Capítulo 31

902 59 4
                                    

Por un momento considere invitarlo a nuestra nueva casa, idea que descarte inmediatamente. El tema que comentaríamos era delicado y de suma gravedad. No es como para a hablarlo en un parque o una plaza, pero siendo sincera temía quedarme sola con él. Necesitábamos tierra neutral. No quería volver a caer y de ser así no soportaría la humillación de ser nuevamente rechazada. El único tema que teníamos en común era David y su nuevo yo que hasta hace apenas unos días no era consiente que existía.

Apresure el paso hacia la cafetería que se encontraba cerca de la sede central de Owen Tecnology. Al cruzar la entrada él ya se encontraba allí tan guapo y Dios del puto mundo como siempre. Al verme se levantó, y seguido de un movimiento incomodo que no supe cómo interpretar me saludo con un beso en la mejilla. Aspire su perfume al ponerme contacto con su piel, a quien quería engañar lo extrañaba horrores, pero así era nuestra vida y de esta manera lo seguiría siendo; tan separados como sea posible.

-Hola... – Le dije en un hilo de voz. Él me observó de arriba abajo, buscando quizá algún tipo de respuesta en mi cuerpo. No había puesto demasiado esfuerzo de mi look; pantalones de yoga, una camiseta, mi cabello mal recogido y mis gafas de lectura que por alguna razón olvidado quitarme.

-Hola Katherina ¿Cómo te va? – Pregunto trayéndome nuevamente a la tierra.

-Estoy bien, pero no es de mí de quién quiero hablarte – Dije haciéndole una señal para que tomara asiento. Lo que le contaría no era fácil y nada agradable.

-Lo sé, dijiste que era sobre David ¿Qué pasa con él? – Pregunto. Sus ojos lo delataron, él ya sabía lo que quería contar o se hacía una idea.

-Robert, no es fácil para mí. Lo hablé con mi tía y solo me dijo que sería mejor comentártelo a ya que eres su padre y lo conoces – Él solo asintió pidiéndome que siguiera hablando.

-Desde que nos mudamos lo siento muy extraño en muchos aspectos. En ocasiones parece otra persona. Del chico que me enamore no queda mucho – Solté al borde de las lagrima, lo que me había tocado vivirla las últimas semanas no se lo deseaba a nadie, había dejado de ser mi David para convertirse en un hombre violento y posesivo, celoso y paranoico.

- ¿Te ha hecho daño? – Robert al preguntarme esto se sobresaltó, parecía más preocupado por mí que por su hijo.

-Sí y no... Estoy bien, pero le temo y no creo poder seguir viviendo con él. En ocasiones prefiero que este de viaje y no en casa – Quise ser fuerte pero no pude retenerlo más, las lágrimas abandonaron mis ojos dejando un pequeño rastro a lo largo de mis mejillas.

- Dios mío pequeña... – Sin más se acercó a mí y me estrecho en sus brazos; me sentí protegida y a salvo después de tanto tiempo.

-Lo quiero, pero me preocupa que pueda hacerme daño. Sé que no de tu incumbencia, pero ya no tenemos relaciones como una pareja normal... En ocasiones solo me toma de forma violenta. Hace unas noches lo vi tirar algunas de mis pastillas anticonceptivas por el retrete para luego hacerme creer que la había tomado, ¿Quiere embarazarme? esta desquiciado. Me cela hasta de mi sombra. No sé qué hacer, solo tú me puedes ayudar.

Había guardado los detalles escabrosos para mí, no era necesario decirle a Robert que durante el sexo me había ganado el apodo de puta de mierda y que la última vez que intente negarme a tener relaciones con él casi golpea mi cabeza contra el espaldar de la cama.

-No llores pequeña aquí estoy para protegerte; David ha tenido problemas con algunos asuntos en el pasado, pero creí que estaba solucionado. Lo sacaría definitivamente de la ciudad por un tiempo si es lo que deseas o déjame a hablar con él y te prometo que volverá a ser el mismo – Dijo viéndome a los ojos y quiso convencerme de que así seria, pero ni él estaba seguro de sus palabras. En sus ojos veía el mismo miedo que en los míos.

-Gracias Robert... También lamento esta situación y nuestra situación; la tuya y la mía, en especial lo que sucedió aquel día. No quería obligarte a hacer algo que no querías – Dije honestamente. Él me había rechazado y apelado a la razón cuando yo solo quería perderme en su cuerpo.

-No tienes por qué disculparte. Hay cosas que no puede dejar pasar por alto y para mi sigues siendo una mujer hermosa e inalcanzable – Dijo mientras unía sus manos con las mías – Pero el que no estés a mi lado no impide que te cuide así sea de mi propio hijo – Lo mire a los ojos y el a mí, dijo tanto y tan poco con una mirada que no nos percatamos de que teníamos compañía.

- ¡Que hermosos! Están perfectos para una fotografía. Me veré mañana en todos programas de cotilleos como el peor cornudo del país; lo peor es que es con mi padre con quien se revuelca mi mujer – Era David quien nos hablaba asqueado al vernos tomados de las manos.

-David, aquí no por favor – Dije mientras me separaba de Robert y llegaba a su lado.

-Si no es aquí ¿Dónde cariño? Dime ¿Vienen de hacerlo o van a ello? – Dijo mientras todos los empleados del establecimiento nos veían, algunos nos reconocieron y con disimulo empezaron a hacer fotos y videos.

-No te permito que le hables a Katherina de esa manera, así no se trata a una dama y menos a la que dices amar – Respondió Robert colocándose en medio de nosotros dos.

-Mira quien habla de cómo tratar una dama; el que se las coge y ni siquiera se molesta saber cómo se llama – Estepa David contra su padre. Comencé a temblar, esto no terminaría bien.

-David por Dios estamos en un sitio público, vayamos a casa – Le pedí por sobre el hombro de Robert ya que este no me dejaba acercarme a su él.

- ¿Cuál casa? A mi casa o la mansión donde te revuelcas con este mal nacido...

Todo fue tan rápido que no pude si quiera detenerlo. El puño de Robert fue directo a la mejilla de David haciéndolo caer al suelo, este no tardo en levantarse como pudo y con los dientes manchados de sangre le dedico una sonrisa escalofriante a su progenitor.

-Kate es mejor que te vengas conmigo antes que olvide quien es este tipo y lo mate con mis propias manos – Solo fue escuchar la última frase para salir corriendo hacia a donde él estaba.

-Ni se te ocurra irte con él – Me pidió Robert. David por su parte me tomó fuertemente la mano al punto de hacerme daño.

-Eres patético viejo. Te fastidia que por primera vez me hayan elegido a mí y no al gran Robert; tu pene viejo no pudo complacerla como yo – Trague en seco, realmente esto no podía estar sucediendo. Cuando pasamos de ser una pareja envidiada a esto que no sé cómo llamarlo.

-Es mejor que cierres la maldita boca y dejes de ofenderla de esa manera. No sabes la puta mierda que estás hablando David – Le reprocho Robert tratando de acercarse a nosotros, pero David volvió a halarme del brazo provocándome más dolor.

-Se de lo que hablo padre – Sin más me saco a fuerzas del café, pero antes de salir por la puerta vi a Robert, sus ojos delataban miedo y me preocupé. Ahora estaba segura que no era la primera vez que esto sucedía.

Seduciendo lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora