Capítulo 7.

1.6K 311 95
                                    

Dipper puso aquella maleta sobre el sofá. Dejó escapar un gran suspiro de satisfacción, al saber que ahora su sobrino estaba a su cargo.

Se volvió, cuando escuchó una queja. Lawliet tenía el ceño fruncido y lo miraba con algunas lágrimas en los ojos.

—¿Tienes hambre? Te preparé... —se vio interrumpido.

—¡Te odio! —exclamó arrojándole aquel peluche de dragón.

Dipper suspiró y se le acercó.

—Lawliet... —se vio interrumpido.

—¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! —gritó, mientras se encerraba en la primera habitación que vio.

El ilusionista lo siguió y se arrodilló frente a aquella puerta.

—¿Puedo pasar?

—¡No! ¡Vete!

—Pequeño... —se vio interrumpido.

—¡Yo quería estar con Mabel y Will!

—Podremos ir a visitarlos, nene. —sonrió. —No soy taaan malo...

La puerta se abrió. Su sonrisa se amplió, pues la habitación en la que su sobrino había entrado, tenía la perilla más abajo, para que pudiera alcanzarla.

—¿Lo prometes? —asintió. Lawliet frunció el ceño y volvió a cerrar la puerta. —¡Mientes!

El castaño arqueó una ceja.

—No te estoy mintiendo...

—Mabel siempre me decía que estaría conmigo, ¡Y no era así! —escuchó como comenzaba a llorar. —¡Con Will era lo mismo!

—Pero... Yo no te miento...

Volvió a abrir la puerta.

—¿Estás seguro? —volvió a asentir. —Voy a hacerte caso... Creo...

Dipper sonrió.

—¿Tienes hambre?

El estómago de Lawliet rugió. El menor hizo una mueca.

—No.

—¿No? ¡Pero si parece que tienes un animal adentro! Escucha como suena tu estómago.

—No tengo hambre. —cerró la puerta.

Dipper suspiró con frustación.

Se levantó y se dirigió a la cocina.

[...]

Lawliet no había salido de aquella habitación, hasta que escuchó algo.

Se levantó del suelo y abrió la puerta. No había nadie.

Salió del cuarto y caminó a la sala, donde había un plato con pizza y un vaso con jugo.

Su estómago volvió a rugir.

Miró el televisor, percátandose de que no se había equivocado, había un maratón de música K-Pop.

Sonrió y se sentó a comer.

[...]

Miró una vez más aquel dibujo y su plato con la última rebanada.

Tomó ambas cosas y caminó hasta la habitación de su tío (qué estaba al lado de la suya). La puerta estaba entre-abierta, así que solo la pateó y entró.

—Tío Gleeful.

El mencionado se volvió a verlo. Se sentó en la cama.

—¿No te gustó? ¿Quieres otra cosa?

El peli-azul le entregó el dibujo (que lo mostraba a él y a Dipper).

—Estuvo delicioso. —le dio el plato con la última rebanada. —Gracias.

Se dio media-vuelta, dispuesto a irse, hasta que sintió como lo abrazaron.

—¿Qué pasa? —cuestionó.

—Es un bonito dibujo, Lawliet.

El peli-azul suspiró, era la primera vez que alguien le decía eso. Oh la primera vez que sentía que en verdad tenía "familia".

Lawliet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora