Lo tiempo pasó, la aldea creció, y mi vientre también. Solo faltaba una semana para mi encuentro con los demás dioses.
Durante este tiempo casi todas las personas que antes vivían en el reino del Oeste aprendieran a luchar con elegidos. Sesshomaru y Miroku aceptaran enseñamientos de nivel superior. Y como mi poder está normal, o tal vez un poco todavía superior al normal, soy yo que los estoy entrenando.
— Sesshomaru si tu bestia te decir que quiere salir, déjala. – sugirió Koga a mi lado —. Kagome aún es muy suave con vosotros, y los malditos no lo serán.
Tanto lo humano como el yōkai me miraran sorprendidos.
— ¿¡Suave!? – cuestionaron al mismo tiempo.
Solté una risada al míralos. Estaban llenos de polvo y un poco de sangre, sus ropas destrozadas por causa de mi viento cortante. En conclusión, estaban un desastre al contrario de mí, que continuó limpia y elegante.
— Hagamos una pausa.
Ambos asintieron.
Sesshomaru y yo nos separamos de Miroku y de los demás, y fuimos caminar por la aldea.
No hablamos más de mitad del camino solo entrelazamos las manos y apreciamos la compañía uno del otro. Las personas de la aldea no nos hablaran excepto una. Ayame, la mujer de Koga.
— Hola Kagome, ¿Cómo estas?
— Bien. – contesté con un sonriso.
— ¿Paseas para tranquilizarte? – cuestionó nos mirando.
— También tengo luchado.
— Me olvido que tu poder es mucho mayor que él mío. – empezó a caminar en dirección a su casa —. Cuando llegar el momento yo estaré contigo, para te dar unos consejos.
Sonríe.
— Gracias.
Continuamos nuestra caminata.
— Tienes muchos amigos. – observó Sesshomaru.
— Lo sé.
Paré cuando llegamos a mi lugar favorito, cerca del río, un lugar tranquilo. Me senté en el suelo para descansar un poco las piernas, Sesshomaru hizo lo mismo.
— Estás preocupada con nosotros, ¿verdad?
— Sí. – admití.
— Soy un yōkai, no soy débil. – dice Sesshomaru ofendido.
— Dices eso porque nunca luchaste contra más que un maldito y cuando si juntan a yōkais son peligrosos.
— Hmp.
Descaradamente, él se colocó sobre mí, haciendo con que yo me quedase acostada sobre el pasto. Me observó detalladamente.
— ¿Alguien viene hasta aquí? – preguntó mientras besaba mi marca.
— No, es un lugar solo mío.
— No sabes lo feliz que me hace escuchar eso. Estuvimos mucho ocupados últimamente que no tenemos estado juntos.
— Lo sé.
Besóme ferozmente, al mismo tiempo que sus manos acariciaban mi cuerpo.
Él tenía razón, hace mucho tiempo que no teníamos tiempo para nosotros. Maldita profecía, maldito Naraku, y todos los demás.
Excitada gemí debajo de Sesshomaru y lo dejé me amar.
(...)
Estaba un día muy agradable para dar un pequeño paseo. La vistas, era increíble. Uno de los lugares más bellos que ya vi.
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¿Puedes amar?
Hayran KurguUna historia diferente de mi pareja favorita. Kagome huye de sus enemigos, pero de una forma inesperada acaba mujer de Sesshomaru, un rey mimado, que no sabe que es el amor, ni la ternura, ni el afecto... Ella no es como las demás mujeres, esconde u...