-El aceite no va a matarte -le susurré a Thomas mientras lo abrazaba por detrás, tenía puesto un delantal del cual no quedaba ni un trozo limpio y estaba en la cocina junto a Dan.
-¡No puedes estar aquí! -me chilló dándose la vuelta y alejándome de allí mientras yo trataba inútilmente quedarme.
-¿Ha habido suerte? -me preguntó Phoebe cuando entré en la habitación que Thomas tenía de sobra, negué.
-Al menos no han quemado nada aún -y justo en ese momento una alarma me informó de que la realidad era otra, me senté junto a Phoebe negando entre risas. Justo entonces Dan asomó la cabeza por la puerta.
-La cena tardará algo más de lo previsto -se rascó la nuca avergonzado.
Y Phoebe rió aún más.
-¿Seguro qué no queréis nuestra ayuda? -Negó seguro de sí.
-Hoy queremos cocinar nosotros -y se volvió a marchar ya que Thomas le llamó a voces.
-Podríamos pedir una pizza -sugerí y Phoebe asintió muy convencida.
-Apoyo esa idea -y justo cuando se levantó a llamar por teléfono Thomas entró con la cara con la que un padre se dispone a regañar a sus hijos.
-Ni se te ocurra -Phoebe se dió por vencida y se volvió a sentar conmigo, Thomas se marchó bajo las voces, esta vez, de Dan-. Me aburro aquí sentada.
-Podrías contarme cómo te has enterado -le dije refiriéndome a su embarazo y ella asintió conforme.
-Verás -se tumbó en la cama boca arriba y sonrió-, le conté a Lena lo mismo que a ti y salimos a dar una vuelta. Me pidió toda clase de detalles y me ofreció algunas soluciones -suspiró-. Yo no tenía ni idea de que había planeado lo de la playa, y aún me pregunto cómo lo ha conseguido -una sonrisa adornó su rostro y el mío por ende-. Pero bueno, el tema es que me empecé a encontrar algo mareada. Lena debió de reconocer mis síntomas y me preguntó si podía estar embarazada -me miró-. No tenía ni idea, y entonces fuimos a un ginecólogo, creo que es amigo vuestro -asentí deduciendo que debía de tratarse de Martin-. Lena le había llamado de camino y le había preguntado si tenía un hueco para nosotras. Él nos dio la gran noticia.
-¿Y cómo fue? -pregunté con su ilusión reflejada en mi rostro.
-Al principio no me lo podía creer -suspiró-. Aún me cuesta un poco -rió y se llevó la mano a su vientre todavía plano-. Estoy de casi dos meses, por eso el mal carácter incrementado -le sonreí-. Es algo increíble -suspiró con aire fantasioso.
-No sabes cuánto me alegro por ti -me acerqué a ella y la abracé.
-¡La cena ya está! -gritó Thomas y me llevé un dedo a la boca.
-Shh -Chisté y me miró confuso, yo le señalé a Phoebe la cual se había quedado dormida en la cama. Me alejé de ella y salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí sin hacer ni el más mínimo ruido.
-Debería comer algo -susurró Thomas.
-Si no hubierais tardado tanto no se habría dormido -él alzó una ceja desafiante.
-¿Encima que cocinamos para vosotras te quejas? -negó divertido- Huele a envidia.
-¿Envidia? -asintió- Yo más bien huelo a quemado- Thomas sonrió.
-Envidiosa -repitió con burla.
-De eso nada -se lo volví a rebatir- Yo al menos sé freír un huevo -le miré desafiante.
-A mí no se me pegan las tortitas -sonrió orgulloso y yo junté mis labios pensativa, ninguno de los dos era un gran chef, aunque desde que nos conocimos habíamos aprendido a cocinar mejor.
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Una Humana Para El Lobo
LobisomemLeire; una simple humana. A sus escasos veinticinco años, es una joven enfermera con una vida lo que se podría denominar, normal. Thomas; un hombre lobo, o licántropo como otros prefieren referirse a él, que impresionado por la vida de los huma...