Capitulo 4

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El teléfono me sobresalta, abro los ojos y miro el despertador. Joder, son las 6y media de la mañana, aun me quedaba media hora de sueño.-
- ¿Si?
- Hola pequeña. ¿Como estás?
- ¿Agus?
- Si, soy yo. Hermanita, ¿estabas durmiendo?
- Eh... Si. Son las seis de la mañana...
- Oh, lo siento. Estoy en Tokio, el cambio horario es una mierda...
- ¿Qué haces en Tokio?
- Cubriendo un reportaje. Llegué ayer, estaré una semana como mucho.
- Ah, que bien.
- ¿Y cómo estás? ¿has recordado algo?
- Estoy bien, no te preocupes por mi. Y no, aun no he recordado nada.
- ¿No deberías de ir al médico?
- ¿Al médico? No, no... Prefiero esperar.
- Como quieras. ¿Y cómo te va en el trabajo? ¿te tratan bien?
- Empecé ayer, bien. Muy bien. Son todos muy amables y simpáticos.
- ¿Y tu amiga?
- ¿Cual?
- La pelirroja...
- ¿Carol? Muy bien. Es muy buena conmigo, está siendo un apoyo muy fuerte para mi. Es increíble.
- Si que lo es. Bueno, te dejo descansar. Te llamo en un par de días. Cuídate.
- Lo haré, gracias por preocuparte por mi.
- Siempre, enana.- Sonreí y miré de nuevo el despertador. Me tomé el café en la isla de la cocina, con un cigarro y después me metí en la ducha. Me peiné el pelo y me vestí con un vestido blanco hasta la rodilla, abotonado de arriba abajo, es... Sexy, atrevido, pero no demasiado. Me dejo dos botones abiertos y se queda escotado, me pongo mis taconazos negros, mi abrigo beige y cojo mi bolso. Es pronto, quiero intentar ir andando a la oficina. No quiero estar gastando dinero tontamente, no queda lejos, puedo ir dando un paseo. Ayer fuí pendiente y creo que se el camino. Salgo fuera y me estrecho el abrigo, hace frío. Camino despacio, intentando no perderme. Siguiendo el camino en taxi. Debería sacarme el carnet de conducir... ¿o ya lo tengo? Un coche me toca la bocina y me sobresalto, estaba distraída y me he bajado de la acera. Dos calles más y tachán... Estoy frente la oficina. Miro el reloj, aun es pronto. Decido ir al starbucks de la esquina, entro y pido un capuccino doble con un toque de canela, mmm... Se me hace la boca agua. Sonrío a la chica y le tiendo el dinero. Salgo fuera y no puedo esperar a probarlo. Tomo un trago y gimo de placer, joder que bueno está. Sonrío de oreja a oreja y cruzo la calle. Me siento en el banco que hay justo al lado, y abro mi bolso, saco un cigarrillo y lo enciendo. Ahora si, ahora si que es perfecto, vuelvo a sonreír sin sentido. El teléfono suena en el bolso, tiro el cigarro a medias y descuelgo.-
- ¿Si? ¿diga? Hola. ¿Quién es?.- No contesta nadie, a si que cuelgo. Frunzo el ceño. Vuelve a sonar.- ¿Quién? ¿hola? Mire, quien sea, deje de molestarme.- Y cuelgo. Eah, ahí llevas.-
- ¡Daniii!.- Mi pelirroja preferida me saluda desde la acera de enfrente. Yo alzo la mano y sonrío. Viene hacia a mi.-
- Hola, buenos días.
- Buenos días, ¿qué haces?
- He venido andando sola.- Digo totalmente entusiasmada, ella me mira seria.-
- Dani...
- Si, si... Ya se lo que me vas a decir... Pero he venido, no me he perdido, he aprendido el camino, y no quiero tener que venir en taxi todos los días.
- Estoy muy orgullosa de ti. ¿Entramos?
- Claro.- Sonrío y entramos, charlamos con Marina, o más bien, charlo yo. Pasa algo entre ellas, pero decido dejarlo pasar, ya le preguntaré luego. Nos despedimos y me voy al despacho, saco rápidamente la agenda de Hugo, la imprimo. Una reunión a las doce y otra a las seis. Suelto el abrigo, el bolso, saco el móvil y apunto las reuniones. En cuanto termina la impresora, salgo del despacho. Llamo con los nudillos a la puerta de Hugo.-
- Adelante.
- Buenos días, le traigo la agenda. Tiene una reunión esta mañana, a las doce. Y otra en la tarde, a las seis. Le avisaré con tiempo.
- Muy bien. Gracias, Dani. Estás muy sonriente esta mañana...- Y lo miro confundida, ¿qué sabe él de mi estado de ánimo? ¿me habrá visto? ¿habrá sido él quien me haya llamado? «ya querrías tu» me dice mi subconsciente... Niego con la cabeza.-
- ¿Tiene trabajo para mi?
- Eh... Si, ten estas carpetas. Gracias.
- De nada, estaré en mi despacho.- Y ahí paso el día, menos a las doce menos diez, que voy al despacho de Hugo, está raro, me mira raro, no se, yo me estoy comportando de forma muy profesional, teniendo en cuenta lo que ocurrió ayer. Me lo he tomado demasiado bien, vamos... A la hora de comer voy solo con Carol, hoy no viene Marina a comer. A la vuelta le pregunto a Marina.-
- Oye, ¿Hugo ha salido a comer?
- No, Cristian tampoco. Están reunidos trabajando en algo... No se, algo importante. ¿Por qué?
- No, no... Por nada. Voy a subirles algo de comer. Carol, vuelvo al bar, ¿nos vemos luego?
- Me paso a buscarte. Voy subiendo.- Yo vuelvo al restaurante y pido dos sandwiches mixtos, ensalada, y dos refrescos. Saludo rápidamente a Marina, y subo en el ascensor. Llamo a la puerta de Hugo, espero hasta que me da paso. Efectivamente. Hugo y Cristian están juntos y agobiados. Tienen carpetas y planos por todas partes. Y yo me quedo embobada.-
- ¿Qué quieres, Dani? Estamos ocupados.
- Si, perdón. Es que... Marina, me ha dicho que no habíais podido a salir a comer, y os he traído esto.- Digo alzando la bolsa del restaurante. Cris inhala profundamente.-
- Madre mía, comida. ¿Qué es?
- Sándwich, mixto. Y ensalada.
- Joder, Dani. Gracias, eres perfecta.- Se levanta, me quita la bolsa de la mano y se sienta en un pequeño sofá a la izquierda.-
- Cris...
- Tengo hambre, capullo. Y yo sin comida no pienso.
- Ni con ella...
- Si no quieres me como tu parte.
- No, no... Ni hablar. Hazte a un lado.- Se levanta y se sienta en el sofá con el sándwich en la mano. Yo sonrío y me acerco a la mesa de Hugo, cogo una carpeta de tantas, al azar, y leo tranquilamente. Hasta que Cristian comenta con la boca llena.-
- Estamos buscando el error. Según los planos y el informe todo está en orden, pero el cliente sigue diciendo que está mal. Que la estructura es demasiado amplia.
- Pero...
- ¿Demasiado amplia?
- Si, eso dice.
- ¿Tienes que cascarlo todo?.- Hugo reprende a Cristian y éste le mira risueño, con la boca llena y se encoje de hombros. Está muy gracioso y me hace reír. Hugo me observa, al final él también sonríe y niega con la cabeza, dando a su amigo por imposible. Yo vuelvo la vista al informe, más que nada por que su sonrisa me deslumbra y me deja hipnotizada. Termino el informe y miro el plano sobre la mesa, miro a Hugo, que sigue observándome.-
- Puedo...
- Claro.- Yo observo el plano con detenimiento, efectivamente, hay algo que no está bien. ¿Pero el qué?.- ¿Qué te parece Dani?
- Pues que efectivamente, algo no está bien.
- Por más vueltas que le damos, no encontramos el fallo.
- Hay que volver a hacer el informe.
- ¿Otra vez Hugo?
- Si, Cris. Hasta que demos con el puto problema.- Oh, vaya. Están discutiendo.-
- Ya me extrañaba a mi que no volviera el Hugo de siempre.- Hugo lo mira mal, y yo miro a uno y a otro, como si fuera un partido de tenis.- ¿Qué? Es verdad... Eres un jodido perfeccionista.
- Me gusta hacer bien mi trabajo. No puedo ser como tu, y que todo me la sople. Si soy el dueño de una famosa y exitosa empresa, es por que he trabajado muy duro.
- Oh, claro... Pobrecito, el señor tiquismiquis...
- ¿Tiquismiquis?
- Eh, eh... Vale, tiempo muerto.- Me entrometo. Ambos me miran, luego se miran entre ellos y vuelven a mirarme. Que infantiles, por favor. ¿Que son niños de párvulos?.- A ver, ahora no es momento para discutir, si no para encontrar soluciones.
- Cristian, Hugo tiene razón. Hay que encontrar el fallo. Y Hugo, cada uno trabaja a su manera, no por eso es menos fructífero. Se un poco más tolerante.
- ¿Tolerante?
- Menos cascarrabias, si.
- ¿Cómo?.- A Cristian se le escapa una risita nerviosa, yo lo miro y frunzo el ceño, tío, te estoy ayudando, no seas imbécil... Él lo pilla al vuelo y se disculpa.-
- Bueno, ¿Y qué hacemos?.- Me pregunta a mi, claro, he tomado el control.-
- Haz un nuevo informe, tal y como ha dicho Hugo.
- Vale, me voy a mi despacho. Me concentro mejor.
- Bien, Hugo, te ayudaré y haremos el plano de nuevo.
- Se tarda mucho.
- He dicho que te voy a ayudar.
- Tengo una reunión a las seis. Tendrás que cancelarla.
- Ah, no, no... Es con el señor Izquierdo, no le gustará. Cris, ¿cuanto tardas en hacer ese informe?
- Para las seis seguro.
- Pues tu irás a esa reunión. Disculpa a Hugo con una excusa, una creíble, que te conozco.
- A sus órdenes, mi sargento...- Da un zapatazo, se lleva la mano a la cabeza y hace el saludo militar. Yo niego con la cabeza y se va. Hugo me mira nervioso, se paso la mano por el pelo, nervioso, agobiado. Traga saliva y se sienta en su silla.-
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por coger las riendas.
- A veces es bueno soltarlas, y dejar que otro las coga.- Me mira y pestañea varias veces. Y a mi me da un poco de pena, verlo así, perdido y abatido. Él, que siempre parece tan seguro de si mismo... Que ha conseguido tantas cosas, siendo tan joven todavía...-
- Si. A veces es liberador.
- Bien, pongámonos manos a la obra.- Pasamos toda la tarde trabajando, modificando el plano una y otra vez... Cristian vuelve con el informe antes de acudir a la cita. Yo estudio metódicamente el informe, mientras Hugo, regla en mano, va trazando líneas en el plano. Tiene un lápiz en la oreja, lo observo distraída. Está tan... Sexy. Madre mía... Me arden las mejillas y se me a erizado la piel, tiene el poder de excitarme sin hacer nada. Mi teléfono móvil suena. Lo busco en el bolso, miro a Hugo que me mira.-
- Lo siento.
- Cógelo, no importa.- Lo cojo.-
- ¿Sí?
- ¿Donde estás?
- Ah, perdona. Tengo que quedarme a trabajar. Lo siento.
- Bueno, no pasa nada. No vuelvas andando, por favor.
- No, no... Tranquila, llamaré un taxi, te lo prometo.
- Vale. Nos vemos mañana. Chao.
- Chao. Hasta mañana.- Cuelgo y suspiro y sonrío feliz. Hugo se acerca y se sienta en su silla de nuevo.-
- ¿Carol?.- Yo sonrío otra vez.-
- Si, se preocupa por mi. Es agradable, ¿sabes?
- ¿El qué?
- Importarle a alguien.- Él para de escribir en el ordenador y me mira directamente a los ojos.- Tener alguien que se preocupe de ti, no sentirte solo.
- ¿Tu? ¿tu te sientes... Sola?
- Antes si. Ahora tengo a Carol.- Hace un gesto de dolor, suspira y niega con la cabeza. Yo vuelvo la vista al plano que acaba de terminar.- Así no conseguiremos, nada. Maldita sea. Ese plano está mal.
- ¿Qué?
- Vayamos al solar. Hay que ir allí.
- ¿Ahora?
- ¿No decías que corría prisa?
- Si. Pero... Iba a decirte algo, algo importante. Verás... Yo...
- Tranquilo, nadie me espera en casa.- Me levanto y cojo mi bolso y mi abrigo. Enrollo el plano y cojo los informes. Hugo me mira boquiabierto, se levanta y coge su chaqueta.- ¿Llamo a un taxi?
- No, tengo el coche en el parking. - Bien, ¿nos vamos?.- Salimos de su despacho y andamos juntos hacia el ascensor, entramos y él presiona el botón que nos bajará al parking subterráneo. Mierda, otra vez. Las mejillas me arden, mi piel se ha vuelto a erizar, y estoy totalmente excitada. Le miro de reojo, está pensativo, él no está excitado... Un momento, si que lo está, con disimulo miro hacia abajo, a su abultado pantalón. ¡Ja, chúpate esa! Me río contenta y él me mira arqueando una ceja, debe creer que estoy loca. Salimos del ascensor y voy detrás de él.-
- Por aquí, plaza doce.- Llegamos a su plaza. Abre el coche y montamos. Nos echamos los cinturones y arranca.-
- ¿Y bien? ¿dónde está la fábrica esa?
- A cuarenta y cinco minutos.
- ¡¿Cuarenta y cinco minutos?!
- Ajá...- Madre mía, si lo se me callo...- A puesto a que ahora preferirías estar de vuelta a tu casa, o de camino al BMB con Carol...- Sonríe y parece más joven, mientras conduce con tranquilidad, esquivando coches a un lado y a otro. Yo lo miro y entre cierro los ojos, fingiendo un poco.-
- Has echo bien en callarte, te habría puesto una buena excusa.
- Pero creíble, que te conozco...- Dice él, jactándose de mi comentario a Cristian, pero aunque intento parecer irritada, no lo consigo, cuando está así, no hay manera... Rompo a reír a carcajadas, él aparta la vista de la carretera y me mira risueño.-
- Oh, Dios santo, como echaba de menos oírte reír así...- Freno en seco y lo miro, mi risa se ha esfumado, y la suya, creo que ha dicho más de lo que le gustaría admitir. Le gusta verme reír, echaba de menos mi risa. Mi mente viaja al BMB, al fin de semana pasado: «Dani, no sabes como desearía que me recordaras...»
- ¿Por qué?.- Mierda, lo he dicho en voz alta.-
- ¿El qué?
- ¿Qué?.- Me hago la tonta.-
- ¿Por qué, que?.- No lo consigo.-
- ¿Por qué, que?
- Has dicho, ¿por qué? ¿a que te refieres?.- Vale, ahora o nunca, Daniela. Échale valor.-
- Me he acordado del fin de semana pasado. De cuando me llevaste a mi casa.
- Si. ¿Y?
- Antes de eso, estando en el BMB, me dijiste...
- Digo tonterías cuando bebo, no me lo tengas en cuenta.- Se ha puesto nervioso, puedo notar como aprieta el volante, y tensa la mandíbula.-
- No estabas borracho. Dijiste que yo no sabía cuánto deseabas que te recordara. ¿Por qué?
- ¿Por... Por qué?
- Si, por que. Quiero saberlo.
- Eh... No lo se.
- No, no... No me mientas. Dímelo. Dime por qué. Por qué deseas que te recuerde. Debe a ver un motivo, por el cual me dijiste aquello. Dímelo.
- No.- Lo dice muy serio, parece enfadado.-
- ¿No?
- No.- Me quedo callada en mi asiento, me retrepo un poco y me cierro un poco el abrigo, me abrazo a mi misma y de repente siento un frío calarme los huesos. No hace frío en el coche, tiene puesta la calefacción, el frío que me hiela proviene de dentro de mi... Estábamos bien, y yo lo he vuelto a joder todo con mis preguntas. Decido quedarme callada, no hablar más de lo estrictamente necesario. Soy consciente de que me mira de vez en cuando, yo miro por la ventana, absorta en mis pensamientos.-
- Es allí.- Señala una fábrica abandonada, está en unas condiciones muy lamentables, pero el solar es enorme. Aparca y salimos. Hugo abre la gran verja de hierro y me hace pasar. Otra puerta de chapa, y estamos dentro. Es muy grande y está oscuro, hasta que Hugo enciende la luz fluorescente, está totalmente vacío. Yo miro el plano, desenroscándolo. Vale, según mis cálculos, el error está en la planta de arriba.-Miro alrededor, hasta que visualizo las escaleras, un poco claustrofóbicas, estrechas, de chapa y en forma de caracol. Subo con cuidado, mis taconazos de Manolo Blahnik no son los más adecuados, Hugo se queda midiendo con un metro y yo lo dejo a su aire. Saco el plano y observo, si, si... El fallo es aquí... Estoy ensimismada en el plano cuando oigo a Hugo.-
- ¿Dani?
- Estoy aquí, arriba. Sube por favor.
- Voy. Joder, que mierda de eacaleras.- Yo sonrío, es cierto. Sube y me mira.- ¿Cómo has podido subir por esa trampa mortal con esos tacones?
- Años de práctica, supongo. El fallo está aquí.
- Las medidas abajo están bien, mediré aquí.- Yo me aparto para darle espacio, hay un sofá de cuero, beige, me quito el abrigo y lo dejo allí. Suelto el bolso y los informes y corro el sofá para que Hugo pueda medir con precisión.- Ahí está bien, déjalo no quiero que te hagas daño.- Yo asiento y me quito de en medio. Lo dejo hacer a su aire, pero lo observo maravillada, su destreza y su manera de moverse, me deja anonadada.- No puede ser, maldición...
- ¿Qué? ¿qué pasa?
- Que no está bien. Mide menos. De lo que pone en el plano.
- ¿Una equivocación?
- No se, pero no lo creo. No se que cojones pasa.- Se endereza y se pasa la mano por el pelo nervioso, está agobiado, está desconcertado. Me acerco a él y le pongo la mano en el brazo. Se vuelve de inmediato y me mira con los ojos muy abiertos.-
- Tranquilo, buscaremos una solución.- De nuevo otra vez siento esa electricidad estática, ese escalofrío recorrerme la nuca, la lucha de miradas entre sus ojos azul zafiro y los míos verde agua... El aire se ha vuelto denso, algo ha cambiado, yo nerviosa bajo la mano y me doy la vuelta, siendo yo la primera en rendirse en la lucha de miradas. Su mano se aprieta alrededor de mi muñeca con fuerza, me vuelvo para mirar por que me retiene, pero no me da tiempo, en cuanto me vuelvo me empuja hacia su cuerpo, su boca se entierra en la mía con fuerza, nuestros dientes chocan, y yo me dejo hacer. Sus labios húmedos se ciernen sobre los míos con premura, con pasión, sus manos se aprietan a mi cintura, sube una mano lentamente por mi espalda, hasta llegar a la nuca, me a sujeta con fuerza, con posesión y yo no puedo más que gemir en su boca. Él, excitado por mis gemidos y jadeos me empuja hacia la pared, me acaricia la cara, el cuello, va bajando, me acaricia el pecho y cierra su mano alrededor, aprieta mi pecho y gime, poseyéndome de nuevo la boca, su cuerpo se pega a mi y se acopla perfectamente al mío, me tiene totalmente hipnotizada, excitada y atontada. Solo puedo seguirle, besa mi cuello y yo le facilito el acceso, de repente se para, se separa un poco de mi, yo estoy jadeante, respirando con dificultad, y él sin pensárselo, y bajo mi atenta y sorprendida mirada, coge mi vestido por el escote, cada mano a un lado y tira fuerte, abriéndolo entero hasta abajo, su mirada ardiente y llena de deseo me recorre entera, yo agradezco a verme puesto el conjunto negro de encaje.-
- Oh, Dios mío... Dani...- Vuelve a pegarse a mi y a besarme como si no hubiera un mañana, me aprieta con ambas manos el culo y me coje en brazos, yo le abrazo con las piernas la cintura y me agarro a su cuello, mientras el pega su erección a mi sexo, está duro y con cada refriega, me roza justo ahí, en la parte más sensible de mi cuerpo y no puedo más que gemir, me empuja fuerte contra la pared, me hace daño y siento como la pared suena hueca. Él baja una mano hasta su bragueta, está desabrochando los vaqueros, a toda prisa.-
- Saca un preservativo.- Él para de besarme y me mira, serio.-
- No tengo.
- ¿No?.- Niega. Mierda. Me acaricia la cara con cariño, y tras ponerme un mechón de pelo tras la oreja, pone su frente contra la mía.-
- Es mejor que paremos ahora que podemos.- Habla por ti... Pienso. Asiento, maldita sea, podía a verme callado... ¿y practicar sexo con un hombre sin protección? Mi subconsciente me mira ceñuda, si, si, ya se...-
- Si. Tienes razón.
- Voy a dejarte en el suelo, ¿de acuerdo?
- Si.- Mis Manolo blahnik vuelven a tocar el suelo y él me mira aun excitado, miro su bragueta a medio abrochar y sonríe, se sube la cremallera y yo me quedo ahí, frente a él, echada en la pared, medio en pelotas, cohibida y aún muy excitada. Un escalofrío me recorre el cuerpo, él me mira y se acerca a mi despacio, y empieza a abotonarme el vestido desde abajo, en cuclillas lo observo botón a botón.-
- No quiero que cojas frío. Es tarde. Debemos irnos.- Yo asiento, aunque quisiera creo que no me saldrían las palabras. Madre mía, ver a este hombre, guapo, arrodillado mientras me abrocha el vestido, es... No tengo palabras. Se han ido, se han evaporado. Me deja tres botones de arriba desabrochados. Se me ven parcialmente los pechos, pero no me los abrocho, los dejo tal y como él me los ha dejado. Va hacia el sofá y coge el plano, los informes y mi bolso.- ¿Vamos? Deberías quitarte los zapatos, no quiero que te partas la crisma por esas escaleras.- Yo obedezco, me los quito y los cojo en la mano, mientras con cuidado bajamos las escaleras. Apaga la luz, cierra la puerta, y luego la verja. Vamos hacia el coche, él mete en el asiento de atrás los planos. Me tiende el bolso.- Sube.- Yo obedezco de inmediato, él se apea y tras montarse y ponernos el cinturón arranca. Durante los quince primeros minutos, ninguno habla, ninguno dice nada, ambos vamos ensimismados, pensando en lo que ha pasado, al menos yo.-
- ¿Estás bien? Estás muy callada.- Yo tras aclararme la garganta, contesto con hilo de voz.-
- Estoy bien.
- ¿Seguro?.- Aparta la vista de la carretera y me mira, yo lo miro también y asiento.- ¿Tienes hambre? ¿quieres comer algo?.- Miro mi reloj, son casi las once.-
- Es tarde. Y mañana tenemos trabajo.
- Cierto. Es tarde.- Y hasta ahí nuestra conversación. ¿No vamos a hablar de lo que ha pasado? Joder, que casi tenemos relaciones, y no lo he empezado yo, más bien he sido yo quien lo ha parado... Putos condones... Tendré que comprar y tenerlos a mano, por si acaso. Casi media hora más tarde, Hugo para frente a mi edificio. ¿Que hago? ¿qué digo? ¿lo invito a subir?.-
- Buenas noches, Daniela.- Lo miro, asiento.-
- Buenas noches, Hugo. Hasta mañana.
- Hasta mañana.- Yo me quito el cinturón, abro la puerta y me bajo. Cierro y voy corriendo al portal, busco las llaves en el bolso y abro. Sigue ahí, lo miro. Me mira. Entra antes de que pase algo que no quieres que pase. Y lo hago, entro y subo a mi piso enano, abro temblorosa, suelto el bolso, me quito el abrigo y resoplo. Voy hacia la nevera y saco una botellita de agua, bebo un trago y voy hacia la ventana, miro hacia la calle y él aún está ahí, no puedo verlo, por que está dentro del coche. ¿Qué hará? ¿estará pensando en subir? El vientre se me contrae de excitación, pero entonces el motor ruge y se marcha calle abajo... Yo suspiro viendo como se va y siento algo extraño.

TentaciónSinLímite2RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora