Me duele tu tristeza

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No pude dormir en toda la noche, los putos cólicos me querían matar, todo es culpa de EVA por ser tan golosa y comer la fruta prohibida.

Ya es viernes y todavía estoy en la cama, ni por la madre iré al instituto hoy.

Decido levantarme pero es todo un proceso, mis senos, espalda y abdomen duelen como nunca.

Estuve aproximadamente media hora bajo el agua tibia de la tina, mis dedos están arrugados pero no me arrepiento, pues debajo del agua se me calman los cólicos y no me baja.

Me visto y bajo a la sala para ver películas en lo que resta de día en mi cómodo sofá.

El timbre suena y maldigo por lo bajo a la persona que se atreve hacerme esto, ya me he sentado y con tanto movimiento la toalla se me puede desacomodar.

Me dirijo hasta la puerta y giro el pomo, cuando está abierta completamente veo la cansada y apagada expresión de Andrés como si no hubiera dormido ni un poco.

Agacho mi cabeza y siento mi rostro ponerse caliente al recordar lo sucedido ayer.

-Manuela, mírame- me suplica mientras intenta levantar mi rostro con su dedo índice.

Niego con la cabeza y doy dos pasos hacia atrás, haciendo que todo tacto desaparezca.

-Mírame- vuelve a decir pero esta vez como una orden.

-Andrés, vete- le pido.

-No me iré hasta que arreglemos las cosas ¿vale?- habla decidido y sé que si lo está, no hay forma de hacerlo cambiar de opinión.

-Así que... Mírame- me vuelve a pedir.

Hago lo que me pide y una sonrisa pasajera cruza su rostro.

Une sus labios con los míos en un beso lleno de deseo, lujuria y alivio.

Nos besamos hasta perder el aliento, separamos nuestros labios pero nuestras frentes quedan pegadas haciendo que nuestras narices se rocen.

Andrés se separa lentamente de mi rompiendo de nuevo todo tacto.

-Ven, tomemos asiento- propone mientras señala el sofá.

Me siento y él hace lo mismo, pero no me mira, su mirada está perdida.

-Manuela yo...- musita él mientras cierra los ojos con fuerza preparándose para los que tiene que decir a continuación.

-No te merezco, no merezco algo tan importante como tu virginidad, soy un bastardo, no sabes cuantos corazones he roto por gusto- dice mordiendo su labio inferior.

-Así que si quieres romperme el corazón, adelante, te doy mi consentimiento, ya no me pertenece, tú lo tienes en tus manos- termina de decir mientras las lágrimas salen de sus ojos, no soporto verlo así.

-No digas eso Andrés, todos tenemos destinado a alguien para que nos ame y claro que no romperé tu corazón- le digo y la vista se me vuelve borrosa a causa de las lágrimas que piden salir.

-¿Y qué hago si tu no eres esa persona destinada para mí?- pregunta mirándome fijamente.

-Amar a la persona que llegue a tu vida- respondo mientras levanto mi mano para acariciar su mejilla.

Él se aparta evitando que lo toque y haciéndome sobresaltar.

-Pero si yo te quiero a ti Manuela, ¿acaso no logras entenderlo?, Descontrolas mi mundo, me haces querer ser mejor persona, me haces necesitarte y volverme loco, ¿que mierda estas haciendo conmigo?- habla cambiando el tono de su voz. Elevandola y bajandola, preguntando y explicando.

-Andrés, yo...- abro y cierro la boca sin saber qué decir, estoy totalmente en blanco.

-No digas nada- dice, se levanta y camina hacia la puerta.

Me levanto rápidamente del sofá impidiéndole que se vaya.

-Andrés, estoy confundida, herida, destrozada, entiendeme por favor- hablo entre sollozos- no te vayas por favor- suplico como una vil mujer enamorada.

-Déjame ir, porque si no... No me importará destruirte aún más- dice dándome una mirada fría y severa para luego salir del departamento.

Me siento en el suelo y lloro como en tiempos pasados.

Mi madre lejos, Zoe me traiciona, Axel se comporta como un maldito bipolar y no he vuelto a saber nada de él ¿y ahora Andrés?, ¿Qué más viene?, ¿Donnie?







Maldito Andrés °Sin Corregir°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora