimas palabras me llené de rabia porque no quiero que aceptes el ser usado en una guerra absurda. No quiero que planees adaptarte a convertirte en lo que ellos quieren. Pero sí hay algo que indudablemente quiero: y es que sobrevivas. Y esta vez, no deseo que me asegures de nuevo que todo estará bien. No te atrevas a hacerlo cuando no puedes cumplir esas absurdas palabras tan optimistas. Lo único que quiero, lo único que realmente me interesa, es que sin importar cómo, sobrevivas, que regreses a casa. Eso es lo único que quiero.
Inmensamente molesto y preocupado,
Phong.
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El significado del deber
Ficción históricaLos ideales, las causas, algunos objetivos, pueden teñir de sangre manos inocentes. El valor, la fe, los anhelos y la esperanza pueden resquebrajarse. Y cuando lo único que se desea es sobrevivir, lo que es correcto o incorrecto quizá no sea algo ta...