Capítulo 11.

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Llegaba tarde a trabajar, y para mayor emoción Josh no podía pasar a recogerme. Salí de casa con lo primero con lo que me vestí, unos pantalones ajustados negros y una sudadera del equipo de fútbol de la universidad que ni sabía que aún conservaba.

Llegué diez minutos tarde al hospital por lo que apenas tuve tiempo de saludar a Helen. Pronto me encontré visitando a los pacientes y cumpliendo con mis tareas.

Por desgracia habían vuelto a ingresar a Juliet, lo bueno era que me habían asignado su cuidado.

-¿Cómo te encuentras hoy? -la pequeña me sonrió desde la cama.

-Soy Juliet Miss Roble, nada puede conmigo -la pequeña respondió segura de sí misma.

Sonreí aunque sabía que no se encontraba bien, de no ser así ya se habría levantado a dar un paseo como ella habituaba a hacer.

Le tomé la temperatura y por desgracia yo tenía razón, no estaba bien y la fiebre no le bajaba.

-¿Te has tomado los medicamento que te dejé en la mesa? -pregunté con el ceño fruncido y ella asintió- Es extraño que no te hagan efecto -murmuré a lo que la  pequeña se encogió de hombros.

-¿Han venido mis padres? -me preguntó jugando con sus manos.

-Me llamaron diciendo que tenían mucho trabajo -contesté con pesar-. Pero prometieron que vendrían a última hora de la tarde.

-Eso dijeron ayer y no vinieron -murmuró rencorosa y yo le tomé de la mano.

-Ellos te quieren, ya lo sabes -la niña negó-. El trabajo les mantiene muy ocupados Juliet, pero de verdad que ellos te quieren.

-¿Cuándo podré irme? -preguntó evadiendo mis palabras.

-En cuanto los medicamentos te hagan el efecto deseado -la pequeña jugó con un muñeco en forma de lobo que no reconocí.

-¿Y eso? -Pregunté y ella sonrió.

-Tu novio me lo regaló -la sonrisa pícara de Juliet me sorprendió y mis mejillas se tiñeron de rojo.

-Confieso, soy culpable -Thomas apareció por la puerta y chocó los cinco con Juliet, habían tomado costumbre de saludarse así.

-Pensaba que hoy no vendrías -le sonreí aún con la mejillas rojas a Thomas mientras él besó mi mejilla con ternura.

-Cómo no iba a ver a mi chica favorita -Juliet carraspeó y Thomas sonrió- y la princesa de este hospital -añadió para satisfacción de la niña.

Habían pasado un par de meses desde que Thomas y yo habíamos "empezado" algo. Desde entonces Lena no dejaba de darme la tabarra de cuando sería tía y Josh se desilusionó mucho en cuanto, como el dijo "su amor platónico se había convertido en su cuñado".

Juliet se enfadó conmigo cuando nos vio de la mano, según ella la dejaría de lado por Thomas y él solo quería apartarme de ella. El enfado y recelo que sintió pronto se desvaneció en cuanto Thomas le compró un helado de chocolate. Juliet me entregó a los brazos de Thomas por un helado, mi orgullo aún sigue herido.

-¿Turner te quedas a jugar conmigo un rato? -le preguntó la pequeña llamándolo por su apellido y él le sonrió.

-Pues claro -se colocó juntó a Juliet y yo sonreí.

-Bueno visto que sobro volveré a mis quehaceres -fingí indignación y antes de que llegara a la puerta Thomas me había apresado entre sus brazos.

-Tú nunca sobras en mi vida -murmuró contra mis labios y me besó.

-¡Puaj! -escuché a Juliet- ¿Es que no tenéis respeto por una pobre niña enferma? -Al ver que ninguno de los dos respondió a sus quejas nos lanzó el peluche de lobo, nos separamos sonriendo-. ¡Al fin, os ibais a quedar si aire!

Una Humana Para El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora