Capítulo 27.

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Phoebe me guió a su coche, como no conocía bien la ciudad fui yo la que condujo hacia mi piso. Lena seguía trabajando, le envié un mensaje rápido avisándole de que la hermana de Thomas estaba en casa con problemas amorosos. La rubia me contestó con un simple ''El chocolate está en el segundo armario de la derecha''.

-¿Por qué has discutido con Dan? -pregunté a Phoebe una vez me senté en el sofá, ella estaba sentada junto a mí, con las piernas cruzadas y una manta en su regazo.

-Últimamente con el tema de la boda no hemos podido estar mucho juntos -me explicó-, él trabaja con su padre gestionando las cuentas de la ... -se detuvo y se mordió el labio-, del barrio dónde vivimos. Esta tarde llegó a casa cansado, yo había estado con su madre y la mía organizando la lista de invitados de la boda, tenía que acabar con eso antes de irme de viaje.

-¿De viaje? -Pregunté, ella asintió.

-Dentro de dos días tengo que ir a España para tratar con una vieja amiga sobre temas del -dudó un instante- negocio familiar, creo que Thomas te comentó que yo lo llevaba en su ausencia -asentí-. Había sido un día largo para ambos y ya ni me acuerdo por qué empezamos a discutir, entonces le solté que estaba prometida con un crío, él me respondió que no olvidara que era yo la que quería casarse tan pronto y entonces -se detuvo y miró sus manos sobre su regazo-. Entonces le dije que igual yo ya no quería casarme -Phoebe soltó algunos hipidos-. Yo no lo pensaba pero en ese momento estaba agotada, irritada y enfadada -la acerqué a mí y ella lloró en mi hombro.

-¿Qué pasó después? -pregunté con la ojiverde abrazada a mí tratando de deterner su llanto, cuando consiguió controlarlo se separó de mí y continuó.

-Dan no dijo nada, simplemente cogió su chaqueta y se marchó -Phoebe sorbió por la nariz y me levanté para alcanzarle los pañuelos. Se le había corrido gran parte del maquillaje, ella pasó un pañuelo por su cara para acabar de retirarlo-. No sabía que hacer así que cogí el coche y conduje hasta aquí. No sabía a quién llamar.

-¿Por qué no a Thomas? -pregunté confusa, a pesar de las peleas, Thomas y Phoebe eran dos hermanos que se notaba a la legua que se querían con locura.

-No quiero que mate Daniel -sonrió y yo lo hice con ella. Me dirigí al segundo estante de la derecha y saqué el chocolate caliente-. Tampoco tengo una mejor amiga cercana con la que hablar -suspiró y bajo mi atenta mirada se encogió de hombros-. Mi mejor amiga se mudó hace unos años a Francia -asentí y me acerqué a ella.

-Puedes pasar la noche aquí si quieres -ella negó.

-No quiero molestar...

-No lo haces de verdad -ella asintió-. Ahora vamos a hacer una cosa -ella me miró atenta-, yo voy a preparar un chocolate caliente de los que quitan hasta las penas y tú, te vas a dar una ducha caliente para relajarte, ¿Vale? -Phoebe asintió, me sentía como una hermana mayor.

-No le digas nada a Thomas de que estoy aquí por favor -suplicó y yo asentí.

-Tranquila, no se lo diré -ella se dirigió al baño donde la guié y le dejé algo de mi ropa. Mientras se duchaba preparé los chocolates y volví a escribir a Lena diciéndole que estaba haciendo chocolate pero no sabía como animar a la joven que temía por el futuro de su relación. Lena me contestó que ya estaba de camino, que había salido antes. La experta en arreglar corazones rotos estaba de camino.

Le estaba preparando un chocolate caliente a Lena cuando Thomas me llamó.

-Hola cielo -tiernamente pronunció provocándome una sonrisa como siempre.

-Hola cariño -le respondí de vuelta embelesada totalmente con él.

-Siento haberme tenido que ir, la señora Johnson necesitaba mi ayuda y luego mi madre me ha llamado preocupada por mi hermana -le escuché suspirar.

-¿Tu hermana? -pregunté algo inquieta, me repetí cien veces en mi interior que disimulara aunque me costara, Phoebe me lo había pedido.

-Sí -Thomas volvió a suspirar-, al parecer ha discutido con Daniel -Thomas hizo una pequeña pausa-. más le vale no haber hecho algo de lo que arrepentirse... -la voz de Thomas se volvió más dura, estaba preocupado por Phoebe.

-Seguro que no ha sido nada -traté de calmarlo-. ¿No sabes nada de ella?

-Le he dejado unos diez mensajes pero aún no me ha contestado, mi madre dice que su coche no está y que tampoco consigue contactar con Daniel -bufó esta vez exasperado.

-Seguro que está bien -sabía que Thomas no iba a tranquilizarse por mucho que se lo repitiera pero tenía que intentarlo.

-Mañana por la mañana iré a ver a mi madre para tranquilizarla a ver si consigo dar con Phoebe, quiero saber qué ha pasado -suspiró-. Siento que solo te esté hablando de cosas triste, no pretendía entristecerte, de verdad.

-Thomas, es normal y me alegra que me cuentes como te sientes, en eso se basan las relaciones. No te disculpes cuando no tienes motivo -Thomas estaba demasiado preocupado para mantener una conversación así que me despedí de él repitiéndole unas diez veces que me llamara si me necesitaba para cualquier cosa a la hora que fuera.

-¿Era Thomas? -me preguntó Phoebe que salió del baño justo cuando cortaba la llamada, asentí- ¿Está muy preocupado? -de nuevo asentí.

-Tu madre también lo está, deberías llamarles o mandarles un mensaje de que estás bien -Phoebe suspiró pero se dirigió a dónde había dejado su teléfono y empezó a enviar mensajes de texto. Dudé pero finalmente solté lo otro que me comía la cabeza-. Dan también parece que ha desaparecido.

-No es de extrañar, seguro que está pensando como romper nuestro compromiso -pareció que se iba a volver a romper como hacía unos instantes pero su móvil sonó y se recompuso de inmediato para responder-. Hola Thom -respondió-. sí, estoy bien. Solo hemos discutido -Phoebe rodó los ojos-. No tienes que matarlo -sonrió-. No, castrarlo tampoco -sonreí y la ojiverde siguió calmando a su hermano, finalmente le pidió que tratara de encontrar a Daniel y evadió por completo dónde se encontraba en estos momentos-. Por favor averigua si está bien, gracias -Y colgó justo cuando Lena entraba por la puerta con dos bolsas, una su bandolera habitual y otra de un supermercado cercano.

-¡Ya estoy aquí! -gritó Lena- Y vengo con reservas.

Una Humana Para El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora