Capitulo 6

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El despertador sonó y me sacó de aquel sueño delicioso, en un momento de arrebato sexual, hacía el amor salvajemente con Hugo en su despacho. Contra el ventanal, sobre la mesa, en el suelo, por todos sitios... Parecía tan real...
- Joder... Necesito echar un polvo pero ya...- no puedo seguir así, no puedo seguir teniendo sueños eróticos con mi jefe, que por muy bueno que esté es gilipollas y me tiene trabajando como una burra. Una ducha caliente me reaviva y me enfría, luego me arreglo el pelo metódicamente y me maquillo. Me encuentro en el armario unos vaqueros pitillo negros, me encantan como me quedan, me pongo una camisa blanca de cuello alto y la chupa de cuero negra. Estoy cañera, y sexy, lo que necesito para enfrentar el día tan largo que me espera. Al menos es viernes, necesito descansar y relajarme. Salgo a la calle y me enciendo un cigarro, ando tranquila hasta llegar a la oficina. Voy al starbucks y vuelvo con mi café. No quiero tomarlo fuera, despistarme y darle la satisfacción de llegar tarde otra vez a Hugo. Entro decidida en recepción, saludo a Marina.-
- ¿Qué tal la fiesta?
- Muy bien. Te echamos de menos.
- En otra ocasión, quizás.
- Hoy es viernes, ¿cervezas en el BMB?
- Si no tengo trabajo por supuesto, nos vemos para comer.
- Vale, que tengas un buen día.
- Dios te oiga...- Sonrío y subo en el ascensor, doy un sorbo a mi capuchino y miro la hora. Las nueve menos cuarto, menos mal. Llego a la planta y voy hacia mi despacho, suelto el café sobre la mesa y rápidamente imprimo la agenda de Hugo. Estoy esperando que termine cuando suena el teléfono, mierda.-
- Secretaria de Hugo Padilla, ¿en qué puedo ayudarle?
- Dani, ¿puedes venir a mi despacho?
- Ehh...- Mierda, mierda, mierda... ¿Qué coño quiere? Son menos cinco, no he llegado tarde. Maldita sea, ya tiene ganas de discutir.- Un momento, estoy imprimiendo tu agenda, enseguida voy.
- Vale, no te preocupes. Cuando puedas...- Mmm... Falsa cortesía, verás lo que me espera. Cogo la agenda y le doy otro trago a mi café y salgo a toda prisa, toco con los nudillos.-
- Adelante.
- Perdona el retraso, ten. Tu agenda, hoy tienes una reunión fuera, a las once en el hotel Ritz, suite 502. Con Héctor Ruiz, publicista.
- Si, si... Siéntate, por favor.- Otra vez "por favor"... Dudo un instante, luego tomo asiento y él me mira las piernas, no tengo vestido, no se me ve nada, ¿qué mira?.- Quiero disculparme contigo. Creo que mi reacción ayer, fue exagerada. No debí hablarte de esa manera.
- No importa, señor. Llegué tarde, tenía todo el derecho del mundo a reprenderme.
- Pero dije cosas que no...
- No lo tengo en cuenta. Quiero que sepa que soy muy profesional, que me tomo muy en serio mi trabajo. Pero lo que yo haga de puertas para a fuera de esta empresa, solo me concierne a mi. Lo que haga fuera de aquí no es asunto suyo. Y le agradecería que no mezclara mi trabajo con mi tiempo libre. En el cuál, yo puedo hacer lo que me de la gana.
- Estoy de acuerdo, tienes razón. Y me siento muy mal, no debí faltarte al respeto. Espero que puedas perdonarme.- Yo lo miré unos instantes, nos miramos los dos a los ojos, sus ojos azul zafiro, parecían sinceros.-
- Acepto sus disculpas. ¿Algo más?
- Si, me gustaría que viniera conmigo a la reunión.
- ¿A la... Yo?
- Si, tranquila. Solo quiero que tomes apuntes, será fácil. Te lo prometo.
- Claro, claro... Bien. Voy a preparar el informe, ¿algo más?
- No, cuando tenga el informe para la reunión venga para que pueda darle el visto bueno. Eso es todo, Dani.
- Bien, estaré en mi despacho.- Salí del despacho de Hugo alucinada. Me ha pedido perdón, y parecía sincero... Que voluble es. Parece bipolar. ¿Lo será? Y quiere que asista a la reunión, el día que menos arreglada vengo. Debería llevar falda o vestido, y yo hoy precisamente, vaqueros de pitillo. Gruño y voy al despacho de Carol, toco a la puerta. Y entro.-
- Necesito tu ayuda.
- Buenos días, Dani. ¿Qué ha echo Hugo?
- No, nada. Bueno si, pedirme perdón. ¿Fuerte, verdad? Pero parecía sincero.
- Eso me parece genial, está bien que entre en razón. ¿Qué ocurre?
- Quiere que vaya a una reunión con él, es un hotel, una suite, para ser exactos, y justo hoy que no vengo vestida apropiada para una reunión.
- Pues yo te veo estupenda. Muy cañera. Me encanta.
- No debería llevar un vestido, una falda y camisa o algo así, más... ¿formal?
- Tu estás bien con lo que te pongas. La profesionalidad no se mide por el atuendo que lleves. Estás genial. Solo te falta esto.- Saca de su bolso una barra de labios. Lo miro escéptica.- La he comprado esta mañana, pero estoy segura de que a ti te quedará mucho mejor.- lo destapo. La miro.-
- Es rojo.
- Exacto. Atrevido, cañero, pasional, sexy... Como tu atuendo. Te va a quedar genial. Ten cuidado que no te ligues al cliente sin querer...
- Pero...
- Hazme caso. Estás divina.
- Bueno, si tu lo dices... Vale. Me voy, tengo que preparar los informes para la reunión. Nos vemos luego.
- Hoy es viernes. Podríamos ir a tomar algo.
- Claro. Luego hablamos. Chao.- Y me fuí a mi despacho. Preparé todo con especial cuidado. Tenía que salir bien, tenía que estar todo perfecto. En cuanto terminé fuí al despacho de Hugo. Él ojeó un poco.-
- No tenemos mucho tiempo. Lo miraré con más detenimiento en el camino, ¿estás lista?
- ¿Me das un minuto?
- Claro. Te espero en la limusina.
- ¿Limusina? ¿no vamos en tu coche?
- Para estos tipos de reuniones, no. El chófer de la empresa nos llevará.- Asentí y fui al baño. Mierda, estoy muy nerviosa. No voy adecuada. ¡Si hasta vamos en limusina! ¡y con chófer y todo! Me eché las manos a la cara. Vale, Daniela. Vamos, no seas estúpida. Me pinté los labios con el carmín y me miré boquiabierta. Me sentaba bien el color, la verdad. Tengo los labios gruesos, y así parecen más sensuales. Me puse mi chupa negra de cuero, la verdad, estaba cañón, no se si para una reunión de negocios, pero me gustaba mi reflejo. Me eché un poquito de mi perfume preferido, y salí. Bajé al parking y en cuanto el ascensor paró y salí, abrí la boca de par en paz. Madre mía. Hugo hablaba con el chófer, parecía darle instrucciones, una limusina negra y brillante era el medio de transporte que nos llevaría a la reunión. Hugo se dio la vuelta y me miró.-
- Ah, bien, ya estás aquí. Vámonos.
- Joder, como mola...- Hugo abrió la puerta y se montó. A mi el chófer me abrió para que entrara. Le di las gracias y entré. Y flipé más todavía. Era espaciosa, asientos de cuero, beige. Cómodos y suaves. Olía a cuero nuevo, a puro lujo, vamos... Yo crucé las piernas y me puse cómoda, alucinando con todo. Hugo releía los documentos y subrayaba, yo que estaba enfrente de él, lo observaba con cuidado. Estaba guapo, muy guapo. Con un traje gris oscuro y una camisa blanca, tenía el pelo revuelto, y fijaba la mirada en la carpeta. Hasta que levantó la vista, y me miró, me pareció ver que se sorprendía. Mierda, me ha pillado mirándolo.-
- Hay unos cambios que me gustaría que hicieras.
- Claro.- Me tiende la carpeta y yo la cojo, nuestros dedos se rozan levemente, y una corriente eléctrica me sacude el cuerpo. La aparto rápidamente y me pongo la carpeta sobre las rodillas, saco de mi bolso una pinza y me recojo el pelo en un moño improvisado, saco un lápiz y empiezo a hacer los cambios. Durante todo el rato me siento nerviosa e incómoda, no para de mirarme, quizás como yo estaba haciendo hace apenas unos instantes, en cuanto termino le pongo la carpeta a su lado en el asiento, para no tener que dárselo en mano, y lo miro.-
- ¿Qué miras?.- Él intenta ocultar una pequeña sonrisa, pero no lo consigue.-
- Tus labios.- yo trago saliva e intento ocultar lo mucho que me ha gustado su respuesta.- Te los has pintado.
- Si.
- Me gusta como te queda el color.
- Gracias.- estoy confusa, no termino de seguirlo, es muy voluble, y nunca se si lo que dice es realmente lo que quiere decir, no para de mirarme. Y entonces, como si se encendiera una bombillita dentro de mi cabeza, pienso en lo que Carol me contó. Sexo sin sentimientos, sin explicaciones, sexo por que sí, por que me da la gana... Ataque de seducción en tres, dos, uno...
Vuelvo a cruzar las piernas y subo mi mano derecha hasta el moño, me quito la pinza y mi pelo cae en cascada sobre mis pechos, muevo la cabeza despacio de un lado a otro y hago un ruidito de satisfacción... Se remueve nervioso en el asiento, primer asalto conseguido. Me llevo el lápiz a la boca, y lo mordisqueo mirándolo fijamente.-
- ¿Y qué sabes del cliente?.- él carraspea nervioso, vuelve a removerse y me mira fijamente a la boca, donde el lápiz me golpea despacio, dando toquecitos inocentes.-
- Tiene una empresa de publicidad. Es muy rico e importante. Quiere reformar la empresa y si llegamos a un acuerdo, ganaremos mucho dinero.
- Ajá... ¿lo conoces personalmente?
- Hemos coincidido un par de veces. Es un hombre muy importante, ha conseguido grandes cosas.
- ¿Y cómo ha contactado contigo? - Por un amigo en común. Daniel, es de Londres.
- ¿De Londres?
- Si. Es abogado, tiene su propio bufete. Es muy bueno en su trabajo.
- Pues que bien.
- ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias. No bebo cuando trabajo.- estamos en pleno ataque de miradas cuando me suena el móvil en el bolso. Mierda. Yo lo saco y lo cogo.-
- ¿Si?
- ¿Hermanita?
- Ah, hola. ¿Qué tal por Tokio?
- Genial, vuelo mañana de vuelta. Tengo que cubrir un reportaje allí y he pensado que podría pasarme para vernos.
- Claro, ¿por qué no te quedas en casa conmigo?
- ¿De verdad?
- Claro, hombre... No es un palacio, pero seguro que encontramos algo con lo que divertirnos.
- Vale, perfecto. Te llamo en cuanto sepa a la hora que llegaré. - Muy bien, nos vemos pronto.- colgué y volví a mirar a Hugo, ahora parecía enfadado. Estaba pensando en decir algo sugerente cuando la limusina paró. Hugo rápidamente se apeó, carpeta en mano. A mi el chófer me abrió gentilmente y yo le sonreí en agradecimiento. El hotel Ritz es puro lujo y glamour, yo me quedo embobada mientras Hugo en recepción, hablaba con la recepcionista.-
- Vamos, Dani. Héctor nos espera en su suite.- asiento y ando al lado de él hasta que llegamos al ascensor. Nos montamos y dos hombres trajeados, se montan también. Hugo y yo nos miramos, estamos muy cerca, el uno del otro. Nuestros brazos de rozan, y el aire se vuelve irrespirable, mi piel arde y siento las mejillas arder. Las puertas se abren y los hombres se bajan, se cierran de nuevo y trago saliva. Él me susurra al oído.-
- Tranquila, solo nos queda dos plantas...- Me mira y sonríe de medio lado, y algo en mi interior parece arder. Incluso puedo sentir chisporrotear el fuego en mi mente... Al fin las puertas del ascensor se abren y salgo rápidamente buscando aire fresco, que me enfríe. Has empezado tu, Daniela. Has jugado con fuego... Andamos hasta la suite 502, Hugo toca con los nudillos y siete segundos después, nos abre un hombre moreno, ojos azules, claros, casi cristalinos, barbilampiño, labios bien perfilados, sensuales, cuerpo definido, fuerte, alto, un jodido adonis. Dios santo, que larga se me va a hacer la reunión.-
- Hugo Padilla, ¿verdad? Soy Héctor Ruiz, adelante, por favor.- extrechan las manos.-
- Un placer, señor Ruiz. Ella es mi secretaria, Daniela Lozano.- me sonríe y me tiende la mano con firmeza, parece seguro de si mismo, y sin lugar a dudas sabe el efecto que tiene en las mujeres.-
- Preciosa, señorita Lozano, es realmente preciosa. Por favor, pasen.- la suite es una locura, grande, espaciosa, con un gusto exquisito. Nos lleva hasta una mesa de madera oscura, nos hace tomar asiento.-
- ¿Queréis tomar algo?.- Hugo niega con la cabeza.-
- No, gracias.
- Agua, si es tan amable.- el bombón de ojos claros se da la vuelta y me premia con una panorámica perfecta de su precioso culo prieto, mmm... Abre una neverita y saca una botella de agua pequeña.-
- Gra... Gracias.
- A ti.- y me guiña un ojo, madre mía...-
- Bueno, espero que te llegara mi informe valorativo.
- Por supuesto, por eso está aquí.
- Puede tutearme, si lo desea. Creo que tenemos más o menos la misma edad.
- Bien, ¿qué le ha parecido el informe, Héctor?
- No te voy a engañar, Hugo. He recibido una veintena, pero el tuyo es el que más me ha gustado.
- Y a mi.- Todos nos volvemos hacia la voz. Una chica rubia, muy guapa y con un cuerpazo de escándalo, sonríe y viene hasta nosotros.- Con permiso.
- Ella es Laura Palacios, mi hermosa prometida.- Mmm... Culito prieto está pillado, era de esperar...- Ellos son Hugo Padilla y su secretaria, Daniela Lozano.- ella nos estrecha la mano con seguridad, y toma asiento y me dice.-
- Daniela, es un nombre precioso. Me encanta.
- Gracias.- La reunión va mucho mejor de lo que había pensado, tanto Héctor como Laura son majísimos, y me siento muy cómoda. Tomo apuntes de todo lo importante, y al final Héctor termina cerrando el trato. Hugo está contento, y se le ilumina la cara. Después de la firma, la conversación se torna menos formal y más amigable.-
- Héctor, no te arrepentirás.
- Estoy seguro, Hugo. Daniel me ha hablado muy bien sobre ti y tu trabajo. Y aunque al principio no caí, después me di cuenta de que ya conocía tu trabajo. Conocí a tu padre. Él construyó la casa de mis padres. Era un buen hombre.- Observé a Hugo, había estado tranquilo durante toda la reunión, pero ahora parecía nervioso, incómodo.-
- Que coincidencia, no tenía ni idea.- no me pasó por alto su reacción, ¿no le gustaba hablar de su padre? Carol me contó que murió, ¿le dolería hablar de él? Pero Laura me sacó de lleno de mis pensamientos.-
- ¿Eres de aquí?
- No, soy andaluza. De Granada. Estoy aquí por trabajo.
- ¡Yo también soy andaluza! De Sevilla, concretamente. Que bien, encontrar a otra andaluza en la ciudad... Yo también vine aquí hace unos años, por trabajo. Trabajo en la empresa de Héctor. - Vaya, que bien, ¿no? Trabajar juntos...
- Bueno, tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas... Pero lo llevamos bien.
- ¿Tú y Hugo...?
- Oh, no, no...- lo miro y está enfrascado en una conversación con Ruiz.-
- Pues yo creo que le gustas.- se acerca y me lo dice como si fuera un secreto entre las dos. Yo sonrío y vuelvo a mirarlo, tan guapo, tan listo y tan sofisticado.- Y a ti, parece que también.
- Hombre, es... Guapo.
- Y tu también. ¿Quieres un consejo? Haz lo que te apetezca, luego te arrepientes de no haberlo echo.- Sonreí y me quedé pensando en lo que me había dicho. Nos despedimos en la puerta, apretones de manos, sonrisas, y Laura y yo nos dimos dos besos, el apretón de manos lo dejamos para los hombres. Entonces Laura dijo de pronto.-
- ¿Por qué no cenamos juntos? Los cuatro, pero nada de negocios, salgamos a conocernos y pasarlo bien.
- Me parece una idea genial, nena.- la besó y Hugo y yo nos miramos incómodos.-
- Por mi bien, ¿Dani?.- seis ojos clavados en mi, ¿qué iba a hacer?.-
- Claro. ¿Por qué no?.- Quedamos en su hotel a las diez, y tras despedirnos, Hugo y yo andamos en silencio hasta el ascensor. Bajamos abajo y al salir el chófer nos esperaba, me abrió la puerta gentilmente y nos acomodamos en los asientos. Entonces, con algo de nerviosismo, y al ver que Hugo no decía nada ni transmitía nada...-
- ¿Ha ido bien, verdad?.- Él que estaba pensativo, me miró de pronto y sonrió de oreja a oreja.-
- Mejor que bien. Lo hemos conseguido. Has estado muy bien, Dani. Le has caído genial a los dos.
- Vaya, gracias. Estaba muy nerviosa, pero luego... Son muy simpáticos...
- Si que lo son. Esta noche tenemos una cena.
- Si.
- ¿Te apetece venir? Si no quieres venir no tienes por que hacerlo, no entra dentro de "los negocios".
Quiero decir, que no es una reunión de negocios. Puedo poner cualquier excusa...
- No, no es necesario. No me importa.
- Bien. Muy bien. ¿Quieres que te recoja en tu casa?
- No quiero molestar, puedo ir en taxi...
- Por Dios, no. Iremos en la limusina. ¿Te parece bien a las nueve y media?
- Vale. Estaré lista.- Él sonrió y se desabrochó la chaqueta del traje y abrió un minibar a su izquierda.- Ya se que me has dicho que no bebes cuando trabajas, pero hay que celebrarlo.- y sacó una botella y dos vasos, puso dos dedos en cada uno de un líquido ambarino y me pasó uno. Yo lo cogí y olí, parecía fuerte.-
- ¿Qué es?
- Bourbon.- se acercó a mi, justo frente a frente, me sonrió y me chocó el vaso, y me quedé embobada viendo como se lo bebía de un trago. Me hizo un gesto para que bebiera y bebí. Lo tomé de un trago como él, no debí hacerlo. La garganta me ardía, el estómago me ardía y yo tosía sin parar. Él se sentó a mi lado, y me dió unas palmaditas en la espalda.-
- Es un poco fuerte...- dijo sonriendo. Cuando pude parar de toser, y mi estomago se quemó del todo.-
- No me gusta.- él rió a carcajadas. Yo lo miré ofendida, maldita sea, ¿se estaba riendo de mi?.-
- ¿Te estás riendo de mi?.- ¿lo he dicho en voz alta? Si, lo he dicho, y he sonado tan ofendida como lo estaba. Él me miró serio, su risa se había borrado.-
- Lo siento. No quería ofenderte.
- ¡Pues lo has echo!.- y me crucé de brazos enfadada, como una niña pequeña, miré hacia la ventanilla de cristal tintado. Pronto sentí su mano coger la mía, acariciándola, me volví y nos miramos, otra vez ese calambre, ése cosquilleo por todo el cuerpo. La retiré rápidamente. ¿Por qué me asustaba ese sentimiento? Esa electricidad, ese deseo tan carnal? Me miró avergonzado.-
- Lo siento. Yo...- pero no le dejé hablar. Lo besé, con ganas, él se sorprendió pero rápidamente me siguió, puso su mano en mi nuca para poder besarme y los dos nos fundimos en aquél beso caliente y excitante. Su lengua examinó la mía con pericia y yo totalmente hechizada y entregada me subí encima de él sin separar mis labios de los suyos, sentada sobre sus piernas y tirándole del pelo, parecía un potro desbocado. Estábamos sin aliento, por lo que no nos quedó más remedio que separar nuestras bocas. Nos miramos con intensidad. Él me acarició la cintura en silencio. Subió las manos a mis hombros, y con una lentitud enervante, me bajó la chupa de cuero, que quedó tirada a sus pies. Yo llevé mis manos al bajo del jersey y me lo saqué por la cabeza. Él me miraba excitado y acarició lentamente mi vientre y mis pechos con una mano, mientras la otra me a sujetaba por la espalda, pronto el sujetador quedó tirado junto a la demás ropa, acarició mis pechos y me pellizcó ambos pezones entre sus dedos, gemí y jadee moviendo las caderas excitada. Sentí como su erección crecía debajo de mi y me sentí poderosa, así mientras él me mordisqueaba y succionaba con avidez mis pezones erectos, yo me balanceaba encima de él, frotando una y otra vez su erección con mi sexo.-
- Oh, Dios Dani...- Me agarró con fuerza y me tumbó en el suelo de la limusina, tocó un botón y habló por un intercomunicador.- Frank, da vueltas a la manzana hasta que yo te ordene.
- Si, señor.- me miró allí tendida, en el suelo, anhelante. Su boca se posó en la mía de nuevo, se quitó la chaqueta y se desabrochó los primeros botones de la camisa, me quitó los Manolo Blahnik y me desabrochó los vaqueros.-
- ¿Estás segura?
- ¿Y tú?
- No, pero ya no puedo pensar.
- Yo tampoco.
- Deseo hacerte mía aquí, ahora.- yo miro hacia la ventana que separa al chófer de nosotros.- Él no puede vernos.- yo asiento y me muerdo el labio. Él tira de mi pantalón y me deja solo con el tanga rosa pálido, al igual que el sujetador. Pero no dura mucho en su sitio, se deshace de él de inmediato y se pega a mi cuerpo para besarme, sobre sus codos, baja por mis pechos, pesados e hinchados de excitación. Me lame y me chupa con fuerza y yo deseo más, mucho más... Le quiero a él.-
- Dime... Que tienes... Condones.-digo casi sin poder respirar. Él me mira y sonríe, asiente y se echa mano al bolsillo, saca la cartera, extrae un envoltorio plateado y lo deja sobre el asiento, tira a otro lado la cartera y me besa el vientre, baja, baja, baja, hasta que llega a mi ardiente sexo, sopla y hace que me retuerza, me sonríe y hunde la cabeza entre mis piernas.-
- Oh, por favor...
- Estáte quieta.- lo intento, lo intento... Pero hunde su lengua entre mis pliegues y me es imposible, muevo las caderas en busca de mi propio placer, estoy casi, estoy a punto... Pero justo en ese momento, el ruído de un teléfono nos sobresalta y paramos.-
- Oh, mierda...
- Lo siento.- Es él suyo, se lo saca del bolsillo y lo pone encima del asiento, se para y sin mirarlo siquiera, vuelve a hundir la cabeza entre mis piernas, esta vez sube una mano y mientras su lengua juega con mi clítoris, sus dedos pellizcan con fuerza mis pezones, primero uno y luego otro, yo vuelvo a gemir y vuelvo a estar cerca, pero el teléfono vuelve a sonar.-
- ¡Joder!.- Él lo coge y mira la pantalla. Me mira.-
- Tengo que cogerlo, perdona.- pulsa y habla mientras yo, frustrada, y si, enfadada me empiezo a vestir ante su atenta mirada.- Dime. Si. ¿Qué? Vale, vale... Estaré allí en media hora, más o menos. Si. Vale. Vale. Adiós.- cuando cuelga yo ya me estoy poniendo los taconazos. Aprieta el botón de antes.- Frank, al parking de la empresa.- yo me intento peinar un poco la maraña que es mi pelo, saco un espejo pequeño del bolso y me quito los restos de carmín con un pañuelo.- Dani, yo...
- No digas nada.
- Tengo que irme. Lo siento.- yo permanezco callada e intento no mirarlo.- Di algo, Dani...
- No tengo nada que decir.- él se pasa la mano por el pelo, devolviéndoselo más aún. La limusina se para, el chófer abre mi puerta, bajo y voy como una bala hacia el ascensor, pero Hugo me agarra por el brazo.-
- Frank, puedes irte a descansar. Te llamaré si te necesito.
- Si, señor.- el chófer, prudente se aleja. Hugo me mira.- Créeme que lo siento, Dani. Yo también lo deseaba. Mucho.- me gusta su respuesta y sonrío un poco.- Eso está mejor, ¿me perdonas?.- asiento.- Te recogeré a las nueve y media, cenaremos con Héctor y Laura, y después, tu y yo, terminaremos lo que hemos empezado.- me acaricia la cara y me da un beso en los labios, un beso que hace que mi cuerpo tiemble de nuevo, y deseé con más fuerza que llegue la noche...
Veo como monta en su bmv y se va, yo atolondrada, subo en el ascensor y me voy a mi despacho con una sonrisa estúpida en la cara...

TentaciónSinLímite2RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora