-Kyoya-
Todo estaba calmado, totalmente callado. Casi te estabas acostumbrado a despertar sin ningún ruido de autos o el cantar de los pájaros, y no te gustaba. Seguramente llevabas más de dos semanas en esa casa, no lo sabías con exactitud, pues la noción del tiempo pasaba realmente diferente cuando estás encerrado. Desde el día anterior no habías querido salir de la habitación, pues ese hombre trato de tocarte por segunda vez en lo que va de la semana. Fue aproximada a las 3 de la tarde, después de almorzar estabas como siempre aburrido en tu habitación y él se atrevió a entrar, se sentó en la cama con la mayor naturalidad del mundo y comenzó a contar de cómo le fue en su día como si te importara, cada vez se acercaba más y tú sólo leías uno de libro que puso en tu habitación para tratar de ignorarlo. Cuando te diste cuenta estaba casi sobre ti y te acariciaba las piernas como si fuera lo más maravilloso del mundo, te apartaste de inmediato y él trató de ir sobre ti una vez más, te removiste tanto que él terminó por rendirse e irse. Después de eso no lo habías visto, además de que no cenaste nada pues no quieras salir.
Te levantaste y de inmediato te fuiste al baño, te diste una ducha larga y te vestiste ahí mismo como siempre. Al salir simplemente te quedaste de nuevo en la cama para seguir leyendo, no pensabas salir otra vez, así que te tocaba aguantar un poco más el hambre. Emma entró nerviosa minutos después pidiendo que por favor salieras a comer algo, y a pensar de que casi te suplicó, seguramente porque él le había ordenado que te saca de ahí, tu tuviste que negarle, ya no quieras nada que viniera de ese hombre o siquiera verlo. Ya estabas harto de toda esa situación de la "damisela en apuros" si él no iba a contarte nada o dejarte salir, tú lo le darías ni la hora, así de sencillo.
La chica, tal como se fue, salió, nerviosa. Nuevamente sólo, te recostaste aún más en la cama y suspiraste fuertemente, jugaste un poco con el collar entre tus dedos y lo acariciaste ligeramente. Cerraste tus ojos imaginarte a Ryuga, querías verlo, eso era todo lo que necesitabas. Suspiraste a un más fuerte cuando apareció en tu mente la imagen de su rostro preocupado, casi al borde de la histeria y arrugaste un poco el entrecejo antes de abrir nuevamente los ojos y distraerte con el libro.
Horas pasaron, ahora estaba tendido en la cama con sus brazos y piernas extendidos. Estabas realmente aburrido y hambriento, ya debía ser la hora de la cena y lo único que tenías en el estómago fue una taza de café que Emma logró robarse de la cocina con la excusa que es para ella (Aunque no le guste).
Lanzaste el libro que ya habías terminado de leer con fuerza al suelo, estabas harto, odiabas estar encerrado, ya no recuerdas cuántas veces te lo había repetido. La cama repleta de almohadas ahora estaba siendo atacada por tu furia, cada una se fue estrellando contra objetos en la habitación mientras soltabas uno que otro gruñido. Después comenzaste a golpear el colchón con tus puños, parecías un niño haciéndose una rabieta, pero es que ya no lo soportabas.
Tu respiración se había acelerando, te pasaste los dedos por tu cabello para tratar de calmarte un poco mientras inhalaban y exhalaban lentamente. Escuchaste que tocaban la puerta, te quedaste viéndola hasta que se abrió dejando entrar en la habitación el espléndido olor de comida, por un segundo pensaste que es Emma, que se habían apiadado de ti y decidieron alimentarte aunque no sea en esa gran y estorbosa mesa, pero cuando te diste cuenta de que era ese hombre enmascarado simplemente volviste a tu mirada enojada.
-Parecer que estuviste muy entretenido- se burló observando como la habitación estaba toda desarreglada y a medio destruir. Tu sólo te quedaste ahí sin hacer nada mientras él terminaba de entrar en la habitación y se acercaba a ti- ¿Tienes hambre? No has comido nada desde ayer- preguntó de nuevo sentándose en la cama y dejando la bandeja en ella, tú solo volteaste la cara hacia otro lado evitando verlo- ¿Estás molesto por algo?- preguntó cómo si no supiera perfectamente lo que sucedía. Apartaste la mirada aún más mientras te cruzabas de brazos, logrando hacer que el hombre se ría, sin saber perfectamente por qué- ¿Vas a comer?- preguntó un poco más firme mientras extendía hacia ti una cuchara con lo que parecía ser sopa.
ESTÁS LEYENDO
Mi Profesor Favorito [Ryuga x Kyoya] (EN EDICIÓN)
RomanceRyuga es un chico problema. Kyoya un profesor de literatura. Ambos se encuentran un día cualquiera, en un lugar cualquiera. Al separarse, ambos pensaron que nunca más volvería a verse y seguir con sus vidas normales. Pero el destino les tenía prepar...