Capítulo 17

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- Robert, ¿Dónde...

No han tenido la sensación de que una fuerte brisa atraviesa tu cuerpo y se lleva consigo algo de ti dejándote ese vacío que no sabes si es en el estómago o el corazón. Eso fue lo que sentía. Como si me hubiesen arrebatado algo que no sabía que quería, quizá la esperanza de llegar a algo más con Robert. La cuestión era que me sentía desolada.

<<Esto era lo que querías. Un escudo protector. Day era ese campo de energía que los separara, pero resulta que ese muro de contención era tu mejor amiga. ¡Lograste tu cometido Katherina! Deberías estar feliz>> Me recrimino una voz dentro de mi cabeza que no sabía si estaba ¿herida o triunfante? No se decidía.

-Disculpa la interrupción. Yo solo... – Sus mejillas eran color carmesí. Su mirada estaba perdida en sus pies.

-No tienes que disculparte. Lo que vine hacer aquí ya lo terminé – Dije separándome de Robert y rogándole a mis pies que se movieran. No querían responder. Robert se aclaró la garganta y hablo.

-Day porque no vas a cambiarte, tenemos un pequeño inconveniente y necesitamos de tu ayuda – Ella solo asintió con la mirada gacha.

-No sé a qué estás jugando al no querer verme a los ojos. Esto es infantil. No acabo de descubrir que te cogiste a mi novio. Levanta la cabeza, no hay nada que reprochar – Sin más que agregar salí como alma que lleva el diablo.

Baje las escaleras corriendo, tenía la vista nublado. Sabia la razón, pero no lo admitiría. No derramaría ni una sola lagrima por él, por ellos. No debería reclamar nada. Era feliz con David. Lo amaba y era en lo que debía concentrarme.

A quien quiero engañar ¿Lo quiero? Sí, pero si me dieran la posibilidad de cambiar algo de esta historia en definitiva seria conocer a Robert primero, Yo sería su Nikki, el mi Alex y nuestra historia quizá tendría un final feliz. O trágico. De igual manera no tendríamos la oportunidad para descubrirlo.

....

La cena estaba lista, una rica pasta Alfredo con camarones, de postres delicia tres leches. El vuelo de David estaba a cuarenta minutos de aterrizar y los nervios me camonina por dentro, no había hecho mención nada de lo que se cocía en los medios en nuestra escasa conversación vía mensaje, pero algo me decía que ya lo sabía. Traté de arreglarme lo más que pude para recibirlo, aunque mi estado de ánimo no me ayudaba en nada. Me sentí como una hoja que cae de un árbol en otoño y vuela por sobre los tejados sin rumbo fijo.

Cuando me sentí lo suficientemente presentable salí de la habitación para poner la mesa. O más bien tratar de mantener mi mente ocupada y no pensar en dos individuos que se revolcaban como conejos a pocos metros de aquí. Me encaminaba a preparar nuestra pequeña mesa de cuatro puestos cuando sentí que alguien abría y cerraba la puerta ¿David? No podía ser el aún faltaba para que aterrizara. Al girarme vi como Day se detenía cerca del comedor.

-Hola – Dijo al entrar. Llevaba la misma ropa de la noche anterior, pero sin zapatos.

-Hola – Le respondí de la misma manera. Esto estaba siendo incómodo para ambas.

-Kate... - Comenzó a hablar con timidez - No me odies. Sabes todo lo que he pasado durante toda mi vida. Eres la que me da fuerzas para seguir luchando por lo que quiero. No te quiero perder y menos por él... No hice nada que no me pidieras – Tenía los ojos cristalizados. Era verdad. Estaba arrepentida de mi petición, no por ella. Si no por mí, por mi salud mental. Sobre todo, por nuestra amistad.

-No hiciste nada que no te pidiera, pero ¿Cómo hago para que no sentirme de alguna forma traicionada? No estoy diciendo que lo ame, pero hay sentimientos que tengo de descifrar. Lastimaron mi ego de mujer. Cómo puedo sentirme si en la mañana quería coger conmigo en una tumbona de la piscina, en la noche quería llevarme a un ¨lugar apartado¨ y en la madrugada se estaba acostando contigo. Te adoro, pero mi orgullo está herido – Seguí poniendo la mesa e intentando calamar mis temblores internos.

-Si me odias lo entendería. Yo misma me odio, es más si este fuera un maldito libro te apuesto a que los comentarios serian <<Que perra de amiga>> <<Me cae mal Day, que clase de amiga hace algo así>> Te amo nena, solo que en este momento creo que no podemos compartir el mismo espacio. Seriamos demasiado obvias. No deberíamos darle más razones David para sospechar – Era comprensible, aunque sentía que a la historia de faltaba un pedazo. Ella quería seguir siendo reina en la cama de Robert.

-Suéltalo – Dije sin más.

-Robert... Me pedio que me quedara con él hasta que bajara un poco la marea - ¿Dónde estaba la maldita cámara escondida? Quizá aún estoy durmiendo la borrachera.

- ¿Disculpa? – Probablemente había odio mal.

-Lo que acabas de escuchar, me voy a casa de Robert. No a vivir con el directamente, tendré mi propia habitación, hasta que no tengas claro lo que en realidad quieres no podrás estar conmigo sin verme con reproche. Es lo mejor para las dos... Robert me conto lo que sucedió anoche, todo... Sé que en ese momento hubieses preferido ser tú la que estuviera llegando a casa en este estado. No me arrepiento, no por haber acostado con él, sino por darte la oportunidad de pensar si en realidad merece la pena dejar todo atrás por envolverte en una relación que a lo mejor ni funcione – Dijo con toda seriedad y razón, pero en este momento no lo quería entender. Necesitaba ser egoísta, lamerme las heridas... Vivir mi pequeña miseria.

-Ve por tus cosas. Corre a sus brazos otra vez. Ojalá tengas suerte, Robert es de los hombres que no piensan dos veces antes de recibir a una nueva puta en su cama – No se merecía esas palabras, pero necesitaba sacar el veneno de mí. Vi como entraba y salía de la que era su habitación con una de sus maletas. Camino hacia la salida, pero antes marcharse volvió digiriéndose nuevamente a mí.

-Soportare todo lo que me digas. Pueda que lo merezca, pero recuerda que soy tu mejor amiga y tarde temprano la historia terminara para alguna de las dos. Recuerda que cuando eso suceda no seré yo quien dé el primer paso, porque las <<Putas>> tenemos sentimientos y los míos los lastimaste...

Se fue, se marchó. Estaba perdiendo a mi mejor amiga por culpa de un maldito hombre. Nos habíamos convertido en aquel cliché que tan odiábamos.

Maldito Robert...

Seduciendo lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora