Capítulo veinte: ¿Lo prometes?

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Desde ese día todo fue de mal en peor. Empecé a esconder mi bebida y la droga que consumía. Cada día era más frecuente el despertar en habitaciones desconocidas con muchas personas a mi alrededor... Tomaba desde el momento en que despertaba, hasta que perdía el conocimiento cada noche. Con la cocaína lograba pasar el día sin que los efectos del alcohol se notaran en mi sistema motriz, pero una vez que el efecto pasaba, me derrumbaba por completo.

Los meses pasaron y la preocupación de mis seres queridos aumentó aún más. Mis relaciones estaban sostenidas por un hilo que poco a poco cortaba fibra por fibra, debilitándolas y arriesgándome a perderlo todo. Cerraba las puertas, negándome a aceptar algún tipo de ayuda... Lev estaba ahí para mí, intentando hacer que entrara en razón sin obligarme a nada, a sabiendas de que si insistía demasiado podría cortar toda conexión y sería imposible ayudarme.

Un día desaparecí. Durante más de una semana nadie supo de mí, dónde estaba o qué estaba haciendo; ni siquiera sabían si estaba vivo o muerto... No recuerdo nada de esos días, tan sólo unas pocas imágenes borrosas martillean en mi mente recordándome mi estupidez. A los diez días de búsqueda, Lev me encontró tocando la puerta de su departamento; estaba ahogado en alcohol y llevaba más de una droga encima, mi ropa estaba sucia y el olor a sexo emanaba de todo mi cuerpo.

En el momento en que Lev abrió la puerta me desvanecí. Amanecí en el hospital unos días después, a sabiendas de que todo esto había llegado demasiado lejos. Yuri, Otabek, Lilia, Yakov y Lev... todos estaban ahí. Hablaron conmigo, exponiendo verbalmente mis adicciones e intentando hacerme entrar en razón.

Me negué en un principio, argumentando que no sabían de lo que estaban hablando, pero poco a poco mis excusas empezaron a sonar más ridículas hasta el punto en que ni yo pude creérmelas.

Había llegado al límite.

Entré a un centro de rehabilitación, habían pasado aproximadamente cuatro horas desde que habían retirado las medicinas que evitaban que el síndrome de abstinencia se manifestara realmente. Todo mi cuerpo temblaba y no podía dejar de llorar. Todo dolía... sufría. Las medicinas que me habían dado en el hospital ayudaban, pero aún así necesitaron darme una alta dosis de medicamentos para evitar que muriera.

Había pasado de tomar más de dos botellas de Vodka al día, intentando contrarrestar el efecto con una cantidad cada día más elevada de cocaína a nada y mi cuerpo no parecía capaz de aguantarlo.

Me tomó aproximadamente tres meses en estar totalmente limpio y pasé otros seis meses ahí dentro. Lev me visitaba casi todas las semanas, gracias a su título de médico que le permitía entrar mucho más fácil; en cambio Yuri y los demás podían visitarme cuando mucho una vez al mes, cuando el lugar hacía algo así como un picnic gigante en donde podían venir los familiares y cercanos de los pacientes.

-¿Jugo?- Preguntó Yuri mientras se servía un vaso de jugo de naranja en un vasito desechable. Ese mes, tal vez mi sexto mes ahí, sólo habían ido Lev y Yuri a visitarme ya que el resto tenía el día repleto de compromisos inmovibles. Lev se había ido de emergencia a atender un paciente en el hospital y habíamos quedado sólo Yuri y yo.

Normalmente nos daban un máximo de cuatro horas con nuestros seres queridos y después teníamos que regresar. Para mí esas tardes eran como un oasis en donde sentía como si mis problemas se mitigaban aunque fuera por unas horas, pudiendo pasar el tiempo con mis seres queridos tomando jugo y comiendo piroshkis, cortesía del abuelo de Yuri.

-Sí, gracias.- Dije por lo bajo mientras le entregaba mi vaso al rubio.- Y gracias por venir, realmente.- Sonaba apenado. Había dañado a Yuri y no habíamos tenido ningún tiempo a solas desde que había sido internado. Me volteó a ver directamente a los ojos, abriendo ligeramente los labios para decir algo, pero arrepintiéndose y bajando la mirada rápidamente.- Eh... ¿Cómo vas con la nueva rutina? Yakov me contó que estabas tendiendo algunos problemas con...

Otra oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora