Capítulo 19.

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—Al día siguiente—

Moví con cuidado a Daryl, no quería despertarlo. Me vestí y me volví a verlo. Dormido, se veía tan vulnerable... pero debo controlarme.

Bajé las escaleras, siendo atraído por el delicioso olor. Fui hacia la cocina, encontrándome con mi tía y mi primo.

—¡Hola, Lawliet! —exclamó el castaño.

Le alboroté el cabello.

—Hola, pino junior. —reí.

—¿Quieres desayunar, Lawliet? —cuestionó la peli-negra.

—Claro. —le sonreí.

Ella puso mi plato sobre la mesa, para luego mirar hacia las escaleras.

—Debería ir a despertar a Daryl...

Casi me atraganto.

—¡Tía _____! —se volvió a verme. —Daryl... Daryl... —pensé. —Daryl hizo mucho ejercicio ayer, se encuentra verdaderamente agotado. —asentí. —En serio, anoche se quejaba cuando se giraba en la cama, esta muy adolorido.

—¿Haciendo ejercicio? —cuestionó. —Vaya, comúnmemte siempre dice que tiene el cuerpo perfecto.

—Lo tiene... —fingí toser. —En fin, le pido que no lo despierte, ni que lo deje ir a la escuela, solo se lastimaría. —le sonreí.

[…]

Después de ducharme y cambiarme (la ventaja de ser demonio, es que con tan solo chasquear tus dedos ya tienes ropa limpia), caminé hacia la casa de la castaña.

Nunca pasaba por ella, sería la primera y última vez.

Al llegar, toqué la puerta, la cual fue abierta luego de unos segundos.

Abby ya estaba preparada para ir a la preparatoria.

—¡Lawliet! —se lanzó a abrazarme. —Sabía que vendrías a buscarme cuando te dieras cuenta que tenía razón.

La aparté.

—Bueno, tienes razón. —afirmé.

—Lo sé. —se acercó a mi rostro.

La volví a apartar.

—Soy un completo imbécil.

—¿Qué?

—Tú dijiste que era un completo imbécil y lo soy. —le sonreí. —¿Sabes por qué? ¡Exacto! Por haber confiado en ti. —me encogí en hombros. —¿Marco? —ella se sonrojó. —Al menos coqueteale a alguien que este soltero. —rodé los ojos.

—¡Lawliet!

—Terminamos. —dije restándole toda la importancia posible.

Sin decir nada más, me di media-vuelta y comencé mi camino a la preparatoria.

Suspiré con pesar, pues sabía que Abby era terca.

[…]

Las miradas recaían en nosotros. Algunos murmuraban cosas, otros simplemente nos miraban en silencio.

Entré a la preparatoria discutiendo con aquella castaña. Los maestros se nos habían acercado en más de una ocasión para preguntar si todo estaba bien.

—¡No puedes dejarme!

—¡Claro que si!

—¡Siempre he estado apoyándote, Lawliet!

—¡Claro! Me apoyas tanto que le coqueteas a Marco. —rodé los ojos. —Deberían darte un premio.

—¡Lawliet Cipher! —bufé.

—¡Ya basta! —exclamé. —Terminamos, ¿Entiendes?

Ella me sonrió con arrogancia.

—¿Sabes? No importa. —se me acercó. —Después de todo, el capitán del equipo de fútbol besa mejor que tú.

Reí.

Me acerqué a su rostro.

—¿Sabes? Hasta un hombre besa y lo hace mejor que tú.

Ella me miró molesta y alzó su mano. Cerré los ojos, esperando un golpe, el cual, nunca llegó.

Abrí los ojos, la habían detenido.

—¡Eh! ¿Qué pensabas hacerle? —cuestionó soltando su brazo.

Lo miré sorprendido.

—Le dije a mi tía que no estabas en condiciones de venir. —me cubrió la boca.

—Luego hablamos de eso. —se cruzó de brazos. —Le he hecho una pregunta a esta chica.

La castaña lo miró molesta.

—¡Tú fuiste el que le dijo a Lawliet lo que hacía en clase! ¡Mentiroso!

Daryl se encogió en hombros.

—Puede que haya sido mentira... —suspiró. —Oh puede que haya sido verdad. —la miró. —Pero ahora le has dicho que lo engañabas con el capitán del equipo de fútbol. —le sonrió y le pellizcó la nariz. —Tú sola.

Ella lo apartó.

—Lawliet. —me tomó del cuello de mi camiseta. —No era mi... —se vio interrumpida.

Daryl frunció el ceño, la tomó de los hombros y la alejó.

—No te le acerques.

—¿Por qué? —cuestionó arqueando una ceja.

—Porque yo lo digo.

Ella rió.

—¿Y cómo porqué me lo dices?

—Porque quiero, puedo y... —lo interrumpí.

—Es gratis. —negué divertido.

—Y porque es mi novio. —me señaló.

Lawliet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora