Capítulo 28: Floreros

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Parecía que la última clase del día ya había acabado. Mejor para mi. 

Tenía demasiado sueño, este día realmente no había empezado de la mejor forma: Me duele la cabeza, tengo calor, mi garganta se secaba cada vez que tomaba aire, me apreté el dedo chico del pie, Miku y Neru me agarraron en la entrada, el idiota me seguía.

Y tenía calor.

Mucho calor.

Pero era imposible que me diese fiebre o algo de ese estilo, suelo tener muy buenas defensas; por lo cuál, enfermarme nunca fue muy común en mi. 

—Ir con Meiko o ir a casa —Dudaba entre que hacer.

Tampoco estaba tan mal. Solo tenía sueño. Y calor. Nada fuera del otro mundo, una vez que terminara el turno del trabajo me daría una ducha helada. Una relajante y fresca ducha helada.

Y sin mas, comencé a caminar en dirección a la florería.

Como Meiko tenía a Lily diariamente en la florería, yo solo iba dos o tres veces a la semana. El resto me las pasaba en la calle o flojeando...

También, llevando rosas blancas.

Aun no podía comprender el porqué iba, o el porqué dejaba rosas blancas. Simplemente lo hacía sin mas.

A pesar de que inconscientemente sabía que no había nadie allí, de que eran unas simples tumbas vacías.

Sin darme cuenta, ya había llegado a la florería

El lugar estaba igual que siempre, con el frente pintado de verde pastel y las ventanas llenas de flores de variados colores. Con su típico cartel de flores y todo aquello que amaba.

Meiko se encontraba limpiando la entrada, la tierra era algo común en el piso de esta. Las plantas ensucian mucho.

—Al fin llegas ¿Como te ha ido?—Meiko sonrió mientras tomaba un trapo para limpiar los vidrios.

Bueno, tenía calor, me golpearon en la escuela, un idiota me intentaba acosar, no siento mi cuerpo, me duele la garganta y tengo calor. ¿Ya lo dije?

No podía preocuparle por ello. No quiero preocupar a nadie.

Son mis problemas.

Mi vida.

—Bien.

Y sin mas entré a la tienda, mi turno comenzaba.

La florería no era la tienda mas popular, pero era bastante visitada por jardineros y amantes de esto. Las flores de Meiko no eran un chiste.

Puede que ella sea un asco de madre, novia, mujer, cocinera, ama de casa, jefa, empleada y cualquier cosa que puedas pensar. Pero las flores y plantas era algo que realmente amaba y tenía buena mano para ello.

Cada vez que intentaba tomar una gran bocana de aire, mi garganta se secaba repentinamente y hacía que yo comenzase a toser de forma ronca. Intentaba evitarlo.

Me dirían que estaba enferma o algo así. Solo tenía la garganta un poco seca.

¿Problema?

Ninguno.

Una de mis cosas favoritas para hacer allí era subir al invernadero sobre su departamento. En la terraza.

Y eso Meiko lo sabía, por lo cual era mi tarea diaria subir y regar todas la plantas allí. Y en cualquier caso, recolectar algunas de las frutillas que ella sembraba. 

Podía observar toda la ciudad allí arriba, la ajetreada cuidad llena de personas metidas profundamente en sus rutinas. Aburridas.

A veces no entendía como personas tan horribles como la humanidad en sí, podía tener un hermoso mundo y lugar en el que vivir.

Mi tierna otaku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora