Capítulo 22.

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Habían pasado 3 días, en los que me preguntaba porque el repentino cambio de comportamiento en mi tío.

Tenía mi cabeza recostada sobre la mesa, esperando el desayuno que mi madre preparaba.

—No lo entiendo... —murmuré.

—¿Pasa algo, Lawliet? —cuestionó poniendo el plato sobre la mesa.

—Mamá, hace tres días, fui a visitar a mi tío Dipper...

Revisé mi celular, pues le había mandado un mensaje a Daryl, contándole lo sucedido, pero solo me dejó en visto.

—Ajá. —se sentó frente a mí. —¿Y qué paso?

Suspiré.

—¿Hice algo mal, mamá? —la miré.

—Hasta ahora no. —hizo un gesto de confusión. —¿Por qué me lo preguntas?

—Porque... cuando fui a hablar con mi tío, actuó muy extraño... —hice una mueca. —Parecía irritado, quiero decir... adentro de su casa estaba Pacifica y Marinette, pero aún así, lo sentí molesto conmigo.

Mi madre frunció el ceño y se levantó.

—Deaj, si esta de mal-humor es su culpa, ¿A quién se le ocurre tener a dos mujeres? —rueda los ojos. —Son cosas que el imbécil de Dipper nunca entenderá.

—Pero... —me interrumpió.

—Tranquilo, que tú no hiciste nada. —me presionó una mejilla. —Al menos que lo hayas hecho enojar con algo...

—N-no, no.

—Entonces el problema es suyo, no tuyo.

Suspiré.

—Bueno, Lawliet. —rodó los ojos. —Me tengo que ir, tengo que alcanzar a tu padre y a Fear en el centro comercial, ¿Seguro que no quieres venir?

—No, diviértanse.

Ella me sonrió, para luego susurrarme un Cuídate.

Caminó hacia la puerta principal y la abrió, dejando ver a un rubio con respiración agitada.

—¿¡Daryl!?

—Ho-hola… —puso su mano en su pecho, tratando de respirar con normalidad. —¿Está Lawliet?

—Si, pasa. —Daryl obedeció. —Cuídense. —se retiró.

—¡Lawliet! ¡Leí tu mensaje! ¿Qué pasa? ¿Está todo bien? ¿Cómo te sientes? ¿Puedo hacer algo?

—Mi tío Gleeful esta un poco raro, supongo que dentro de lo que cabe esta todo bien, me siento ¿Bien? ¿Mal? ¿Ambas? —bajé la mirada. —Supongo que no hay nada que hacer.

Él se quedó en silencio, levanté la mirada, para encontrarme con un abrazo. Correspondí.

—No te preocupes, azulito. —rio por lo bajo. —Verás que todo estará bien, Dipper solo necesita establecerse bien con su familia. Muy pronto volverá a ser el de antes.

Me separé.

—¿Y si no es así?

—Hm... —hizo una mueca. —Verás que sí.

—¿Y si no? —insistí.

—Lawliet... —pensó y mordió su labio. —Ah... dale tiempo a Dipper.

—Deaj. —murmuré, para luego levantarme. Caminé hasta la sala y me dejé caer en el sofá. —No tolero que no me hable...

—Esta ocupado... —dijo sentándose en el suelo. —Estresado... —asintió. —Tiene que cuidar a sus hijos.

—DEAJ. —grité.

El rubio suspiró con pesar.

—Oh vamos, no seas infantil.

—¡No estoy siendo infantil!

—Olvídalo. —bufó. —¿Quieres ver la televisión?

—No.

—¿Escuchar música?

—No.

—¿Ver anime?

—No.

—¿Ver doramas?

—No.

—¿Ver videos musicales?

—¡Que no! —exclamé.

—Lo siento...

Silencio.

Saqué mi celular.

Pasaron algunos minutos, en los que no se oía nada más que la notificación de los mensajes y el sonido de las teclas.

—Lawliet. —dijo algo molesto.

—¿Qué?

Él se puso se rodillas y me miró.

—¿Con quién hablas tanto?

—Gente.

—¿Con quién?

—Un amigo.

—¿¡Quién!?

Fruncí el ceño y lo miré.

—¡Un amigo! ¡Nadie que te interese! —volví mi vista al teléfono. —Y si no te importa, ya tengo demasiados problemas con mi tío, como para tener que aguantar tus celos de niño chiquito.

—… —me volví a verlo, notando como había bajado la mirada. —Bien...

Se levantó y caminó a la puerta.

—¿A dónde vas? —cuestioné sentándome.

—Yo... tengo que irme, aún me falta terminar mi tarea.

—Bien, adiós.

Él asintió y se retiró.

Miré a mi alrededor, pensando que podía hacer. Bufé, al notar que no tenía nada con que pasar el rato.

Me levanté y chasquee los dedos, apareciendo en el centro comercial. Caminé, buscando a mi familia.

Lawliet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora