Capítulo 18.

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Daryl miró hacia la puerta, mordiendo su labio.

—¿O-otro?

—Otro. —le dije, apoyando mis manos en el colchón. —Si te atreves.

Suspiró y se acercó a mi rostro. Me tomó del cuello y me acercó a él.

—Sigues con Abby, quiero que sepas que esto es malo. —rozó sus labios con los míos. —Lo sabes, ¿Verdad?

Lo tomé de la cintura, llevándome una sorpresa.

—¿Lawliet?

Llevé mi otra mano a su cuerpo y acaricié su cintura por encima de su camiseta.

—Tienes buen cuerpo.

—Ba-basta... —quitó mis manos.

Lo miré.

—¿Piensas besarme? —lo jalé, haciendo que se sentara a mi lado.

—Calla... —murmuró, para luego besarme.

Los labios del rubio eran suaves, además, era inexperto en los besos. Me llevó a pensar que era virgen, solo me restaba comprobarlo.

Mordí su labio.

—A-ah... —me apartó.

Lo tomé de la cintura y lo acerqué a mí.

—La-Lawliet ya te besé... —se sonrojó y puso sus manos sobre mi pecho. —Suél-suéltame…

Lo solté.

—¿Qué pasa? —arquee una ceja. Sonreí. —¿Tú no puedes dar el primer paso?

Él me miró ofendido, para luego colocarse a horcajadas de mí. Me tomó del cuello y me miró desafiante.

—¿Es un reto? —solo le sonreí. —Te acabas de meter con Daryl, de esta no sales. —se impulsó hacia adelante.

Solté un pequeño gemido.

—Ja. —dijo victorioso. —¿Lo vez?

Lo miré, provocando que se sonrojara.

—Ve-veré como esta mi hermano... —murmuró, apunto de levantarse.

Negué divertido, debió de haber sacado una excusa mejor. No hay nadie más en esta casa que no seamos nosotros dos.

Lo tomé con fuerza de la cintura, mientras besaba su mejilla, para luego descender a su cuello. Él ladeó la cabeza, dándome más acceso.

—Lawliet... —suspiró. —Lawliet esto esta mal...

—Me provocaste. —hice un chupetón. —Y no pienso detenerme...

Continúe repartiendo algunas mordidas por todo su cuello y clavícula. Fingí embestirlo.

—¡Ah! —gimió.

Lo besé, para luego recostarlo en la cama y colocarme sobre él.

—Tendrás que usar bufanda...

—Estás loco, hace calor.

—¿Lo dices por el clima o porque estoy tocándote?

—Mi cuerpo esta caliente... —murmuró. —Pero el clima también es culpable.

Sonreí y me quité la camiseta. Daryl me imitó.

Su respiración se había alterado, su pecho subía y bajaba con cierta rapidez. Lo esta disfrutando.

Toqué su pecho, hasta llegar a sus pezones, a los cuales les dediqué atención. Daryl se arqueó.

—¡La-Lawliet! —gimió. —¡Mgh!

En ningún momento me detuve a pensar si tocar su cuerpo, era igual que tocar a Abby. No me interesaba ella en este momento. No me importaba nada.

Solo estábamos Daryl y yo.

Y eso se convirtió en mi nueva sensación favorita.

Daryl se convirtió en mi adicción desde ese momento. Con tan solo tocarlo obtenías una reacción distinta a la anterior. Su cuerpo, sus sonidos, sus expresiones en este momento, son solo mías. Y yo seré la única persona que podrá verlo y hacerlo sentir así.

Ya no había marcha atrás. Ahora solo seríamos él y yo. No hay terceros.

Lo que nos restaba de ropa fue desapareciendo poco a poco. Nos estorbaba.

Sentí como sus labios se juntaban con los míos. Algo me encantó de besarlo en todo momento, fue que nunca se demostró lujuria, sino ternura.

—¿Estás listo? —le susurré.

Él asintió apenado.

Le di la vuelta y lo obliqué a apoyarse en sus rodillas.

—Va a doler un poco.

Noté como su rostro mostró algo de miedo, sin embargo, asintió.

Me apoyé en él, comenzando a entrar en su interior. Se arqueó un poco.

—¡Ngh! ¡Lawliet! —jadeó.

Miré como extendía una de sus manos, para sujetarse con fuerza de la sábana. Sonreí y me apoyé en su cuerpo, para luego tomar su mano y entrelazar nuestros dedos.

Lamí su espalda, escuchando sus jadeos y gemidos.

Cuando entré completamente me quedé quieto.

Daryl respiraba con dificultad, trataba de recuperar el aire perdido.

—Pu-puedes moverte... —murmuró.

Comencé a moverme lentamente, haciendo que Daryl soltara varios suspiros.

La velocidad fue aumentando poco a poco. Me apoyé aún más en su cuerpo y mordí con fuerza su hombro.

—¡Ah, joder! —hizo su cabeza hacia atrás.

Me separé y mordí el lóbulo de su oreja.

—Di mi nombre. —susurré, aumentando la fuerza.

—¡La-Lawliet!

No pasó mucho tiempo, para que los gemidos de ambos se escucharan un poco más fuerte. Las piernas del rubio temblaron.

Fue cuestión de unas cuántas embestidas más, para que ambos nos corrieramos. Salí de su interior y nos dejamos caer en la cama.

Tratamos de regularizar nuestra respiración.

—En-entonces… —murmuró. —¿T-te quedas a dormir?

❄❄❄❄.
No sé que decir uwu, me gustó mucho este lemon.

Lawliet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora