Atada a ti (Ace x Lectora)

Capítulo 8

Nota: (f/v) flor favorita
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4 horas antes...

Narra Ace:

Me encuentro en mi despacho de la empresa donde trabajo, tratando de revisar unos papeles. Sin embargo, no consigo concentrarme, estaba en otro planeta... sólo estoy pensando en ella... en Tn.

Tengo tal sonrisa de idiota que cualquiera se daría cuenta. Estoy... contento, feliz, gracias a esa preciosa chica de cabello castaño. La verdad...

Estoy enamorado de ella... desde el primer momento en que la vi.

Es... tan guapa, tan bella... es sumamente hermosa. Su cabello, sus ojos, sus labios... me encantan. Y además esa sonrisa... Dios, su preciosa sonrisa, me vuelve loco. Cada día que paso con ella, me enamoro de ella más y más. Ella... es perfecta para mí. Es... tan tímida, tan vulnerable aunque también tiene su carácter, cosa que me gusta. Tn...
hasta me gusta su nombre.

La tengo siempre pendiente en mis pensamientos. La quiero, la amo y... no sólo eso... también la deseo. Dios, la deseaba día tras día. Cada vez que tocaba su hermoso cuerpo, cada vez que acariciaba su suave piel, cada vez que besaba sus labios... dulces, carnosos y suaves, hechos a medida para devorármelos. Amaba hasta el olor de su perfume, un delicioso olor a rosas y jazmín. Y... cada vez que la hacía el amor... mi cuerpo era puro fuego. Su voz, sus suspiros, sus jadeos, sus gemidos de placer... cuando la escuchaba pronunciar mi nombre... me volvía más loco todavía. Escucharla era música para mis oídos.

Lo cierto es que... la quise hacer mía desde el primer día. Quería poseerla, amarla... Todo en ella es tan perfecto que cualquier hombre se enamoraría de ella. Y no estaba dispuesto a dejar que otro hombre, que no sea yo, la poseyera. Ella... es mía. ¡Es solo mía!

También quise que ella se enamorara de mí. Es por eso que la dejaba encerrada en aquel hotel, que la hacía el amor tantas veces... para que me conozca y me quisiera, que no se olvidara de mi cara, de mi cuerpo... como tantas veces me pasa a mí con ella.

Los días posteriores, aquella divertida guerra de agua en el baño, la merienda, la tarde de cine... cada momento que hemos pasado juntos fueron los mejores días de mi vida. Y ahora recuerdo... ayer, cuando ella me confesó que me quería, que me amaba... ¡mi interior estalló de alegría! Luego la confesé igual y... cuando hicimos el amor... exacto, ella y yo, juntos, fue... ¡genial, increíble! Jamás lo olvidaré.

Mi corazón, todo mi ser rebosa de felicidad. Seguramente es lo que se siente al estar enamorado. Y eso que nadie ha hecho esto en mí, ella es la primera que lo hizo... y la única que lo va a ser.

Mi cabeza volvió a la realidad. Miro impacientemente el reloj. Tengo muchísimas ganas de salir de aquí para verla de nuevo, estar con ella y estrecharla entre mis brazos.
Bufé frustrado. Me estaba poniendo nervioso. Cada minuto, cada segundo se me hacía eterno.

Ya pasó la hora, eran las 14:00 p.m. ¡Por fin! Cojo mis cosas y salgo pitando de mi despacho hacia el ascensor, no sin antes despedirme de mis compañeros de forma rápida. Salgo del edificio y cojo un taxi. En mitad del camino, visualicé una floristería y le pedí al taxista que parase ahí un momento. Salí del taxi y entré en la floristería. Compré un ramo de (f/v), sus favoritas. Cuando salí de la tienda, las olisqueé y sonreí. Seguro que a ella le encantarán.

Me metí de nuevo en el taxi, avisé al taxista y prosiguió su camino. De camino al hotel, recuerdo la conversación de esta mañana con Marco.

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