Capítulo 28

1K 62 8
                                    

Todo ella era pecado. El pelo revuelto, sus suaves labios entre abiertos. La camisa solo le cubría hasta el nacimiento de su trasero dejando al descubierto sus torneadas piernas. Eran pocos los botones que cerraban el acceso a su cuerpo que puede ver como uno de sus pezones salía a saludar. Quise perder los estribos, pero no fue necesario. Ella una vez más tomaba la iniciativa.

Volcó su cuerpo contra el mío de tal manera que tuve que hacer un esfuerzo para que no terminar cayendo de bruces al suelo. La tome rápidamente de la mano y nos adentramos en la cocina. Al estar allí me beso con auténtica pasión. Nuestras lenguas se hicieron participe cuando mis manos subieron por debajo de la camisa, grata sorpresa fue saber que no llevaba ropa interior.

La subí a mi cintura y caminé con ella aferrada a mi hasta la despensa donde la deje caer sobre una pequeña mesa. Me separa de ella para deshacerme de la única prenda que no dejaba estar contra su piel. Nuevamente se adelantó. Se deshizo de todo lo que cubría mi cuerpo y solo cuando estuvo satisfecha con su trabajo permitió que la desnudara.

Finalmente podría hacerla mía como tanto anhelaba, en unos minutos olvidaríamos quienes éramos, hundirme en ella sin que importara nada más. Este amanecer lo llevaría tatuado en mi piel hasta el último respiro.

Su cuerpo brillaba bajo la luz dorada de la mañana. No dijo nada y yo tampoco, en momentos como este las palabras sobran. En cambio, las acciones, esas sí que nos podían hacer perder el control. Me acerque nuevamente a ella yéndome directamente a su cuello y repartiendo besos llegar a sus pechos. Por al fin los probaría.

Sus pequeños gemidos estaban empezando a volverme loco. Lamentablemente dentro de mi euforia recuerdos de la noche anterior llegaron a mi sin ser invitados. Me deshice de ellos tan rápido como pude. Katherina seria mía. Me centre nuevamente y llevándome de una vez por todas uno de sus pechos a mí boca lo que hizo que ella se retorciera de placer, sus pezones eran subes y adictivos, serian el vicio que me llevaría a la muerte.

En esta ocasión no habría interrupciones, podría disfrutar de ellos cuanto quisiera <<Como lo hizo David anoche>> No era ni el momento ni mucho menos el lugar para que mi subconsciente se pusiera exigente. Lo ignoré y seguí disfrutando de las dos hermosas montañas que poseía Katherina las cuales se endurecieron a mi tacto. Ella arqueo su espalda para darme mejor acceso a ellos, lo estaba disfrutando tanto como yo.

Una de mis manos bajo a su centro húmedo, con el pulgar comencé a estimular su clítoris para introducir dos de mis dedos de un solo golpe, ella sin ningún rastro de vergüenza comenzó a cabalgar sobre mi mano buscando su liberación mientras mordía sus labios para opacar sus quejidos de placer.

Tenía una mejor idea, opaque sus gemidos con mis labios. Nos envolvimos en un beso alocado donde mi lengua y sus dientes eran los protagonistas. Mientras que con una mano pellizcaba su pezón y con la otra penetraba profundamente su estrecha cavidad. No estaba siendo suficiente. Necesitaba estar dentro de ellas antes de que sus gemidos y la erótica visión de ella a mi merced hicieran que me corriera.

Al retirar mis dedos ella se quejó hasta que vio para lo que necesitaba mis manos. Liberar mi miembro de la ropa interior. La despensa estaba más iluminaba esto me permitía detallar cada centímetro de su piel. Gran error.

Me odie, a ella y a David. Sobre su hermosa piel estaba plagada de pequeños chupetones roseaos producto de la succión. El mensaje estaba claro, él había dejado su huella. Decir que me sentí jodido en ese momento se queda corto, la rabia y decepción fue un coctel mortal para aniquilar mi libido. Ella me veía desconcertada. No entendí porque me había detenido.

- ¿Qué te pasa? – Pregunto incorporándose sin mostrar vergüenza de su desnudez.

- Anoche los oí mientras follaban placenteramente. Él ha mancillado tu piel adrede. Dejo claro que tu cuerpo es suyo y puede hacer con él lo que quiera. Maldita sea... No deberíamos estar aquí – Mi propia reacción me tomo de sorpresa. Tenía frente a mí lo que llevaba tiempo deseando y lo estaba rechazando.

-No entiendo, ¿Qué tiene mi cuerpo? ¿No te gusta? - Pregunto en tono melancólico.

-Tu cuerpo me encanta Katherina. Estoy loco por él, lo que no me agrada es lo que David le hizo – Respondí con resentimiento hacia mí mismo. Esto no tendría que molestarme de tal manera que quiera arrancarles la piel a tiras a mi propio hijo.

-Lo de anoche... Lo siento... - Dijo bajando la mirada. Se veía claramente afectada.

-No tienes por qué sentir mal por haberte acostado con tu novio. Solo que no eres ganado para ser marcada Katherina, eres una mujer hermosa por dentro y por fuera que merece más que so. Será mejor que me vaya... – Tome mis prendas esparcidas por el suelo, esto ya no tenía caso.

-Robert no te vayas, por favor... – Me pidió ella. Mi deseo era quedarme y terminar lo que había empezado, pero algo dentro de mí me detenida.

-Pequeña quisiera quedarme aquí contigo, o mejor aún llevarte muy lejos y hacerte mía hasta que el sol se ponga, pero mi mente no me dejara ¿Sabes por qué? Porque hace apenas unas malditas horas gritabas mientras David te poseía. Te corriste gritando su nombre. Su sudor se secó en tu piel dejando huella. No soportare el hecho que te acuestes con él y luego vengas a mi cuando quieras que te haga mi mujer. No lo resistiría. Mala suerte para mí, él llego primero a tu vida.

Salí de la habitación llamándome idiota. La oportunidad estaba ahí y me aleje pero con la certeza de quería más que el cuerpo de aquella niña...

Seduciendo lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora