Capítulo 7.

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Pasaron algo más de dos semanas cuando ingresaron de nuevo a Juliet.

Había quedado con Thomas como había acostumbrado a hacer para almorzar. Josh solía acompañarnos aunque en otras ocasiones nos dejaba intimidad como él solía llamarlo después.

Cuando llegamos a la cafetería no había ni rastro de Thomas, lo cual me hizo pensar que tal vez ya se hubiera marchado o incluso no hubiera llegado a aparecer. Comprobé mis mensajes y llamadas por si me hubiera avisado pero nada, no fui capaz de ocultar mi decepción, Josh me rodeo con un brazo y me acercó a él.

-Tal vez le ha surgido un imprevisto y no ha podido avisarte -murmuró mientras me conducía a una de las mesas-. Hoy invito yo, ¿Qué quieres? -Josh sabía que estaba decepcionada y no dudaba en intentar hacerme sentir mejor.

Thomas se había convertido en un gran amigo de Josh, lo extraño fue que Josh no intentó coquetearle ni nada por el estilo. Habíamos encajado bastante bien y solíamos hacer planes por las tardes, cuando mis guardios lo permitían. También, al ser amigo del director Graham acostumbraba a pasearse por el hospital y pasar algo de tiempo charlando conmigo.

-Esperaré -sonreí-. Tal vez el papeleo se ha alargado y venga más tarde -argumenté teniendo en cuenta que a veces ayudaba al director con los papeles del hospital.

Josh asintió y fue a por su comida. Volvió con un bocata y un refresco. 

-¿Hoy tienes guardia? -me preguntó y yo asentí.

-Seguramente llegue a casa tarde, Lena ya está avisada -murmuré observando el bocata de mi amigo, estaba hambrienta.

-Será mejor que comas algo -comentó Josh-, es tarde y tendrás que volver a trabajar en -comprobó la hora en su reloj de muñeca-, unos quince minutos.

Había estado gran parte de mi descanso esperando a Thomas, pero finalmente me convencí de que no aparecería y me compré un bocata parecido al de Josh.

Cuando el descanso acabó, Josh se despidió con un gran abrazo y me prometió que me llevaría a casa cuando mi guardia terminara.

El resto del día estuve demasiado ocupada trabajando como para preocuparme de si Thomas me llamaba excusándose, lo cual no sucedió. A la hora de comer apenas me detuve más de diez minutos y volví a la faena.

Cuando mi turno al fin terminó apenas me tenía en pie del cansancio, he de recordar que apenas había dormido unas horas.

Josh me esperaba en la puerta principal como me había prometido.

-Creo que moriré en cualquier momento -bromeé.

-Que sea cuando hallas bajado de mi coche -siguió él y yo le golpeé en el hombro juguetonamente.

Cuando llegamos a mi casa Josh se despidió rápidamente de mí y se marcho por donde había venido, apenas tuve tiempo de agradecerle el que me hubiera traído a casa.

-¿Cómo te ha ido el día? -me preguntó Lena en cuando puse un pie en casa.

-Agotador -murmuré sorprendida de que siguiera despierta-. ¿No deberías estar durmiendo?

-Quería esperarte -sonrió con picardía-. ¿Qué tal con Thomas?

Sabía que Lena quería algo, Josh la informaba sobre mis cuitas con Thomas, las cuales eran totalmente amistosas. Sonreí y saqué de la nevera algo de fruta, apenas tenía apetito.

-Genial -sonreí-, salvo por el pequeño detalle de que no ha aparecido y no sé nada de él desde ayer por la mañana, habíamos acordado en almorzar juntos -suspiré y Lena frunció el ceño.

-¿No se ha presentado? -preguntó confusa.

Asentí y después de devorar un par de piezas de fruta recogí lo poco que había ensuciado.

-No tiene importancia -comenté-. Seguramente le haya surgido algún inconveniente y no ha podido avisarme -traté, en cierta manera, de convencernos a ambas- Es posible incluso que se le haya olvidado -añadí, ya me había acostumbrado a que Thomas rondara en mi vida pero él tenía más vida a parte de nuestra amistad y estaba haciendo una montaña de todo esto.

-Leire seguro que le ha surgido algo -me animó Lena, era desalentador que un chico te dejara plantada, por mucho que fuera un amigo-. Algo es seguro, te debe una explicación.

-Tampoco es como si me tuviera que dar explicaciones -respondí-. Somos dos amigos que habían quedado para comer, no somos nada como para que tenga que darme explicaciones de dónde o con quién va.

-Pero habíais quedado, como mínimo se debería disculpar -Lena parecía enfadada con Thomas, yo simplemente me sentía defraudada.

-Ha sido un día muy largo -suspiré-. Me voy a la cama -besé la mejilla de Lena cariñosamente.

-Buenas noches pequeña -Lena me abrazó y cada una nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones.

Todo el cansancio que había acumulado en el día pareció esfumarse en cuanto me cubrí con las sábanas. Bufé, y tras dar vueltas, durante lo que me parecieron horas, me di por vencida y abandoné mi cama.

Me envolví con una manta y caminé hacia mi ventana. La noche había caído sobre Nueva Orleans hace horas y la Luna brillaba con todo su esplendor en el firmamento. Desgraciadamente la contaminación lumínica de la ciudad me impedía deleitarme con las estrellas.

Suspiré.

Y entonces lo escuché. Recorrí con mirada confusa mi habitación en busca de el origen de aquel ruido y al fin di con él; mi móvil.

Me acerqué confusa a él, se me había olvidado poner el sonido al acabar la guardia y estaba en vibración.

El nombre de Thomas parpadeó en la pantalla y fruncí el ceño.

-¿Si? -contesté dudosa.

-¿Leire? -la voz de Thomas se escuchó a la perfección a través del aparato- Soy Thomas, esto yo... -parecía nervioso y yo me contuve para no soltar una carcajada-, no sabía si estarías dormida y por eso no te he llamado hasta que me he decidido.

-Estoy despierta -susurré.

-Me alegro -rió con nerviosismo-. Yo... Estoy en tu puerta -murmuró.

-¿Cómo? -pregunté atónita.

-Me gustaría disculparme por lo de esta mañana y he pensado que sería mejor en persona -parpadeé con incredulidad, eran como las tres de la mañana y Thomas estaba, según me había dicho, en la puerta de mi casa. Dios santo, ¿Sería un psicópata asesino?

Una carcajada me interrumpió.

-¿Cómo? -No había escuchado lo que Thomas había comentado.

-Decía que no soy un psicópata asesino.

Definitivamente moriré de vergüenza.

-Yo... -tartamudeé-, lo siento -Thomas rió.

-No tienes porqué bajar si no quieres -habló Thomas con tranquilidad-, es tarde y no quiero molestarte pero quería disculparme y no podía esperar a una hora más normal -reí sin poder evitarlo.

Lo recapacité interiormente. Definitivamente sabía que no iba a conciliar el sueño, pero de ahí a salir de madrugada con Thomas, el cual me había dejado planta por así decirlo eran dos cosas muy distintas.

Soy totalmente contradictoria, deseaba que Thomas apareciera como solía hacer y ahora que lo tengo aquí soy yo la que duda. Parezco una adolescente y no una mujer adulta. Eso ha sonado demasiado maduro, y Lena y yo sabemos que si bien somos responsables, para maduras nos queda un buen trecho.

Recordé que Thomas seguía a la espera de una respuesta y volví en mí.

-Es algo tarde -murmuré sin saber que decir, mi imaginación estaba en su mejor momento al parecer.

-Por favor -la necesidad en su voz fue el empujón que necesitaba.

-Dame cinco minutos.

Una Humana Para El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora