Capítulo 32.

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Lo primero que entró en mi campo de visión al abrir los ojos fue el rostro sereno y tranquilo de Thomas junto a mí. Respiraba pausadamente, alargué unas de mis manos y le acaricié con suavidad una mejilla.

El siguió dormido y yo sonreí. En aquél  momento me sentí feliz. Más allá de aquella habitación no existía nadie ni nada más. Incluso el tiempo había cesado. Permanecí así, bebiendo de aquel momento, un tiempo más antes de levantarme. Sigilosamente me deslicé hasta la cocina donde me encontré con Phoebe rebuscando en la nevera.

-Buenos días -susurré con una sonrisa y ella pegó un pequeño bote.

-¡Qué susto! -murmuró riendo- Buenos días, ¿Un zumo de naranja? -me preguntó con unas naranjas en su mano, asentí divertida. Rebusqué entre los armarios hasta que di con una jarra, Phoebe mientras había exprimido las naranjas y, en cuanto coloqué la jarra a su lado, lo vertió en ella.

Nos sentamos una enfrente de la otra en la barra que unía la cocina con el comedor y llenamos dos vasos.

-¿Qué haces despierta tan pronto? -le pregunté después de pegar un sorbo de mi zumo.

-Al dormirme ayer tan pronto me he desvelado hace un rato -suspiró-. No podía estar más en la cama, así que he decidido levantarme para llamar a mi amiga de España y tomar algo.

-¿A tu amiga española? -asintió- ¿Vas a cancelar tu viaje? -pregunté asombrada, ella rápidamente negó.

-¡Que va! -rió- Verás... Había pensado que Dan podía acompañame -sonrió-. Aunque tenga que arreglar algunas cosas de papeles con mi amiga no estaré ocupada todo el tiempo, así Dan y yo podríamos tener tiempo a solas.

-Creo que es una magnífica idea -apoyé-. ¿Qué te ha dicho tu amiga?

-Que no hay ningún problema -me sonrió ilusionada-. ¿Me acompañarías a comprar los billetes? Dan no puede enterarse aún -asentí.

-Será un placer -sonreí encantada. Acabamos de desayunar y nos dirigimos a las habitaciones para arreglarnos.

En cuanto entré en la habitación cambié el pijama que Thomas me había prestado por una camiseta polar blanca y uno vaqueros bastante cómodos. Era parte de la ropa que había dejado en casa de Thomas, en cuanto a los pijamas no me hacían falta ya que el rubio siempre me dejaba su ropa para ello.

Estaba dirigiéndome a la puerta cuando Thomas se removió entre las sábanas.

-¿Cielo? -preguntó somnoliento palpando el lado vacío de la cama.

-Estoy aquí -susurré acercándome a él y le acaricié la cabeza-. Voy a acompañar a Phoebe a casa, se dejó allí el pasaporte y lo necesitará para su viaje -él asintió con los ojos cerrados.

-Te quiero -murmuró somnoliento.

Sonreí. Me acerqué a él y planté un dulce beso en los suyos.

-Te quiero.

Salí de la habitación, Phoebe me esperaba en la puerta.

-¿Ya estás? -asentí y cogí mi chaqueta. Conduje su coche hasta mi casa y aparcamos a unas calles. Bajamos y nos dirigimos al portal. Una vez subimos las escaleras reparé en algo.

-Mierda -murmuré.

-¿Qué pasa? -Phoebe me miró preocupada.

-Lena y Alan -Phoebe abrió los ojos y señaló la puerta. Yo asentí-. No quiero tener una imagen de ellos dos comprometida por el bien de mi salud mental. 

Phoebe rió y se acercó a la puerta.

-No están en el comedor -la miré asombrada-. Tengo un buen oído -sonrió y yo asentí. Se hizo a un lado e introduje la llave en la cerradura. Lo hice con todo el sigilo del que fui capaz, unos segundos después ambas estábamos dentro de la casa.

-¿Te acuerdas de dónde lo dejaste? -asintió y me miró divertida.

-Lena llevó algunas de mis cosas a su habitación.

Mierda.

-Yo no pienso entrar ahí -dije segura de mí.

-Es tu mejor amiga -intentó convencerme Phoebe-, ¡Es casi como tu hermana!

-¡Por eso! -susurré- No necesito ver como se lo monta con su novio.

-¿Quién se lo monta con su novio? -Ambas nos sobresaltamos y dirigimos nuestra mirada a la puerta del baño de dónde Lena acababa de salir.

-¡Qué susto! -Chilló Phoebe.

-Shh -Chistó Lena-. Alan está durmiendo -dijo señalando la puerta de su habitación.

-Sobre eso...-dije rascándome la nuca-. Phoebe se ha dejado el pasaporte dentro.

Lena negó divertida.

-Podríais haber empezado por ahí -se dirigió a la puerta de su habitación y la abrió. Apenas unos minutos después salió con las cosas que Phoebe había olvidado. No eran muchas, las más importantes eran su pasaporte y su cartera-. ¿Algo más? -ambas negamos y Lena nos observó expectante.

-Oh, claro -reí-. Ya nos vamos, que tengas un buen día -Phoebe se despidió de Lena y tras agradecerle todo otra vez nos dirigimos a la oficina de viaje más cercana. Media hora después ya estábamos de vuelta en casa de Thomas.

Dan seguía en la cama mientras que Thomas ya se había levantado y estaba haciendo tortitas.

-Buenos días preciosas -sonrió galante y yo mi sonrisa de boba no tardó en aparecer.

-Buenos días guapo -me acerqué a él para besarle con delicadeza.

-Este es un buen momento para irme a la ducha -y en un suspiro Phoebe desapareció de la cocina-

-Pobrecita -murmuré apenada mientras que Thomas solo reía-. Deja de reírte -fruncí el ceño ya que no me hacía caso, me molesté y acabé lanzándole parte de la masa de las tortitas, la otra parte me la lanzó él a mí.

-¿Te has dado cuenta de que siempre acabamos en la ducha después de cocinar? -me preguntó divertido Thomas cuando salió de la ducha, yo había entrado antes que él. Reí desde la cama y me encogí de hombros - Y es por tu culpa -me señaló acusador y yo me hice la ofendida.

-¿Disculpa? ¿Qué estás insinuando? -Thomas rió y yo mantuve mi semblante serio.

-Lo que has oído -me miró desafiante, yo aparté la vista indignada. No tardé mucho en sentir su aliento sobre mi cuello y sus manos en mi cadera, en un segundo me había tumbado en la cama-. Admítelo -susurró ronco en mi cuello y yo me mordí el labio, conteniéndome.

-No tengo la culpa de que seas un desastre en la cocina -sentí la risa de Thomas, se separó un poco de mí y dejó nuestros rostros a unos centímetros.

-¿Quieres pelea? -tenía una media sonrisa que le hacía verse muy sexy, yo sonreí.

-Que gane el mejor.



Una Humana Para El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora