Capítulo veintitrés: Te amo

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-Papá, ¡cuando sea grande me voy a casar con Yuri!- El ojo izquierdo de Yuuri temblaba mientras escuchaba las palabras de su hija, colgada del cuello del rubio quien a su vez estaba sentado frente a la mesa estilo japonés que usaban de desayunador. Yuri bebía té tranquilamente sin comentar una palabra, pero su sonrisa demostraba lo mucho que estaba disfrutando el enojo de Yuuri.

-Parece que ya no eres el único hombre en la vida de tu hija.- Soltó Viktor de forma dramática, burlándose de la clara irritación del japonés; a cambió recibió una mirada asesina que Yuuri no pudo evitar.

-Por cierto.- Yuri dejó su taza de té en la mesa y siguió hablando.- Me llamaron hoy en la mañana, quieren que haga una presentación aquí en Japón dentro de unas semanas.- El rubio se recostó un poco hacia atrás, consintiendo las exigencias de la pequeña niña que jalaba sus cabellos para que le diera mejor acceso a su melena y poder peinarla.

-¡Papá!- Yuki llegó y, de forma poco discreta, se sentó entre su padre y Viktor, recorriendo al ruso un poco más lejos de Yuuri.- Mira lo que tía Mari me compró.- Con una sonrisa enseñó las piececitas de chocolate que sostenía en sus manos.

-¡Yo también quiero!- Ran dejó el cabello de Yuri a medio tejer y salió corriendo fuera de la habitación.

-También te traje a ti, papá.- Dijo Yuki mientras le entregaba uno de sus chocolates con cariño. Yuuri le agradeció mientras le hacía piojito* en la cabeza, haciendo que el niño sonriera feliz.

-¡Ey! Mini cerdito, ¿a mí no me toca chocolate?- El niño le mandó a Yuri una mirada asesina idéntica a la de su padre, haciendo además un tierno puchero infantil.

-¡No soy un cerdito!- Reclamó. Casi al mismo tiempo regresó Ran rebosando hasta donde sus manitas le permitían con chocolates.

-¡Éstos son para Yuri y para mí!- Dijo mientras aventaba el bonche a la mesa.- Traje muchos de chocolate blanco para ti.- Le mostró una enorme y honesta sonrisa a Yuri mientras le ofrecía unos paquetitos. El rubio le sonrió de regreso mientras acariciaba su cabeza y tomaba uno de los envoltorios. La niña abrió uno de los que estaban en la mesa, se lo comió de un bocado y volvió a tomar el cabello de Yuri para seguir peinándolo.

Siguieron platicando tranquilamente durante unas horas sobre los entrenamientos y la competencia; la cual era en tan sólo cuatro días, por lo que Viktor y Yuri tomarían el Shinkansen al mediodía del día siguiente mientras que Yuuri tenía que esperar hasta el día antes de la presentación debido a que sus hijos seguían en clases y Ran se rehusaba a faltar a la presentación de Yuri.

-Nosotros ya deberíamos irnos.- Dijo Yuuri al rededor de las ocho de la noche.- Ran y Yuki tienen clases mañana y si no se duermen temprano no se levantan.

Los tres se despidieron de su familia y de los dos rusos para, posteriormente, caminar a su casa. Yuri y Viktor agradecieron una vez más la hospitalidad de los Katsuki y se dirigieron a sus habitaciones.

-Aún resientes a Yuuri, ¿cierto?- Soltó Viktor aún en el pasillo.

-No es algo que pueda simplemente dejar pasar... Pero ha cambiado. Mucho.- Volteó a ver a su entrenador con una media sonrisa.- Aunque sigo creyendo que es un idiota.- Viktor soltó una ruidosa carcajada y palmeó la espalda de su alumno con cariño.

-A mí también me costó, a decir verdad. Pero...- Sus ojos se volvieron, una vez más, un mar picado repleto de fuerza.- No quiero irme con resentimientos.

-No digas eso, Viktor.- Yuri sentía cómo su corazón se estrujaba al escuchar las palabras de su maestro.- Aún hay posibilidad, ¿cierto?- Aquellos ojos que miraron a Viktor atravesaron su alma. Se podía ver la esperanza que no moría por más que la situación empeorara; hasta el último segundo... y quizás ni siquiera entonces.

Otra oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora