Capítulo 28

2.7K 198 11
                                    

Cuando mi prima me sonrió y se acercó a nosotros, quise morirme de la vergüenza. Ella sabe a lo que se va a este club, y joder... Si, es mi prima, pero... Me da no se que... A ella no, al parecer. Nos saludó tan contenta, sonriente, nos presentó a su acompañante, un chico joven muy callado pero bastante mono. Nos invitó a una copa fuera del club, pero Hugo se negó en rotundo, pobre... Estaría avergonzado como yo... Llegamos a casa y yo me dormí en seguida. Hugo no. Estuvo despierto toda la noche en su despacho. Pasaron unos días un poco raros. Bueno, Hugo estaba raro... Nervioso, agobiado, según él por el trabajo.
Tampoco ha habido sexo desde aquella noche en el club. Recordar lo que hicimos con Luca me pone cachonda al instante. Rememoro esos instantes en mi cabeza y sonrío. He intentado acercarme a Hugo en estos días, pero me rehuye. Dice que está cansado, que tiene la cabeza en otra parte... No sé, a mi todo me suena a escusa. Y de las malas. No quiero agobiarlo. Pero, joder... Es que es mi marido. Lo veo desnudo. Lo veo salir de la ducha, vestirse, desvestirse... Mi momento preferido es cuando baja del gimnasio. Sólo con un pantalón corto, con el torso desnudo, empapado en sudor... Joder, tengo que apretar los muslos solo de pensarlo...
Hoy he salido antes de la oficina, he preparado una cena exquisita, y le he pedido a Sara que nos deje un poco de intimidad. Ella ha sonreído y me ha dicho que no saldrá de su cuarto. A si que el plan es una cenita romántica... Y vino, vino por un tubo. Haber si así Hugo se suelta un poco. Subo corriendo a darme una ducha, me seco el pelo con precisión y me pongo un vestidito corto muy veraniego. Pasó de zapatos y bajo descalza. Me encanta. No lo puedo evitar. Estoy sirviendo el vino, cuando se abre la puerta y oigo las llaves de Hugo. Sonrío y lo miro.-
- Vaya... ¿Qué celebramos?
- Pues...- me da un piquito y se remanga la camisa.- Que estamos juntos, que nos queremos... Y que somos muy felices.
- Ah, muy buena celebración, si, señor...
- Siéntate cariño, voy a traer la cena.
- ¿No quieres que te ayude?
- No, siéntate y relájate.- Hugo está feliz y relajado, me ha agradecido la cena como un millón de veces. Claro, he hecho su plato preferido; pato a la naranja. El vino ha corrido de mano en mano, nos hemos pimplado dos botellas, mi idea era achisparlo un poco, pero creo que la que está achispada soy yo. Sonrío como una idiota a la menor ocasión. Me ayuda a recoger los platos y tras poner el lavavajillas juntos me vuelvo y le digo con voz melosa.-
- ¿La última?
- ¿Estás un poco contentilla?
- Puede que un poco, si...
- Vale, la última. Este vino es exquisito...
- ¿Por qué no pones un poco de música mientras sirvo las copas?
- Vale. ¿Qué te apetece?
- No se, sorpréndeme...- oigo la voz de Corinne Bayley Rae cantando the scientist y sonrío cerrando los ojos, sabe lo mucho que me gusta esta canción. No está todo perdido... Vuelvo con las copas y la botella de vino, Hugo está sentado en el sofá, sirvo las copas y le paso una. Bebemos, sonríe, sonrío... Le quito la copa de la mano y sin pensármelo dos veces, las suelto en la mesa baja del salón y me tiro encima de él a horcajadas. Lo beso como si no hubiera un mañana, duda, pero el placer gana la partida y pronto me sigue. Si, si... Por fin... Gime y gruñe en mi boca, me muerde, me aprieta... Él está tan excitado como yo, somos dos locos mordiéndose la boca, nuestras manos vuelan, siento su erección debajo de mi, un palmotazo en mi trasero me hace salir del trance, solo puedo recordar lo excitado que estaba Hugo, como sus manos agarraron el escote de mi vestido, y lo desgarró completamente, dejando a la vista hasta mi vientre, santo Dios... No puedo pensar, y él tampoco, nunca había sido así, tan brusco, tan visceral... Me encanta, si señor, me encanta... Jadeo y gimo mientras hunde dos dedos en mi sexo. Muerde mis pezones con una fuerza brutal, pero me encanta, me encanta como el placer y el dolor se funden hasta ser uno solo, todo pasa a cámara rápida en mi mente. De repente Hugo me empuja y me suelta en la otra esquina del sofá. Yo estoy perdida, lo observo levantarse, coger la copa y ir hasta el ventanal. Se queda de espaldas a mi, con la mirada fija en la ciudad. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué he echo? ¿Por qué...?
- Hugo...- debo estar roja, siento mi cara arder. La rabia, la vergüenza, la humillación y la excitación bullen por mi cuerpo, sin saber que hacer, inmóvil en el sofá, con el vestido roto, los labios hinchados... No se que hacer. Que decir. No entiendo nada. Estoy confundida, Hugo me ha rechazado. Me ha... Mi marido...- Hugo...
- Vete a la cama, es tarde...- su voz es ronca, débil. Él también estaba excitado, ¿por qué, joder? ¿Por qué lo ha hecho?.-
- No. ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho?.- silencio. Mi cabreo aumenta poderosamente.- ¡Dilo, joder! ¡¿Por qué coño me rechazas?!
- No grites, Daniela. Por favor, ve a dormir. Hablaremos mañana.
- ¡Y una mierda! No pienso irme de aquí hasta que...- Hugo tira la copa y ésta tras hacer un ruido horroroso, se hace miles de añicos. Trago saliva. Las lágrimas luchan por salir, intento evitarlo... Hugo baja la cabeza, cabizbajo va hasta las escaleras, lo intercepto. Las lágrimas bañan mi cara, son de tristeza, lo siento muy, muy lejos de mi. Se está yendo. Se está escapando y no puedo hacer nada para retenerlo.-
- ¿Es por lo de Luca? ¿Es por lo que hicimos?.- me dedica una mirada triste, vacía... Y lo veo subir las escaleras hacia el dormitorio. Yo me permito llorar y desahogarme. Si hubiera sabido que pasaría esto, jamás lo hubiera consentido. Nunca habría pasado nada. Nunca teníamos que haber ido a ese maldito club. Nunca. Voy hasta donde Hugo a estrellado su copa y recogo los trozos más grandes. Me corto la palma de la mano y veo la sangre roja, caliente, como brota de mi mano, manchando el parqué. Voy hacia la cocina con lentitud y meto la mano bajo el grifo. Después me curo como puedo la herida, que aunque escandalosa, no es más que una herida superficial. Recuerdo la sangre. Recuerdo mi mano. Recuerdo a Hugo, tendido en el suelo, las sirenas, las voces... El caos de cuando Sergio intentó matarnos. Dio su vida por mi. Hugo dio su vida por mi. ¿Se arrepentirá? ¿Habremos corrido tanto? ¿Habremos estirado tanto la cuerda, que se ha terminado rompiendo? Voy hacia el sofá y me tumbo, echa un ovillo, lloro un poco más hasta quedar agotada.
La luz entra por la ventana con fuerza y yo frunzo los ojos, maldita sea... Estoy arropada con una manta. Seguro mi prima se desveló y al verme en el sofá me cobijó. Me siento y miro hacia el ventanal. No me apetece salir fuera. Me apetece quedarme echa un ovillo en el sofá y no poner un pie fuera de aquí... El ruido de pasos en la escalera me hace volverme. Es Hugo, con su impecable traje negro, corbata negra y camisa blanca, está jodidamente sexy el muy puto... Yo desvío la mirada. Me levanto y voy hacia las escaleras.-
- Nena, tenemos que hablar...- su voz parece triste. Pero firme, a la vez. Como si hubiera tomado una determinación.-
- Ahora quien no quiere hablar soy yo.- no le doy tiempo a contestar, subo corriendo las escaleras, con mi vestido destrozado, entro en el dormitorio y me meto en la ducha. En cuanto el agua caliente me cae en el cuerpo, suspiro y lloro de nuevo. Se me cruza un pensamiento que me duele en el alma, no deberíamos de habernos casado...
Por suerte, tardé lo suficiente como para que Hugo no decidiera esperarme. La verdad, no me apetece verlo. No tengo ánimos. Estoy muy deprimida, por que el pensamiento que en la ducha me ha cruzado la mente, ha sido devastador. Una losa enorme. Aunque claro, lo que más me duele, es que creo que es verdad. No deberíamos habernos casado. Era demasiado pronto, habíamos tenido demasiados problemas, si, decidí perdonarle. Decidí casarme con él, pero en cuanto todo empezó a ir mal, supe que era una señal para que no nos casáramos. Pero joder, llegó él, con su sonrisa, con sus vaqueros rotos, sus vans roídas... Y no tuve más remedio que aceptar. Ahora mi lucha interior, si hice bien o no, me está destrozando. Para colmo tengo una corazonada, un presentimiento... Algo no va bien. Tengo la sensación de que algo malo está a punto de ocurrir... Quizás sea solo por mi tristeza, y simplemente lo esté proyectando... De cualquier manera, no me apetece nada estar en la oficina, teniendo que fingir que estoy bien y que soy muy feliz... Y tener que ver a Hugo... Menos todavía. Aun así, piso fuerte con mis Manolo de diez centímetros y me encierro en mi despacho. Por suerte Hugo está reunido y no tendré que verlo mientras dure la reunión. Miro mi calendario, vaya, es el cumpleaños de Cris... Lo había olvidado. Le compraré algo de camino a casa. Un reloj. Oh... El teléfono de mi despacho suena.-
- Despacho de la secretaria de Hugo Padilla, ¿en qué puedo ayudarle?
- Hija, pareces un robot...-sonrío por primera vez en toda la mañana. Es Carol.-
- Hombre... Justo estaba pensando en ti, bueno, más bien en tu chico... Es su cumpleaños, y si, lo siento, lo había olvidado por completo, ¿crees qué le gustaría un reloj? De esos caros, claro, es Cris, si no es caro no le gustará... ¿Qué opinas? ¿Qué le vas a regalar tú?
- Una hija...
- Ya, mujer... Pero...
- ¡Daniela, joder!
- ¿Carol, estás bien?
- Mierda, no...
- ¿Qué ocurre?
- Ocurre que estoy en el centro comercial de al lado de la oficina, y estoy de parto, ostias... ¡De parto!
- ¡Ay, no!
- Si, si... Joder, si... Una jodida semana de retraso y justo ahora le apetece salir... Es ganas de tocar los cojones, Dani...- solloza y yo me tapo la boca.-
- Cielo, tienes que ir al hospital...
- He llamado a Cris como cien veces, pero nada. No me lo coge. ¿Está ahí?
- Eh... No lo sé, espera un segundo.- llamo a su despacho pero no lo coge.- cielo, en el despacho no está. Debe estar fuera en alguna reunión.
- Oh, joder...- oigo a mi amiga gemir, mierda, está a punto de dar a luz...- Carol, voy a buscarte ahora mismo. No te muevas, ¿vale? Dime, ¿donde estás? ¿en qué área del centro comercial?
- Dani, cafetería, ya... Ven... Ya...- mierda, mierda... Recojo todo y me pongo el bolso, no puedo irme sin más, joder. Voy hacia la sala de reuniones, toco a la puerta. Doce tíos me miran con cara de malas pulgas, más Hugo que me mira con unos malos hue...-
- Señor Padilla, necesito hablar con usted, es muy importante.- asiente y relaja la cara, se levanta de su sillón en el que parece que gobierne el mundo... Y viene hacia mi, sale y cierra la puerta. Joder, que cerca está, que bien huele...-
- ¿Qué quieres, Dani? Estoy muy ocupado...
- Carol está de parto en el centro comercial, me voy. Busca a Cris. No hay manera de que demos con él.
- Pero...
- Está sola, tengo que ir por ella y llevarla al hospital. Llama a Cris. No está en su despacho. Búscalo.
- Claro, claro...- echo a correr por el pasillo y entro en el ascensor, bajo hasta el garaje y Víctor se apea.-
- Señora...
- Al centro comercial de la esquina, ya...
- Si, señora...- antes de que aparque el coche, bajo de un salto y corro hacia la cafetería, veo a Carol sentada en un banco al lado y corro hacia ella. Está roja y sudorosa.-
- Cariño, estoy aquí... Estoy aquí...
- Joder, Dani... Lo que duele esto...
- Respira... Respira...
- Los cojones... ¿Dónde está Cristian?
- Lo siento... Debe estar fuera, en alguna reunión... He dejado a Hugo a cargo. Lo buscará.
- Ese capullo de mierda me las va a pagar... ¿Por qué tuvo que preñarme?
- Oh, venga Carol... Agárrate a mi. Hay que ir al hospital.
- Dani...
- ¿Si?.- me mira con carita de perro abandonado.-
- Me he meado...
- ¿Qué te has...? ¿Qué...?
- No sé, del dolor... Supongo...
- Cariño... No te has meado... Seguramente hayas roto agua... Por eso hay que ir de prisa al hospital. Tu pequeña está a punto de nacer...
- Oh, Dios...- Carol llora, se levanta y se ayuda de mi brazo, echamos a andar, pero llora como si la estuvieran matando. Todo el mundo nos mira.-
- ¿Por qué lloras?
- Voy a ser mamá... Voy a verle la carita...
- Claro, cielo... En nada Leire estará en el mundo.
- Duele...
- Claro... Es normal...
- ¿Y tú que sabes? Si nunca has parido...- Dios, mi amiga se ha vuelto bipolar. Víctor se acerca y la ayuda. Nos montamos en el coche y Víctor conduce como loco. Con cada contracción, creo que me rompe un hueso de la mano.-
- ¡Auh! No tan fuerte...
- ¡Dios, quiero morirme! No, no... ¡Quiero matar al bastardo hijo de puta de Cristian! ¡Le cortaré el pene, cercenaré su miembro! ¡NO pienso follar jamás!
- Carol, por Dios...
- ¡Aaaaaahhhhhhh!
- Respira... Respira...
- ¡Respira tú! Lo siento... Lo siento...
- No importa, cielo...- para cuando llegamos al hospital, mi mano estaba hinchada y me dolía horrores... En cuanto nos vieron salir del coche, varias enfermeras se acercaron y sentaron a Carol en una silla de ruedas. La metieron en observación y no me dejaron pasar con ella. En cuanto cerraron la puerta en mis narices, suspiré y todo me dio vueltas...
- ¡Un médico, un médico! Señora... Señora... ¿Está bien?
- ¿Víctor?
- Tranquila, está bien... Solo se ha mareado por la tensión...- de repente aparecieron dos enfermeros que parecían armarios roperos y me llevaron hasta una consulta. Me tomaron la tensión, me hicieron una prueba de azúcar... Pero estaba todo bien. El médico, un hombre de unos cuarenta y muchos, me miró atentamente, luego miró mi anillo.-
- Todo parece normal.
- ¿Puedo irme entonces? Mi amiga está de parto... Quiero ver que todo vaya bien...
- Claro, pero... ¿Qué tal si antes, hacemos un test de embarazo?.- el alma al suelo. De un porrazo. Cata pum.-
- ¿Cómo?
- Creo que cabe la posibilidad de que esté embarazada... ¿Presenta algún síntoma? ¿Nauseas? Mareos ya sabemos que si...
- No... Pero... Yo... Yo tomo precauciones. Tomo la píldora.
- Entonces sabrá que no es cien por cien segura... Solo para quedarnos tranquilos... ¿Vale?
- ¿Eh? Ah, si, si... Claro.- tras darme un bote, fui al servicio para recoger orina. Me lavo la cara, me mojo los brazos, la nuca... No puedo estar embarazada, ¿no? No. No estoy embarazada. Que tonterías... Tras darle el bote al médico, me siento de nuevo, y ambos esperamos a que el test cumpla su cometido...-
- Enhorabuena, señora Padilla... Está embarazada...- mierda. Mierda... Mierda...- ¿Cuando tuvo su última menstruación?
- Eh... No lo sé... Ahora que lo pienso... Debería... Debería haberla tenido... Hace dos semanas... No puede ser... ¿Cómo no me he dado cuenta antes?
- ¿Está sometida a estrés? Por que no es bueno ni para usted ni para el bebé...- Ja, si él supiera... Hugo tiene la palabra estrés tatuada en la frente... Dios mio... Hugo... ¿Qué pensará? ¿Que dirá cuando lo sepa? Salí de la consulta algo ida, mi cabeza iba a mil, y no podía concentrarme en nada mucho tiempo. Embarazada. Vamos a ser padres. Estoy embarazada. Acabamos de casarnos. Y de tener una pelea horrible. Y vamos a ser padres. Joder. Que mal todo...-
- Señora, ¿se encuentra bien?
- Eh... Si, Víctor... Gracias. Estoy mejor. ¿Han dicho algo de Carol?
- Nada por ahora, señora. ¿Quiere que le traiga algo? Debería comer algo. Tiene muy mala cara.
- Si, si... Un sándwich, y un café...
- Ahora mismo...
- ¡NO! Café no. Un... Zumo. Un zumo. Estoy demasiado nerviosa, Víctor...
- Claro, señora. Enseguida vuelvo.- me quedé sentada en aquella pequeña sala de espera, sola, aterrada con todo lo que se me venía encima. Mirándome las manos en mi regazo, absorta en mis pensamientos. En mis temores. En mi inquietud. Unos nudillos me acarician el rostro y me hacen levantar la vista. Hugo me mira con sus ojos enormes, azules oscuro, brillantes de emoción, con preocupación.-
- ¿Estás bien? Víctor me ha dicho que te has mareado...
- Estoy... Estoy bien. No ha sido nada. La tensión.
- Estás muy pálida. Debería verte el médico.
- No, quiero decir, ya... Ya me han visto. Estoy bien. Se me pasará.- Víctor vuelve. Me tiende el sándwich y el zumo.-
- Señora, aquí tiene...
- Gracias, Víctor...
- ¡Joder! ¡Déjenme entrar!.- Cristian está gritándole a la de recepción para que le dejen entrar con Carol. Pero el esfuerzo es en vano. Hasta que media hora más tarde, con el estómago más asentado, vienen a buscarnos. Carol está en la sala de partos, ya está dando a luz. Entonces, si que dejan entrar a Cris. Nosotros esperamos fuera. Estoy agotada, empiezo a estar muy cansada y me pesan los ojos... Siento en mi rostro el hombro de Hugo, sonrío y me quedo dormida. Son las nueve cuando Cris sale con una pinta horrorosa, con unos patucos, un gorro y una bata verde y Hugo me despierta.-
- Despierta, cielo... Ahí viene Cris...
- Cris...
- Dios mio... Soy padre. ¡Soy padre!
- Enhorabuena...- ellos se abrazan y yo lo beso también.-
- ¿Cómo están?
- Muy bien. Carol agotada, pero todo ha ido bien. Y Leire... No puede ser más guapa, Dani... Es pelirroja, como Carol... Ha pesado tres quilos seiscientos gramos... Es... Es increíble...
- ¿Cuándo podemos verlas?
- Dentro de media hora o así, la subirán a planta. Podéis subir a la habitación si queréis, para esperar allí. Es la cuatrocientos veinte.
- Bien, esperaremos allí, Cris... Enhorabuena... Tío...
- Gracias, capullo... Nos vemos ahora...- Hugo me cogió la mano y fuimos hasta el ascensor. Subimos hasta la habitación vacía, y me senté en el sillón. El móvil de Hugo pita en varias ocasiones. Lo mira y lo vuelve a meter en su bolsillo. Frunce el ceño. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué está tan nervioso? El teléfono vuelve a sonar. Lo mira y lo vuelve a guardar.-
- Deberías cenar...
- No quiero irme hasta que las vea.
- Iré a la cafetería, te traeré un bocadillo. ¿Vale?
- Como quieras...
- Dani... Tenemos que hablar... De lo de anoche...
- Ahora no es el momento.
- No, tienes razón. No es el momento. Enseguida vuelvo.- Vuelve con un bocadillo para ambos. Comemos en silencio, sin ni siquiera hablar. Es tan incómodo...-
- Cris está muy contento, ¿verdad?
- Si.
- Nunca había pensado en ser padre, pero se ve muy emocionado. Me alegro mucho por los dos.
- Si. Yo también...
- ¿Dani?
- ¿Si?
- ¿Tú... Quieres ser madre? Quiero decir, conmigo... Yo... Me encantaría... ¿Sabes? Sería el hombre más feliz del mundo...- lo miro boquiabierta. Sonrío. Debería decírselo. De todos modos, tengo que hacerlo... Y él se ve tan... Emocionado a la idea de ser padre... Estoy a punto, abro la boca, pero el pitido de su IPhone me interrumpe. Otra vez. Cierro la boca. Es una llamada. Lo mira, me mira.-
- Tengo que...- asiento. Y si, aunque se aleja unos pasos, oigo susurros.-
- No, ahora no puedo. Imposible. No puedo. Mañana. Joder...- cuelga y vuelve cabreado. Se va... Lo sé, lo conozco. Debe de ser muy importante para que se vaya. Pero aún así me molesta. Me molesta pensar que esto puede pasar más adelante con nuestra propia hija... Hija... He estado a punto de decírselo...-
- Dani...
- Te vas. No hace falta que lo digas.
- Yo...
- Déjalo estar... Por favor.
- Dani...
- ¿Será siempre así, verdad?
- Dani...
- Da igual, Hugo... Me duele la cabeza, no tengo ganas de discutir...
- Dani, hablaremos en casa... Lo siento, pero... Es importante.
- Siempre lo es.- se agachó para darme un beso pero yo le aparté la boca, me lo dió en la mejilla y se marchó. Lo vi alejarse y sentí de nuevo el abismo entre los dos...
Vi su carita redonda y fue un flechazo, me enamoré en cuanto la vi. Es preciosa, pelirroja, con unos ojos grandes y vivos, tan pequeña que da miedo solo acariciarla... Y Carol... Mi loca pelirroja está agotada. Pero a la vez radiante. Disculpo a Hugo como puedo, y la pequeña Leire va de mano en mano. Cuando me toca cogerla a mi... La sensación es tan extraña... De repente me da tanta pena todo... Que a penas soy consciente de que he comenzado a llorar.-
- Dani... ¿Te has emocionado?
- Cariño, ¿estás bien?.- Carol parece preocupada.-
- Si, si... Perdón. Es que... Es tan guapa... Tenía tantas ganas de conocerla...- Cris y ella sonríen y yo acuno en mis brazos a esa cosita tan pequeña... Le doy un suave beso en la frente y se la devuelvo a su madre para que le de el pecho. Mi móvil vibra. Lo saco y lo miro, es un mensaje de un número el cual no tengo en la agenda. Pulso y aparece el mensaje: si quieres ver lo que hace tu maridito a escondidas, ven a el experiences.
Me agarro a la pared mientras aprieto el móvil en la otra. ¿Quién diablos será? ¿Y qué se supone que hace Hugo en el experiences? No, es imposible. Es una broma de mal gusto. Seguro. Pero y si... ¿Y si es cierto? ¿Y si está allí? Puede que sea algo relacionado con Luca... Tienen negocios juntos. Si, seguro sea eso. Pero aunque intento aparentar serenidad y tranquilidad... No puedo. Los celos, la rabia, el miedo... Me está carcomiendo... Él nunca me haría daño. Nunca me engañaría... La cabeza me da vueltas, tengo náuseas, y estoy algo mareada.-
- Me voy, chicos... Es tarde y vosotras dos tenéis que descansar...
- Espera, Dani... Te llevo de camino. Tengo que ir a casa a por las cosas de Carol y de la niña...
- Eh... Vale. Vendré a verte mañana, ¿vale?
- Cuando quieras, gracias por todo, Dani. Eres mi mejor amiga...
- Y tu la mía, cielo...- la abrazo con cariño y otra vez estoy al borde del llanto, malditas hormonas...- Cuida de la pequeña... Os quiero...
- Hasta mañana...- Cris y yo salimos juntos y andamos uno al lado del otro. Siento como me hecha un brazo por encima de los hombros y me atrae hacia él, sonriendo me da un apretón.-
- Tranquila, debe de haber sido muy importante para que se haya ido...- asiento triste y en ese momento, no se por que, se que debo ir. Debo ir al club. Tengo que comprobar que está todo bien.-
- Cris, no voy a ir a casa. Tengo que hacer un recado antes.
- ¿A esta hora?
- Si. Puedo ir en taxi, no te preocupes.
- Ni hablar, mujer... Tu dime donde te llevo... Y si no tardas mucho te espero.
- No, claro que no. Diez minutos.
- Pues en marcha...

Cristian me miró desconfiado. Miró varias veces a su alrededor, buscando... Algo. Pero no se que esperaba buscar.
- Espera aquí, ¿vale?
- Dani... Esto... Es... Raro. ¿Qué vas hacer ahí dentro?
- Diez minutos, lo prometo.- asiente preocupado y yo me bajo del coche. Voy hasta la puerta y el gorilón de la entrada me sonríe y me deja pasar para la estupefacción de Cris que me mira desde el coche. En cuanto bajo las escaleras, la luz roja y verde me inunda. Camino despacio, observando hacia un lado y otro, buscando a Hugo. Se nota que es entre semana, por que apenas se ven cinco o seis grupos de gente. No está. No está aquí... No se por que cojones he venido hasta aquí... Estoy a punto de darme la vuelta, cuando una voz familiar me llama.-
- Hola, preciosa...
- Hola, Fer...- es el simpático barman de el experiences.- ¿Qué tal?
- Muy bien, hermosura. ¿Qué te pongo?
- Un... Agua con gas, por favor...
- Ahora mismo...- me sirve el vaso y me sonríe.-
- ¿No había en la habitación? Lo que necesitéis, no tenéis más que pedirlo y se os repondrá...
- ¿Cómo?
- En vuestra habitación... Si falta algo de beber... No tenéis más que decirlo.- la habitación. Joder. Debería irme. Debería irme pero me he quedado pegada a la barra. Reacciona, Dani... Joder...-
- Fer, vosotros tenéis una copia de la llave de nuestra habitación, ¿verdad?
- Claro, flor. Para la limpieza y mantenimiento.
- Verás...
- No me digas más... Se os ha olvidado...- sonríe.- No entiendo por que Hugo no me lo ha dicho... Se la habría dado a él.- está aquí. Hugo, está aquí...-
- Nos hemos dado cuenta después... Ya sabes...
- No te preocupes, flor. Ahora mismo te la traigo. Luego la dejáis aquí, ¿vale?
- Claro.- Ando nerviosa con la llave en la mano, paso por la sala común y se oyen gemidos y jadeos, voy hasta nuestra habitación. Cierro los ojos, respiro hondo y meto la llave en la cerradura. Agarro con fuerza el pomo y la puerta cede, sin apenas hacer ruido. El corazón me bombea acelerado, noto la pulsación en mis venas, una y otra vez, sin parar... Pero mis ojos no estaban preparados para ver lo que en aquella habitación, en la cual Hugo y yo habíamos disfrutado tanto... Estaba ocurriendo en aquel momento. Sobre el suelo, a los pies de la cama, un vestido verde arrugado, tirado de cualquier forma, unas sandalias, y un traje negro. Una camisa blanca y una corbata negra. Su ropa. En la mesa baja delante del sillón en el que hace poco, Luca nos observaba, un anillo. Su anillo. Nuestro anillo de bodas. Sobre la cama, una mujer a horcajadas, pelo largo, negro, como el mío. Cabalgando sin parar, mientras gime y jadea. Debajo de ella, gruñendo y gimiendo, mi marido. Me tapo la boca con las manos y siento como el corazón me deja de latir. Vuelvo a enfocar la vista. Es Sara. Es mi prima. Mi prima y mi marido. Mi marido y mi prima. Llorando y con todo el cuerpo entumecido... Vuelvo tras mis pasos y me voy de allí, destrozada, rota por dentro. Dejo la llave a Fer en la barra, que me habla e intenta que me pare para ver que me ocurre, pero yo corro fuera. Salgo fuera del club y me dejo caer de rodillas. Grito y lloro desgarrándome, cuando empieza a llover. Una de esas tormentas de verano, muy oportuna... Siento la mano de Cris en mi hombro. Lloro con más fuerza. Hugo. Acaba de romperme el corazón. Acaba de romperme por entero. Me ha matado en vida. Me ha engañado. Me ha mentido.-
- ¡Dani, reacciona! ¿Qué coño pasa? Dani, levántate... Por Dios, santo... Háblame. Dime, ¿qué ha pasado?
- Está... Está ahí...
- ¿Qué, quién? ¿Quién está ahí, Dani?
- Hugo. Con mi prima.
- ¿Cómo? Pero...
- ¡Estaban follando! ¿¡Tú lo sabías!? ¡Dímelo!
- ¡No! Eso no puede ser, Dani... Eso... No... No puede ser, joder. Es imposible.
- ¡Lo he visto! Habitación 12 por si quieres verlo por ti mismo...- me levanto.-
- Dani...
- ¿Por qué, Cris? ¿Por qué me ha hecho esto? Si yo lo quiero... No entiendo nada...- Cris me agarra con tanta fuerza que incluso me hace daño, aunque no me quejo, me dejo abrazar, esperando algo de consuelo, pero no hay. No hay consuelo. No hay paz. Solo dolor. Tristeza. Desesperación. Confusión. Rabia. Pero no consuelo. Veo aparecer un taxi por la esquina. Me separo de él y alzo la mano para pararlo.-
- ¿Qué haces, Dani? No, no... Espera. Espera... Dani, por favor...
- Estaré bien. No te preocupes.- me monté en el taxi, totalmente empapada, como un perrito desvalido, el taxista me miró con una ceja arqueada, seguramente pensando en que le dejaría echa un asco la tapicería. No me importa. Doy la dirección de casa de Hugo, iré a recoger lo más importante, pero no pienso quedarme ahí. Me iré a mi piso. No quiero saber nada más de él. Nada. No quiero verlo, no quiero hablar. No quiero nada. Solo que deje de doler. Que este maldito dolor en el pecho deje de axfisiarme...
Recogí algo de ropa, mi bolsa de aseo y poco más. Lo imprescindible. Compraré lo demás, no pienso regresar más a esta casa. Tras despedirme de canela, que me mira tristón desde el balcón, y de dejar sobre la encimera el anillo, de llorar un poco más, por si acaso lo he hecho poco, salgo de esa casa para no volver jamás...

TentaciónSinLímite2RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora