I Need You

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Llevaban ya dos días ahí, esperando a que Sonic se recuperara, cosa que parecía que nunca pasaría; y en medio de la espera que parecía eterna, se encontraba ella, siempre a su lado; muchas veces en silencio, otras veces hablaban amenamente hasta que el silencio reinaba de nuevo. No estaba seguro por qué ella muchas veces no decía nada, pero sí sabía por qué él muchas veces prefería callar; cada vez que Blaze hablaba, cada vez que lo miraba, y en las pocas oportunidades en las que le sonreía, hacía que su corazón latiera a toda prisa, que un suspiro fuera robado de su ser y que su garganta se cerrara al recordar que nunca podría estar con ella.

Ambos había terminado yendo con el doctor de la familia, su nombre era Big, era un fanático de la pesca y como mascota tenía una rana llamada Froggy, parecía ser su único amigo. Cuando llegaron pareció asombrarse al verla, después de todo, Blaze llevaba dos meses desaparecida. Pidieron ayuda para salvar la vida del erizo azul y le pidieron explícitamente que no le mencionara a nadie que ella se encontraba ahí. Big no pareció estar de acuerdo, pero aceptó las condiciones de la chica y al momento se puso a trabajar.

Silver y Blaze se encontraban en la sala de espera de aquel consultorio, habían tenido que dormir ahí desde su llegada, ya que no habían habitaciones en donde pudieran descansar. Ya era su segundo día en el recinto y el erizo plateado se mantenía viendo fijamente la ventana, muy pensativo, mientras que Blaze se mantenía viendo un reloj de pared en el fondo de la habitación, sólo viendo pasar los segundos, como siempre, en silencio.

–¿Puedo preguntarte algo?– rompió el erizo plateado el silencio.

–¿Uh?– exclamó ella quitando su vista del reloj de pared –¿Qué cosa?

–¿Por qué le pediste a ese doctor que no le dijera a tu familia que te encuentras bien?– preguntó Silver sin quitar su vista de la ventana en ningún momento –Deben de estar muy preocupados por ti...

Bufó molesta frunciendo el ceño –...Supongo– contestó sin interés.

–¿No te importa?– preguntó viéndola al fin.

–Si me esperaron dos meses, dos días más no los mataran– respondió con frialdad.

–¡¿De qué hablas?!– exclamó exaltado –¡Dos días para una familia que pasa un secuestro es una eternidad!– indicó con el ceño fruncido causando en que ella refunfuñara en señal de molestia –¡Blaze!, ¡Deberías de hablar con ellos, al menos hacerles saber que estás bien!

–Esa es mi decisión, no la tuya.

–Pero...

–Es mi decisión, déjalo así Silver.

Fijó su mirada en el reloj de pared irritada por su insistencia. No era de su incumbencia si ella hablaba o no con su familia; además, no importara cuanto los quisiera, nunca antes se había sentido más libre que en el momento en el cual la habían aprisionado en aquella casa.

Por primera vez en su vida se sentía con la libertad de hacer lo que ella quisiera, y de alguna manera todo se lo debía a él. Blaze vio de reojo al erizo plateado, quien soltaba un suspiro pesado ante su terquedad, parecía frustrado. Blaze sabía que quería ayudarla, pero por el momento prefería seguir a su lado un poco más de tiempo. Ella sabía que en algún punto el erizo azul despertaría y mejoraría, y después de eso...

–Se irán– susurró la gata por lo bajo –, cuando él esté bien.– empezó a hablar para sí misma.

–¿Dijiste algo?– inquirió el erizo plateado al escuchar balbucear.

–Es sólo que...– murmuró sintiendo un rubor cubrir sus blancas mejías –¿Cuando él esté bien, qué harán?– preguntó sin verlo en ningún momento.

In the Eyes of a MurdererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora