Capítulo dieciséis: Irresistible

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Me sentía demacrado.

Mis ojos picaban y mi cuerpo estaba adolorido y débil. Cuando finalmente abrí mis párpados por completo, me encontré con una habitación desconocida. Estaba repleta de gente que dormía plácidamente en los sillones que estaban repartidos por el cuarto, los que no habían alcanzado lugar descansaban en el suelo. Algunos tenían sábanas que cubrían su desnudez mientras que otros recargaban sus cuerpos entre ellos para buscar algo de cobijo; por suerte la temperatura del cuarto era agradable. Podía imaginar perfectamente lo que había pasado en esta habitación.

Yo estaba en la cama junto con otras dos personas, un chico y una chica. Sus cabezas descansaban sobre mi pecho y sus respiraciones tranquilas hacían que sus cuerpos se elevaran al mismo ritmo.

Intenté levantarme trabajosamente, evitando que los dos bultos sobre mí despertaran; pero cuando apoyé mi mano en el colchón, un dolor punzante atravesó mi muñeca e hizo que me moviera bruscamente, soltando un leve gemido de dolor que en el silencio del cuarto, en el que tan sólo se escuchaban las respiraciones de los demás, se sintiera mucho más sonora de lo que era en realidad.

Debido a mi movimiento, el chico sobre mí despertó, abriendo despreocupadamente sus ojos y enfocándolos en mí. Se recargó en mi pecho posando ambas manos en él y haciéndome cosquillas.

-Buenos días.- Sonrió. El chico no podía ser mucho mayor que Yuri, rozando apenas los veinte años. Lo saludé de regreso y posteriormente me ayudó a alejar a la chica de mí sin despertarla y dejarla tranquilamente dormida en el colchón.- ¿Aún te duele tu muñeca?- Preguntó tras ver que la frotaba con cuidado.

-Sí...- Respondí.- Eh... ¿Sabes qué me pasó?- Me atreví a preguntar, reacio a quedarme con la duda. El chico rió en respuesta, a lo que le siguió una... demasiado explícita historia de lo sucedido.

¿Qué día era?

El chico me actualizó todo lo que había pasado durante... ¿¡Dos días!? Carajo, Yuri estaría enojado conmigo; había faltado a la práctica otra vez. Con ayuda del chico, que después descubrí se llamaba Anton, encontré mi ropa, mi celular y mi cartera. Me acompañó a la puerta de la casa y la abrió para mí.

-Cuando quieras regresar eres totalmente bienvenido, Viktor.- Me guiñó el ojo y añadió.- Normalmente sólo hago fiestas los fines de semana, pero tú puedes venir cuando quieras.- Tomó mi camisa y se puso a jugar con los botones.- A veces las fiestas de dos son las más divertidas.- Se acercó a mi boca y plantó un seductor beso en mis labios, relamiéndoselos después.- Ya tienes mi número.

Guiñé el ojo de regreso y salí de la casa diciendo tan sólo un "nos vemos luego". Llegué a mi casa y tomé un largo baño, para posteriormente dirigirme al hospital. En el camino prendí mi teléfono, que apagaba siempre que salía para que no me interrumpieran, e inmediatamente empezaron a llegar todos los mensajes perdidos que me habían mandado durante los dos días pasados. La mayoría eran de Yuri y de Yakov. Estaban enojados. Ambos probablemente sabían el por qué de mi falta de comunicación el fin de semana, pero el mayor problema era lo tarde que estaba llegando ese día a la práctica.

Revisé mi reloj, eran ya las 10 de la mañana y habían pasado cuatro horas desde que la práctica había empezado... y yo seguía sin hacer acto de presencia."Gran entrenador", me reproché a mí mismo. Escribí un rápido mensaje a Yuri que decía: "Perdón, me quedé dormido. Llegaré pronto". Bueno, en realidad no estaba mintiendo... En efecto sí me había quedado dormido.

Cuando llegué a la clínica del hospital, me metieron a una salita de consulta y me pidieron que esperara al doctor. Al rededor de diez minutos después, un hombre casi tan despampanante como yo cruzó la puerta vestido con una bata blanca. Tenía una serie de papeles en su mano que, me imaginé, serían mis expedientes médicos y mi registro de entrada.

-Viktor Nikiforov, ¿Cierto?- Dijo sin despegar la vista del papel.

-Sí.- Finalmente volteó a verme y nuestros ojos se encontraron. Sí, definitivamente era un hombre hermoso.

-Aquí dice que vienes por un dolor en la muñeca.- Señaló el papel. Asentí y posteriormente pasó a revisar mi mano.- Parece ser que no está rota, pero preferiría hacer una radiografía para asegurarme.- Apuntó algo en una libreta y me entregó la hoja de una receta.- De cualquier forma tendrás que usar férula por lo menos una semana, por como la veo el yeso no será necesario; ya sabremos más después de ver las radiografías.- Me puso la férula en mi muñeca y, cuando estaba a punto de salir, lo llamé con la voz más seductora que pude.

-Ey.- Recargué mi mano buena en la camilla haciendo una pose increíblemente sexy que yo sabía que me hacía ver irresistible.- ¿En qué momento es éticamente correcto que salgas a una cita conmigo?- El doctor tardó unos segundos en reaccionar, pero finalmente soltó una sensual risa y respondió en un tono igualmente sensual.

-Cuando te dé de alta y te quite la férula.- Me dirigió una media sonrisa y añadió.- Claro, eso no significa que yo acepte.

Abrí la boca para responder pero no pude mas que devolverle la sonrisa. Tenía que aceptarlo, era bueno; me había logrado dejar sin palabras.

-Oh, casi lo olvido, yo soy el doctor Lev Petrovsky, un placer.- Sonrió de nuevo y salió de la sala de consulta.


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¡Nuevo capítulo! Ojalá les guste. :) 

¡Viktor, por dios! 

Por cierto, me borraron mi cuenta de Facebook... Por lo mismo hay varias páginas en las que publicaba las actualizaciones en las que ya no estoy. Ahora me pueden encontrar como Ferid Nikiforov en Facebook, donde actualizaré como siempre. Si leían mis actualizaciones en alguno de los grupos en los que publicaba, ¡por favor agréguenme a ellos!, ya que muchos no me aparecen en el buscador o no aceptan mi solicitud. T.T 

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