Capítulo 1

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Cuando estas al inicio de tus veinte tú vida se divide en lo que debes hacer y lo que quieres hacer, tu mayor problema tendría que ser un novio sin responsabilidad afectiva que un día te quiere pero al otro no, o una amiga que lo que tiene de envidiosa lo multiplica en regalada y la peor catástrofe seria que los anteriormente mencionados se revolcaran en tu cama. Eso le sucedería a una chica normal, no a mí, Katherina Giovanelli, Kate para los amigos, una recién huérfana que al mudarse con su tía a otro lado del continente se rindió bajo los efectos David Owen el hijo del jefe de esta.

Conocí a David el día que llegue a la ciudad al cumplirse un año del aniversario de la trágica muerte de mis padres. Él fue un soplo de aire fresco en mi trágica vida, su sentido de humor, aunque denso en algunos casos me hacia partirme de la risa por horas o preguntarme en ocasiones si en realidad sólo estaba bromeando. Me cautivo y por consiguiente me enamoró. No fue hasta la fiesta de noche de brujas en ese mismo año cuando me confeso lo que sentía por mi.

Con un año de relación me arriesgaría a confesar que han sido el más felices de mi corta vida llena de dramas familiares. Todo iba realmente bien hasta hace media hora cuando recibí un mensaje donde textualmente decía: <<Hay algo de lo que debemos a hablar. Es importante. >>

Clave la mirada hacia la puerta principal del ostentoso departamento de mi tía, estaba casi segura que si pudiera desgastar la puerta con la mirada, ya lo hubiese hecho y tendría que cambiarla, un pensamiento tonto pero así lo creía. El timbre no sonaba y eso solo prolongaba mi sufrimiento, esas palabras nunca habían traído nada bueno. Al menos ami historia de vida.

Habían pasado cuarenta y tres minutos con veinte segundos cuando al fin la estancia cobro vida tras el sonido del interfono, corrí hacia la puerta sin responder lo cual casi ocasiona una Kate estampada en en piso con la barbilla rota.
<<Relájate Kate, no sabes a que viene tanto misterio, así que deja de hacerte ideas>>

Me repetí como mantra un par de veces antes de abrir la puerta.

-Hola bellisima - Me saludo David para luego estampar un beso sobre mis labios como era habitual. El que me besara era una buena señal ¿O no?

-Hola cariño, pasa - Me hice a un lado y él fue directo a la cocina, a donde lo seguí como cachorro a su amo, ahí saco una cerveza del refrigerador a la cual le dio un largo trago. Lo vi casi suplicante. Que soltara de una vez y sin anestesia lo que quería decir.

-Bella, dije que necesitaba decirte algo importante, puede dar un cambio total a nuestra relación - Si antes estaba nerviosa, ahora estoy aterrada. Porque tanto suspenso. No podía y ya.

- ¿Tú dirás? - Pude articular con voz algo temblorosa, me senté en uno de los taburetes de la barra, en cualquier momento por culpa de los nervios me iban a dejar de funcionar las piernas.

-Kate, sé que llevamos poco tiempo juntos, te conocí gracias a Macarena quién me envió a cuidarte y no hacer mi novia, cosa que aún le disgusta ya que según ella me aproveche de su confianza, pero en fin. Te amo, desearía vivir contigo todo lo que la vida nos tenga planeado, ser lo último que vea cuando cierre los ojos cada noche y tú sonrisa la que me despierte cada mañana. Así que; Kate ¿Quisieras venirte a vivir conmigo? - Entrelazo sus manos entre las mías mientras nuestras miradas estaban perfectamente conectadas y danzando entre múltiples emociones ¿Vivir con él?

Sería algo precipitado. era lo mejor que me había pasado en este miserable año, amaba a David y vivir con él no se diferenciaba en mucho a lo que teníamos actualmente, ya que cuando no dormíamos en mi casa lo hacíamos en la suya. El que no arriesga no gana, o eso dicen por ahí.

-¿Me ayudas a hacer las maletas? - Y antes de que pudiera decir más sus labios estaba pegados a los míos.

Finalmente todo estaba listo, decore a nuestro gusto la pequeña casa de huésped del padre de David, este nos había ofrecido la casa principal para compartirla con él, pero mi obstinado novio dijo que no, ya que nuestra estadía aquí seria momentánea. A pocos kilómetros de aquí se está construyendo un exclusivo lote de casas astronómicamente costosas, entre ellas la nuestra.

-Esto parece un verdadero hogar - Dijo David entrando a la cocina. Estaba ordenando los utensilios en los cajones, el llegaba con las últimas cajas que faltaban por desempacar.

-Es nuestro hogar pequeño - se sintió tan bien decirlo, amaba mi nueva vida, mi estabilidad mental y emoción. Sin dramas ni pasado doloroso.

-Entonces deberías inaugurarlo como Dios manda nena - Acto seguido tomo mis labios, sin despegarse un centímetro de ellos me subió a las encimera y se deshizo de mi corto pantalón deportivo gusto con mi ropa interior.

-Cariño... -Quise protestar pero ya era tarde.

Actualidad.

Al llegar a casa no encontré a David por ningún lado, lo busqué hasta debajo de las alfombras y nada, hasta que conseguí escuchar su voz proveniente del área de la piscina.

-Si viejo no hay ningún problema - Dijo este a su interlocutor, por la forma en la que hablaba podría estar segura que era su padre.

-Tres horas serán suficiente - Al verme llegar sonrió e hizo que me sentara junto a él en uno de los sillones de mimbre y algodón traído de algún país del medio Oriente que adornaban la estancia.

-Ella está feliz de conocerte y ver nuevamente a su tía, aunque no creo que ella quiera verme, amenazó con cortarme las pelotas si Kate se quejaba de cualquier cosa mínima con respecto a mi.

Se ponía escuchar el eco de carcajadas que se unían a las de mi novio junto a mi. Estaba tan emocionada y asustada a partes iguales, había llegado la hora de conocer al gran Robert.

- También estoy deseando verlos. Adiós papá. - Al contar la comunicación hable, quería detalles.

-¿Novedades? - Pregunte al ver la enorme sonrisa en su rostro.

-Las mejores, papá y Macarena llegan en tres horas así que será mejor ponernos a trabajar en la bienvenida que ambos se merecen.

Solo había un pequeño detalle el cual quise omitir. Mi suegro, el ingeniero informático especializado en telecomunicaciones más cotizado y codiciado por las mujeres de todo el país, que no solo era asquerosamente rico, también incorrectamente atractivo, había aparecido en unos de mis sueños más húmedos, y desde ese momento a oscuras en más de una ocasión había pensado en él. Lo normal

¿O no?

Seduciendo lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora