Capítulo 33: Mínima conexión astral

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Ya estábamos en el avión camino a Málaga al fin. He esperado el momento de volver a ver a Dani tanto que estoy eufórico a la vez que nervioso y angustiado. Llevo queriendo besarle desde que me desperté en el hospital y estaba dispuesto a perdonar lo que había hecho, se que era un momento complicado en su vida y no tenía las cosas claras. Ahora era otra persona que me amaba y cuando lo vuelva a encontrar no lo dejaré nunca.

Ana, que estaba sentada a mi lado, notaba mi inquietud y me acariciaba la mano para que me tranquilizase, no se que haría sin ella.

-Tranquilo, ya veras como lo encuentras sin problemas después de lo que ha averiguado Andreu.- Si, Andreu había encontrado el barrio donde vivía Dani, La Paz. No me preguntéis como, según él "tiene sus contactos".

-Si, gracias Ana- sonreímos.

Llegamos a Málaga y nos alojamos en el hotel que habíamos reservado. Eran las 11 de la noche y decidimos que lo empezaríamos a buscar mañana (después de la insistencia de Ana, yo lo habría buscado toda la noche). Cada uno se fue a su habitación, yo me quité las zapatillas y simplemente me eché en la cama, no podía dormir pensando que él podría estar a metros de mi sin yo saberlo. Entonces, en vista de que no conseguiría conciliar el sueño esa noche, me dispuse a dar un paseo por la noche.

Málaga a la luz de la luna era realmente preciosa, las calles permanecían en silencio y corría una brisa agradable. Me fijaba en las calles, en las casas en las que por la ventana dejaban ver una luz o incluso una familia y deseaba que en alguna de esas pudiera verlo a él... No podía dejar de pensar en que... quería formar una familia con Dani, no quería nada precipitado pero... que algún día pudiese tener a un bebe entre mis brazos, que llevara nuestros apellidos, quererlo y educarlo... junto a él.

Me senté en un banco, incliné la cabeza y observé el firmamento, tenía un brillo especial, parecían diferente a el de Cataluña pero era el mismo. Empecé a pensar en que quizá Dani podría estar viendo las estrellas en ese mismo instante y que tal vez se estaría fijando en el mismo cuerpo celeste que yo. Eso me hacía sonreir, cualquier conexión con él, por pequeña que fuera, hacía que mi corazón se acelerase.
Lo que yo no sabía es que una calle distinta a la mía en el barrio La Paz estaba él, sentado en un banco, mirando el cielo, pensando exactamente lo mismo que yo y derramando lágrimas por mi amor que creía perdido para siempre pero el cual latía al son y ritmo de el suyo debido a una mínima conexión visual con una estrella.

Y Si... -Berto Romero & Dani RoviraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora