Capítulo 7

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Cuando eres una persona normal y tienes amigos normales lo más sensato es que al contarles algo como lo que acabo de confesar, te reprendan o te vean con cara de: "Eres una maldita meretriz". Era evidente que ni yo era una persona común y mis amigos, en este caso Day estaban como una cabra y necesitaba medicarse con extrema urgencia y decir algo así era quedarse corto.

– Como se te ocurre solo decir ¿Por qué no te lo follaste? ¿Estas mal de la cabeza? – Sí que lo estaba, desde hoy no me quedaba la más mínima duda. – Mi tía nos vio, sabes lo mal que me siento por eso. Debe estar pensando lo peor de mi – Dije mientras me desplomaba en uno de los mullidos sillones de la acogedora sala de mi pequeño hogar.

– Tu tía no tiene nada que recriminarte, llámame fabuladora o lo que quieras, pero te apuesto mi colección de juguetes sexuales a que Santa Macarena sabe hasta de qué tamaño es la marca de nacimiento que tiene Owen en la nalga izquierda – Dijo con exasperación, no veo a mi refinada y delicada tía follando con Robert ¡No! Estaba más que fabulando, tenía un brote psicótico, lo que decía era lógicamente imposible, ella no haría algo así, ¡Cierto?

– ¿Quieres decir que mi tía y Robert tuvieron su rollito? – Pregunte con miedo. El colapso de mi cerebro se confirmaba si estos dos se entienden, y no solo en el trabajo.

– Es obvio. Lee el mensaje nuevamente, te dijo que no hicieras nada hasta que hablaras con ella, y eso en idioma mujer es; No te acueste con mi hombre perra - Muy a mi pesar la teoría de Day se hacía más fuerte con el pasar de las horas, pero quizás se podía equivocar y estar haciendo una película en su cabeza de toda esta situación donde mi tía fue la mujer de Robert en sus ratos libres.

Quise dejar todo eso de lado por un momento y aproveche para ponerme al día con ella en todo lo que pudiéramos, su vida, la mía, hombres, estudios, familia y trabajo. Estaba pletórica por comenzar nuestras prácticas. No por querer trabajar en una empresa de alto rango y tener excelentes referencias. Ella solo pensaba en contonearse en sus embutidas faltas para llamar la atención de los grandes ejecutivos, entre ellos Robert. No te jode.

– Nena, pienso, pienso y no lo entiendo ¿Cómo es que te puede pasar algo así? – Dijo para luego darle un sorbo a su cerveza y poner cara de estar resolviendo alguna paradoja de espacio tiempo.

– Ni yo misma lo sé. Sinceramente hubiese preferido ahorrarme todos esos sucesos – Dije tratando de convencerme más a mí que a ella.

– Mientes me haces daño y luego te arrepientes – Comenzó a cantar y yo no pude contener la risa. Tenía respuesta para todo.

– Le puedes decir a Robert que no te lo quieres follar, a tu tía, hasta a David. A mí no me mientas pequeña zorra. Si macarena no los interrumpe a esta hora aun te tendría dándote por el saco. Porque yo ni te molestaba – Reímos las dos, pero ¿Tendría razón? No me permití pensar en ello hablaría con Robert, y aclararíamos todo. Esto fue un error que gracias al cielo no paso a mayores. Amo a David y pronto nos largaríamos de esta casa. Maldita casa.

– Odio admitirlo, pero tienes razón. Ese hombre me calienta de una manera exagerada. Al verlo algo en mí se transforma, haciéndome olvidar hasta que David existe, solo quiero que me bese, acaricie... – Solo decirlo ya me ponía como una moto.

– Mejor dejémoslo ahí por el momento. O por lo menos hasta que hablemos – Nos interrumpió mi tía al aparecer por el umbral de la puerta.

– Hola Day ¿Qué tal el viaje? – Pregunto a mi amiga. En los siguiente quince minutos nos fundimos en conversaciones banales hasta que mi tía volvía a centrarse en lo que había venido. No era precisamente a darle charla a Day.

– Day cariño sé que extrañaste a estaba pequeña tanto como yo, pero ¿Nos puedes dejar unos minutos solas? – Day solo se levantó, y estando a espaldas de ella comenzó a hacer señas obscenas que aparentemente era mi tía y Robert. Le lance uno de los cojines y salió de la habitación riendo a carcajadas.

Seduciendo lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora