Vocabulario

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Me levanto cuando siento algo caminar por mi brazo, abro los ojos y me sacudo en todas las posibles direcciones mientras trato de no gritar.

¿Pueden creer que una asquerosa, repugnante y miserable cucaracha ha tenido el descaro de caminar por mi brazo?

La cabrona está boca arriba en el suelo y aprovecho para buscar la escoba y matarla, no pienso tener ese diminuto demonio viviendo en mi departamento.

Cuando ya tengo la escoba en mi poder y estoy apunto de aplastarla sin piedad, la cabrona vuela haciendo correr como si tuviera un petardo en el culo.

Miro la hora, ¡carajo!... Esta súper tarde, me desnudo y me baño sin importarme la maldita cucaracha.

En menos de diez minutos ya estoy lista, bajo y cojo una manzana de la cocina, salgo del departamento, saludo a Luis y cuando me dirijo a mi moto, noto que el auto de mi madre aún sigue estacionado, lo que significa que Zoe sigue en casa.

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Llego al instituto y estaciono mi moto, cuando estoy a punto de entrar alguien jala mi brazo, giro y veo a Andrés con su estúpida sonrisa.

-Hola Manuela, ¿por que tan descortés?- pregunta elevando una ceja.

-¿Has estado saliendo con Zoe?- le pregunto de inmediato y me suelto bruscamente de su agarre.

-No, después de que hablamos en tu departamento no me ha vuelto a dirigir la palabra- responde desconcertado por mi actitud.

-Lo siento, es que ella ha cambiado mucho y no sé a qué se debe- me disculpo sustentando mi comportamiento.

-Esta bien, sé que si actúas así, es porque algo te afecta, lo digo porque siempre sonríes- dice él mirándome con diversión.

Rio entre dientes y ruedo los ojos.

-Te quedarás bizca si sigues rodando los ojos por todo- dice y me señala.

-Que estupidez- digo y vuelvo a rodar los ojos.

-Que estupideces digo, pero si ya no puedes estar más bizca de lo que eres- se burla y suelta una sonora carcajada.

-Eres un idiota ¿sabías?- pregunto intentando parecer seria.

-Ese no es el vocabulario de una princesa- se entromete alguien, giro y veo a un muchacho de unos veinte años aproximadamente.

-Deje de ser sapo que nadie está hablando con usted, además, ¿dónde putas está el carruaje y la corona?, deje de ser tan marica que yo no soy ninguna princesa, madure bobo hijueputa- digo mientras le muestro mi dedo corazón, el muchacho me da una última mirada de asco y sigue su camino.

Vuelvo la mirada hacia donde está Andrés y este me mira como si tuviera oro puro frente a él.

-Wow... Amo las colombianas desde este preciso momento- dice aún perplejo por mi escena.

Caigo de vuelta a la aburrida realidad y me doy cuenta de que cuando salí de mi casa estaba tarde y llevo más de quince minutos hablando con Andrés.

Miro hacia la entrada del instituto y no se ve ni un alma.

-Andrés, ¿por qué no me dijiste que habíamos entrado?, ¿ahora que le digo a la profesora?- pregunto arrugando mi entrecejo.

-No le digas nada- responde como si eso fuera lo más normal del world.

-¿Que no le diga nada?, ¿entonces que hago?, ¿entro como si fuera la puta ama y no le doy explicaciones?- pregunto de nuevo desubicada.

-Solo no entres- responde mientras me da una sonrisa ladeada y hay es cuando entiendo porque las mujeres caen tan rápido.

-¿Estás loco?- pregunto tratando de no reír.

Maldito Andrés °Sin Corregir°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora