Capítulo 10

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S&K

Ellas estaban tardando. Los invitados se preguntaban entre ellos, el motivo de la demora.

Ordené a Miroku, para que fuese buscarlas.

— Tengo la certeza de que ellas están hablando y no repararan que ya está en la hora. – habló mi hermano en mis espaldas.

— Espero que tengas razón.

Caminé por la enorme sala, distrayendo las personas. Hasta que un guardia se aproximó a mí, preocupado.

— Su majestad, el general pidió que fuese a la habitación de su sobrina.

Sin esperar por ninguna explicación, salí seguido por mí hermano. Dejando muchos yōkais y humanos curiosos por nuestra salida repentina.

— ¿Qué es lo que pasa Sesshomaru? – cuestionó Inuyasha intentando acompañar mis pasos.

No le contesté, simplemente entré en la habitación esperando encontrar mi mujer y mi sobrina con algún problema de mujeres, pero solo si encontraba Miroku con la corona de Kagome en las manos. Sentí mi sangre helar.

— Su majestad... - empezó Miroku asustado.

— ¡¿Donde ella está?! – grité, exigiendo una respuesta inmediata —. ¿Dónde están ellas?

Vi como elo humano se alejaba de nosotros con miedo.

— Sesshomaru tin calma, debe haber alguna explicación. – dice Inuyasha lo más tranquilo posible.

Hice lo que me pidió con mucho esfuerzo, estamos hablando de mi compañera.

— ¡Habla Miroku!

— Cuando llegué a la habitación, solo encontré la corona de la princesa Kagome. – dice mostrando la corona — Y vi que una de las ventanas se encontraba quebrada...

Rápidamente Inuyasha y yo empezamos a buscar olores conocidos o no.

— Tenemos el olor de las dos, del Rey del Norte y otro que no conozco.

— ¡Naraku! – repetí furioso — Miroku, ordena a todos los guardias que procuren a las princesas, diles que fueron secuestradas.

Mi general asintió y desapareció para cumplir la orden, no sin antes entregarme la corona. La corona que mandé hacer solo para ella, oro puro con muchas piedras preciosas azules.

"¿Dónde estás Kagome?"

— ¿Su majestad tiene la certeza que la princesa fue secuestrada? – cuestionó un anciano en la entrada de la habitación.

Lo miré con odio, como si atrevía a decir tal cosa.

— ¿Cómo puede decir tal cosa? ¡Kagome no haría algo así, no secuestraria a mi hija! – interrogó mi hermano molesto, agarrando el cuello del anciano.

— No la conocemos, ella puede tener huido con la ayuda del rey del Norte...

No lo dejé terminar, agarré su cuello, con mis garras venenosas No permitiría que hablasen estupideces sobre mi mujer. El anciano empezó a tener dificultades en respirar.

— Su...ma...jes...tad... - me imploraba.

— Sesshomaru, no podemos perder tiempo con ellos. – me recordó Inuyasha.

Sin ganas lo solté, y caminé para la salida donde un sirviente ya me esperaba con mi espada. Poco me importaban mis invitados, lo más importante eran ellas.

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