Koga nos escoltó hasta la entrada de la aldea, sus amigos llevarán los caballos para un lugar donde pudiedan descansar. Mientras nosotros caminábamos, pero nadie hablaba, solo miradas incómodas. Mi amigo miraba a Sesshomaru, como un lobo a su presa, y este le respondía en la misma moneda.
Miré a Koga, que iba a mi frente, y recordé como lo conocí. Cambió mucho.
Nos conocemos hace mucho tiempo, él fue uno de los elegidos que salvé, y me ayudó a crear esta aldea. Él es nieto de un dios, su control es la tierra.
— Tu hermano está muy preocupado por ti. – comentó Koga quebrando el silencio.
— Zen ya me dio un sermón. – suspiré, lo peor aún estaba para venir —. ¿Cómo está Ayame? ¿Fue niña verdad?
Se escuchó una risada de su parte.
— Sí, tengo una hija, tal como Nike previó. – me dedicó una mirada de cariño —, Espero que la conozcas en breve.
Las primeras casas ya se encontraban a nuestra frente. Observé atentamente, no estaba cuasi nadie en las calles.
— ¿Donde están todos? – cuestioné.
— Preparando la gran fiesta, pero no te preocupes tenemos grupos a vigiar. – tranquilizó Koga.
— ¿Fiesta? – preguntó Sesshomaru.
— Una vez por año, durante una luna llena, los cuatro elegidos más poderosos se juntan para agradecer a los dioses. Por eso necesitábamos a Kagome, – explicó Koga mirando para el camino, para después me mira — Y tu vestido ya está pronto, Ayame trató de eso.
— Gracias.
Caminamos más un poco, hasta que mi hogar entra en nuestro campo de visión. Fue ahí que Koga nos dejó, y continuó con su vigía.
— ¿Es allí donde vive princesa? – preguntó Sango incrédula mirando el pequeño palacio a su frente.
— Sí.
Ya estábamos llegando. Una gran alegría me invadió, dentro de minutos estaría con mi hermano.
— ¡Es hermoso! – afirmó Rin —. Parece un palacio de los cuentos de hadas, hecho con magia.
— Por acaso... - empecé — Fue hecho con nuestros poderes, los míos, y de los otros tres elegidos, y las demás casas fueron también hechas con los poderes de todos.
— ¿Son más resistentes? – preguntó Sesshomaru curioso.
— Sí. – hice una pausa pues la puerta si abrió revelando un pequeño yōkai —. Entremos, pues todos nos esperan.
Solo dé dos pasos, pues el pequeño Shippo se lanzó sobre mí para abrazarme.
— Kagomesita te extrañé. – afirmó llorando — Pensé que ya me habías olvidado.
Suspiré. Shippo es un yōkai con poder de controlar el fuego, que rescaté hace dos años de un lugar donde estudiaban elegidos. Fue muy maltratado, y tuve suerte por él recuperar de eso. Actualmente es como un niño de su edad, quiere mucha atención.
— Nunca me olvidaría de ti Shippo, pero ahora tengo que entrar, apuesto que mi hermano está furioso por mi tardanza.
— Tú llegas siempre tarde. – comentó el pequeño sonriendo —. ¿Son tus amigos?
— Sí, pero entremos de una vez antes que Ken empiece a quemar algo. – dirígeme para mis acompañantes —. Síganme.
Entramos, y caminamos por los largos pasillos hasta la sala de los elementos (soy rara dando nombres a las cosas). El palacio tiene muchas ventanas, o mejor, tiene pocas paredes, excepto en los cuartos. Así podemos disfrutar del paisaje.
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¿Puedes amar?
FanfictionUna historia diferente de mi pareja favorita. Kagome huye de sus enemigos, pero de una forma inesperada acaba mujer de Sesshomaru, un rey mimado, que no sabe que es el amor, ni la ternura, ni el afecto... Ella no es como las demás mujeres, esconde u...