Capítulo tres: Uno solo.

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Yuuri llegó a la pista de patinaje, donde daba clases a niños pequeños y alguno que otro patinador con potencial para ser profesional que llegaba al pueblo con la esperanza de que Yuuri lo tomara como su pupilo y lo entrenara. Todos y cada uno de ellos fueron rotundamente rechazados por el ex patinador, pero también aceptaba darles algunas lecciones para que sus viajes no fueran en vano.

Al entrar a la pista, sus pequeños alumnos estaban ya practicando, patinando de una lado al otro mientras repetían los ejercicios de la clase pasada. Algunos de ellos intentaban una y otra vez acelerar y frenar sin golpearse contra la pared, cosa que la mayoría de las personas hace para frenar cuando nadie les enseña; mientras que los más avanzados intentaban patinar de espaldas, hacer ciertas posiciones, e incluso había uno que otro valiente que intentaba dar algún salto básico.

Yuuri reunió a todos los niños y empezó con la clase, dando ejercicios específicos a cada uno y teniendo cuidado de elegir la actividad adecuada para cada uno de los alumnos.

Durante el intermedio de la clase, los pequeños se habían juntado en grupitos, algunos dentro y otros fuera de la pista, y hablaban animadamente sobre banalidades de su vida diaria mientras reían felizmente. Yuuri los vio con una sonrisa, dichoso de que sus alumnos disfrutaran tanto su clase e intentaba distraerse viéndolos, pero no podía dejar de pensar en el mensaje de Viktor. Repasó una y otra vez cómo iba a contestarlo, pensando en la respuesta del ruso. Quería verlo... claro que quería verlo... Moría por verlo...

Tenía que ver una vez más el mensaje, tenía que contestar...

Buscó su teléfono en su bolsa pero, para su sorpresa, no estaba. Sacó todas las cosas de su mochila en su búsqueda, pero no estaba ahí. ¡¿Dónde estaba?! ¡Su celular! ¡Y justo en éste momento! ¿Qué haría? ¡Viktor!...

Yuuri ya estaba hiperventilándose cuando empezó a hacer memoria de todo lo que había hecho desde que despertó, llegando hasta el momento en que recibió la llamada. Recordó haberla perdido por tardar tanto en reaccionar; su decepción al no saber qué hacer; su teléfono casi aterrizando dentro de su sopa... Entonces recordó haber dejado el teléfono sobre la mesa, recoger los platos... y... y...

¡¡HABÍA DEJADO EL TELÉFONO SOBRE LA MESA!! ¡¡Había olvidado su teléfono justo en el día en que Viktor le había hablado!! ¡¡En el que había dicho que quería verlo!!

"Yuuri... Eres un reverendo pendejo" Se dijo a sí mismo, resignado a tener que esperar al menos hasta el final de su clase para correr de regreso a su casa, recoger su teléfono y poder contestar el mensaje de su persona tan preciada. Respiró hondo y dio por terminado el descanso de la clase.

Al reunir a los niños, notó que no dejaban de susurrar los unos a los otros; notoriamente tenían algo planeado, pero Yuuri no sabía lo que era y, honestamente, su mente estaba en su casa, junto con el mensaje de Viktor. Fue entonces que uno de los niños se acercó, alentado por el resto de sus compañeros.

-Eh... Yuuri Sensei... Mire... Queríamos saber... Eh... Bueno... Queríamos que...-

-¡Queríamos que nos enseñara ése salto con el que ganó la Grand Prix Final!- Gritó uno de sus compañeros desde atrás, interrumpiendo el balbuceo indeciso del primero y haciendo que el niño frente a Yuuri se sonrojara levemente.

-Lo... ¿Lo haría?- Dijo el pequeño al frente, seguido por un coro de interrogativas tras de él.

Después de algunos ruegos, Yuuri aceptó, un poco forzosamente. Hacía años que no daba ése salto y lo más probable era que no lo clavara, cosa que le daba mucha vergüenza de aceptar frente a sus alumnos. Se preparó mental y físicamente y aceleró para dar el salto.

Entonces, su mente regresó a Viktor; recordándolo a él en las competencias, pegado a la orilla de la pista, mostrando el mar y su alta marea en sus ojos, con emoción e intriga, ansioso.

A Yuuri le invadió una sensación de paz, regresando al momento en que él y Viktor eran uno solo. Así, su cuerpo se movió sólo para clavar, perfectamente, el hermoso salto que le había asegurado el oro en el pasado.

Los niños aplaudían febrilmente a Yuuri, gritando cumplidos y saltando levemente sobre el hielo; mientras tanto, Yuuri recuperaba el aliento con las manos sobre las rodillas, sonriendo de oreja a oreja por su logro.

Entonces, un aplauso que surgió desde el otro lado de la pista calló cualquier otro rastro de ruido. Los niños fueron los primeros en girar la cabeza y un pequeño sonido de sorpresa salió de las bocas de todos.

Yuuri volteó en busca del origen de los aplausos. Lo primero que vio fueron sus cabellos plateados ondear levemente con el aire.


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¡¡¡Gaaahh!!! Estoy en finales y moriré. **RIP** 

Ojalá y les haya gustado el tercer capítulo de Otra oportunidad; me encontré un tiempecito para escribirlo y subirlo. <3

No pude evitar shippear al niño que se sonroja con el que pregunta en lugar de él... ¿Está mal shippear a tus propios personajes? ¿Fui la única que lo pensó? ¡¡Inclusive lo pensé hasta después de escribirlo y no fue intencional!!

¡¡Nos vemos el próximo capítulo!!




Por cierto, gracias por sus lindos comentarios, me hacen el día cada que los leo. <3

Otra oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora