Capítulo 12.

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Thomas pasó la noche en casa. Mi corazón latía con suavidad junto a él, me transmitía paz y tranquilidad. Nos quedamos dormidos en el sofá el cual nunca me había parecido tan cómodo como en aquel instante.

Cuando desperté Thomas seguía dormido y sus brazos me rodeaban protectoramente. Lena ya se había marchado a trabajar por lo que leí en una nota que había dejado pegada a la televisión.

No quería despertar a Thomas así que permanecí quieta junto a él, la manta que nos cubría se había desplazado un poco y la coloqué como pude. Thomas siguió durmiendo para mi alivio.

Pasaron los minutos, sonreí al ver sus facciones relajadas y no pude evitar rozar levemente sus labios. Sus brazos se movieron y me atrajo más hacia él.

-No quería despertarte -susurré.

-Ha sido mi mejor despertar -murmuró contra mis labios con los ojos aún cerrados.

Fue un beso largo y lento, sin duda también era mi mejor mañana.

-¿Qué quieres hacer hoy? -le pregunté con una sonrisa cuando nos separamos.

Thomas como respuesta se levantó de un salto, haciéndome a un lado y me tendió su mano sonriendo.

-Estaba esperando a que me lo preguntaras.

Desayunamos unas tortitas que preparé por petición propia ya que no quería que la volviéramos a liar cocinando como hicimos en su casa.

-¿Phoebe tiene novio? -Pregunté recordando la conversación de ayer entre los dos hermanos mientras, Thomas preparaba la mesa.

-Sí -respondió-, llevan juntos desde los dieciséis -añadió.

-Vaya -respondí sorprendida, había pocas parejas que se conocieran desde jóvenes y duraran de adultos-, espero que la trate bien -dije inconscientemente.

-Más le vale -me sonrió y en ese momento entendí que Thomas era la clase de hermano que partiría la cara a cualquiera por su hermana.

Desayunamos tranquilamente y después lo recogimos todo. Thomas se empeñó en salir a dar una vuelta y yo no me opuse apenas.

Aprovechó que casi estábamos en Navidad para recorrer los barrios más pintorescos. He de admitir que había hecho esa ruta con Lena en muchas ocasiones, pero hacerlo de la mano de Thomas con sus constantes ocurrencias y su picardía natural era mucho mejor.

Ninguno de los dos comentó la conversación de anoche. Le tenía un gran aprecio a Thomas y sabía que pronto empezaría a quererle, pero aún no me sentía así. Él parecía entenderlo y no me presionaba.

Aun así sus palabras no me abandonaron en todo el día, creía a Thomas y me abrumaba un poco el que estuviera enamorado de mí, ya que apenas hacía un par de meses que nos habíamos conocido pero él parecía seguro de sus sentimientos y me sentía algo mal por no poder decirle lo mismo aún.

Comimos y nos dirigimos al hospital dónde trabaja Lena, después de recogerla teníamos pensado ir a visitar a Juliet.

-¡Pero si tenemos aquí a los tortolitos! -Lena habló con entusiasmo de más y yo no pude evitar sonrojarme levemente.

Thomas rió y soltó mi mano para posar su brazo sobre mis hombros.

-Tengo un amigo que te va como anillo al dedo -comentó Thomas y yo fruncí el ceño confusa.

-Me compadezco de tu amigo si piensas juntarlo con Lena.

-Vaya Leire gracias por evitar que tu novio me monte una encerrona con tales argumentos -me fulminó con la mirada-, que haría sin ti querida amiga.

Una Humana Para El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora