Ya estaba anocheciendo así que nos dirigimos de vuelta al coche.
-¿Te espero para cenar? -Había llamado a Lena mientras Thomas conducía de vuelta.
-Pues... -miré a Thomas y este sonrió- Creo que mejor nos vemos mañana.
-Veo que ya estás más animada -sonreí-. ¿Todo bien? -sentí la preocupación de Lena.
-Perfecto.
-Pasadlo bien, te quiero -Thomas encendió las luces del coche ya que apenas estaba iluminada la carretera.
-Yo también te quiero -di un beso al móvil-, hasta mañana.
-Recordad dormir algo -Lena rió antes de colgarme y yo rodé los ojos.
-Temo el día en que Phoebe y Lena se conozcan -admitió Thomas y yo reí.
-No creo que el mundo esté preparado para ello -comenté.
Para cuando llegamos a casa de Thomas era ya entrada la noche, pedimos pizza ya que no teníamos ni las más mínimas ganas de cocinar.
-Gracias por este día -Thomas alternaba su trozo de pizza con mis labios.
-No puedo comer así -dije con dificultad riéndome.
-¿Qué harás para detenerme? -me retó volviendo a besar castamente mis labios.
Le di la espalda y me resistí a sus besos con un pequeña sonrisa en los labios.
-Esto tal vez -Esquivé todos sus intentos por besarme y me fui alejando de él.
-¿Me estás rechazando? -la sonrisa burlona no desapareció de mi rostro.
Thomas intentó besarme de nuevo y yo no se lo permití. Parece que se convirtió en algo personal ya que Thomas dejó la pizza y sus manos se dirigieron a mi cintura, acabamos apoyados contra una de las paredes del comedor.
Los ojos de Thomas captaron toda mi atención, no había nada más allá de ellos y si lo había, no me interesaba.
-Te quiero -las palabras brotaron solas de mi boca, y no me arrepentí de ellas ya que era lo que sentía.
Unió sus labios con los míos de manera apasionada, mis manos se dirigieron a su nuca y las entrelacé, las suyas se dirigieron a mis muslos y me hizo subir las piernas para entrelazarlas en su cintura.
Sus besos bajaron a mi cuello y giré éste para darle un mejor acceso, algunos gemidos escaparon por mis labios, no los retuve.
Llevé mis manos a su torso y le quité la camiseta, mis manos volvieron a su cuello. El beso se volvió desesperado y no se como mi camiseta acabó volando por el comedor también.
Me dirigí al lóbulo derecho y lo mordí con suavidad, un gruñido rascó la garganta de Thomas, sonreí.
Sus manos subieron lentamente a mi trasero, como si temiera ir rápido, irónico en la situación en la que nos encontrábamos.
Tiré de él hacia mí, apenas había espacio entre nosotros. Empezó a caminar, bajé a su cuello y comencé a besarlo, su agarre se intensificó y gemí mientras le mordía un lado del cuello. Nuestros gemidos llenaron la habitación.
Llegamos a su habitación y me tumbó en la cama, directamente me dirigí a su cinturón y lo desabroché.
Sus pantalones pronto sobraron, como el resto de nuestra ropa.
Nuestras respiraciones agitadas eran lo único, a parte de nuestro gemidos, que se escuchaba en la íntima habitación.
-Te quiero -dijo entre besos-. Te quiero -repitió llevando sus besos hacia mi cuello, se detuvo y sentí como se tensaba.
-¿Te encuentras bien? -dije entre jadeos llevando su rostro mecido por mis manos frente a mí.
Sentí como se relajaba y sonrió.
-No ha sido nada -unió suavemente nuestro labios, seguimos deleitándonos el uno del otro.
Y entre caricia y caricia la noche fue eterna y efímera al mismo tiempo.
Por la mañana desperté antes que él, aproveché que me quedaba una hora antes de ir a trabajar para darme una ducha. Me recogí el pelo en un moño deshecho y cuando salí de la ducha me puse de nuevo mi ropa interior, que había quedado esparcida por la habitación, y una sudadera de Thomas que me llegaba por los muslos.
Me senté en uno de los taburetes de la cocina y comprobé mis mensajes. Tenía un par de Lena sin importancia, otro de Josh preguntándome como estaba y otro de un número desconocido.
Ha sido divertido y espero que repitamos pronto, ¡Al fin he encontrado a alguien que me siga las tonterías! Pd: Sigue aguantando a mi hermano por idiota que sea. Besos, tu cuñada.
Reí y agregué a Phoebe. Estaba dejando el móvil en la mesa cuando sentí unos brazos que me rodeaban la cintura lentamente.
-Buenos días -ronroneé, con una sonrisa traviesa.
-Ya lo creo que lo son -su respiración me puso los pelos de punta, giré mi cabeza levemente y le besé lentamente, saboreándolo.
-Hoy tengo que trabajar -comenté con una mueca, me encantaría pasar el día con él pero ayer ya falté.
Thomas hizo su mejor puchero y yo sonreí, seguía abrazándome por detrás.
-No quiero que te vayas -susurró, acariciando mi cintura por encima de la sudadera.
-Ni yo irme -suspiré-, pero tengo que hacerlo.
Asintió y desayunamos juntos, causando estragos como siempre, también recogimos los restos de pizza de anoche. Thomas se ofreció a llevarme a casa primero para que pudiera cambiarme y coger mis cosas.
Salimos de su casa y nos dirigimos a su coche, en diez minutos estábamos frente a mi apartamento.
-Te espero aquí -le sonreí y subí a mi piso.
-Vaya, la princesa vuelve a su torre -Lena me interceptó mientras me cambiaba de ropa.
-Y parece que el dragón sigue custodiándola -Lena rodó los ojos y se sentó en mi cama.
-Llevas las bragas del revés -rió y yo comprobé para mi vergüenza que era cierto.
-No. Digas. Nada -simplemente pronuncié y ella contuvo la risa, una vez me cambié por completo, cogí mi bolsa y me dispuse a salir.
-¡Adiós eh! -gritó Lena cuando ya estaba en la puerta.
-¡Te quiero! -le grité una vez la cerré, bajé sonriendo y Thomas me recibió con la misma sonrisa que no abandonaba mi rostro.
-¿Lista? -asentí, condujo hacia el hospital y me dejó en la puerta- Llegamos mi dulce princesa -rodé los ojos y me acerqué para besarle.
-No vemos luego -bajé del coche y me dispuse a entrar al hospital.
-Leire -me llamó y me giré confusa, en su rostro apareció una sonrisa pícara-, mi ropa te queda mucho mejor.
Negué con la cabeza y me giré riendo con las mejillas ardiendo.
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Una Humana Para El Lobo
LobisomemLeire; una simple humana. A sus escasos veinticinco años, es una joven enfermera con una vida lo que se podría denominar, normal. Thomas; un hombre lobo, o licántropo como otros prefieren referirse a él, que impresionado por la vida de los huma...