Decisiones

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Las puntadas en su abdomen lo hicieron maldecir al erizo negro que había causado todo eso. –Esto será todo Agente– le dijo la enfermera poniéndole un vendaje alrededor para que la herida no llegara a infectarse. Knuckles se recostó un momento dirigiendo su mirada al techo de aquella habitación de hospital, escuchando como las enfermeras corrían de un lado a otro ya que habían otros pacientes más importantes que él en ese momento. Knuckles se levantó abruptamente recordando a sus compañeros para ver a la enfermera que lo había entendido, quien se encontraba guardando un par de cosas.

–¿Cómo se encuentran mis compañeros?– preguntó el equidna con un tono de preocupación.

–Mmm... La abejita que venía con usted estaba siguiendo a los doctores de un lado a otro, así que tuvimos que sedarlo. La chica murciélago está en la sala de espera y....

–¡Me refiero al camaleón y al cocodrilo que entraron a emergencias!– exclamó Knuckles impaciente.

–Oh, bueno, el camaleón estará bien, sólo necesita descansar y no mover ese brazo; ahora el cocodrilo está en el intensivo. La verdad no sé si podrá resistir la operación...

–Vector...– susurró viendo a la puerta que tenía un letrero de 'Emergencias' en ésta.

–Puede ir a esperarlos a la sala de espera.

Knuckles caminó hacia la sala de espera en donde vio a la murciélaga sentada con una expresión de aburrimiento. Se sentó con cuidado a la par de ella, ya que le dolía bastante aquella herida que, gracias a la erizo negro, había empeorado al recibir los golpes.

–¿Cuánto más estaremos aquí?– preguntó desesperada Rouge. Knuckles la vio desaprobatoriamente, no podía creer que dijera eso sabiendo que alguien podía morir.

–No te preocupas por nadie que no seas tú– dijo Knuckles. La chica murciélago lo volteó a ver arqueando un ceja con una expresión molesta; no le había agradado ese último comentario.

–Eso no es cierto Agente– dijo molesta –Si no mal recuerdo, una vez salve tu vida, así que no vengas a decirme que no me preocupo por nadie que no sea yo– puntualizó ella.

El equidna no respondió nada desviándole su mirada, recordando aquel día. Hace mucho tiempo ella lo había salvado de una muerte segura; después de ese incidente Knuckles le había tomado algo de aprecio, dejándola de ver como la simple ladrona que era.

–¡Señorita no puede entrar con eso!– escucharon decir. Rouge y Knuckles voltearon a ver a la puerta principal al escuchar a la exaltada enfermera.

–¿Tiene un lugar para Extreme Gears?– se escuchó decir.

–No pero...

Dalia esbozó una sonrisa y caminó a la sala de espera, en donde reconoció a Rouge y a Knuckles; quienes al verla ilesa quedaron atónitos. Knuckles, quien era uno de los mejores, por no decir el mejor luchador cuanto a pelea cuerpo a cuerpo se refiere, había terminado mal herido por la pelea con el erizo negro.

–¿Cómo puede ser?– preguntó incredulo el equidna.

–No puedo creerlo- dijo Rouge –Knuckles terminó con una increíble paliza y tú vienes sin un sólo rasguño.

Dalia sonrió. Pensó seguirles el juego por un poco más de tiempo; si había algo que ella adoraba era que la vieran como alguien superior, pero le gustara o no, era imposible que después de la paliza que el erizo negro le había dado a Knuckles, ella llegara allí totalmente ilesa, aunque aún le dolía su espalda por aquella patada.

–Eso se debe a que no peleé con él, ¡Ah!, y por cierto, su nombre es Shadow.

–¿Shadow? No me digas que se pusieron a hablar en vez de luchar– dijo Rouge.

In the Eyes of a MurdererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora