Los días pasaban y mi estado comenzaba a mejorar, claro que aun sentía como se estrujaban mis pulmones y tosía con esfuerzo,pero la fiebre y cansancio ya se habían ido.
Los últimos días había estado llegando temprano a la academia, así también evitando encontrarme con Miku, Neru o Gumi. Puesto que incluso llegaba antes que ellas y me encerraba en el salón.
Todo seguía en la rutina, suponía yo. Meiko me llamaba cada día para que les ayudase con los toques finales. El evento sería esa misma tarde, mas yo no tenía ganas algunas por ir.
Durante las clases me sumía en las lecturas, tareas y trabajos, los exámenes se acercaban cada vez mas. Ya no me concentraba tanto en quien se encontraba a mi lado.
Ya ni siquiera hablábamos.
Las horas del almuerzo se me hacían largas y aburridas en el salón, mirando la ventana mientras ingería el arroz blanco con tomate y las pequeñas bolitas de carne con mayonesa que Luka me preparaba todas las noches.
Mas ese día lo dejé de lado, extrañamente el apetito no se me daba, así que no pensaba forzarme a comer. Dejé aquel recipiente intacto en mi mesa. Solté un suspiro, que en vez de salir como tal, simplemente comencé a toser con fuerza.
Mi pecho dolía.
Ya no tenía nada en que pensar, salvo en el pasar de los días.
La puerta del salón se abrió, dejando ver aquella distintiva cabellera rubia. Sus mirada se fijó en mi, que asimismo le observaba, aparté la mirada con indiferencia. Solía quedarse aquí también en los recesos, mas siquiera hablábamos.
Esta vez había él había traído un libro.
—¿Sabes leer?—Inquirí en tono burlón.
Soltó una risa.
—¿Ya quieres pelear? Infantil... —Habló.
Volví la vista hacia mi asiento, allí se encontraban diferentes hojas; algunas con dibujos, otros con tareas, incluso impresas a entregar. Y sobre todo eso, mi almuerzo.
Sentía el ambiente pesado, y lo notaba incómodo. Yo, para mi sorpresa, ahora me sentía a gusto en aquellas cuatro paredes. Porque había otra presencia.
La última hora de clases terminó por hacerse ligera, leyendo libros y realizando actividades. De vez en cuando distrayendo mi mente con los dibujos de mi libreta. No era buena en ello, mas me relajaba. La campana del final de clases resonaba por todo la academia liberando suspiros por parte de todos.
Comenzaban a recoger sus libros, guardándolos en los bolsos, tomando sus abrigos, despidiéndose del docente para luego retirarse de el lugar, volviendo hacia sus hogares, con sus amigos. Con sus familias.
Me pregunté que se sentiría ser otra persona.
Una vez el salón quedó totalmente vacío, me dispuse a ir al baño. Durante las clases sería un lío ir.
El olor a ambientador, el sonido del agua pasar por las cañerías. Solté mi bolso y dejé que la gravedad hiciera su trabajo dejándolo caer al piso, miré mi imagen en el espejo. Mi cabello había crecido al igual que mi flequillo, ya siendo poco el sostenerlo con las hebillas, mis ojos se encontraban caídos y cansados, mi pecho subía y bajaba con dificultad.
Llevé una mano a este, al igual que mi reflejo, sintiendo el frío del material en mis yemas. Miré mis propios ojos con desdén, y el meme de "¿Por que eres así?" vino a mi mente, haciendo que dejara toda seriedad de lado por algunas risas. Segundos después volví a mirarme.
Buscaba algo en mis ojos, algo que me ayudara a saber que era lo que sentía en aquel momento.
Una nauseas invadieron mi cuerpo, provocando que dejase de lado mi imagen y bajase de forma abrupta la cabeza y comenzara a toser intentando devolver de una vez. Mas simplemente terminé escupiendo y tosiendo. Mi garganta ardía al momento en que me detuve, las nauseas habían cesado.
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Mi tierna otaku.
Fanfic-Porque si piensas en mí, quiero que me recuerdes con una sonrisa. Otaku, es el nombre dado a los fanáticos del anime. La sociedad acostumbra a criticar, marginar y rechazar a estas personas por sus gustos. Claro, puede que a ellos no les importe mu...