Sentí unos labios en el lado izquierdo de mi cuello, una corriente se dirigió a cada uno de los lugares de mi cuerpo con aquel punto como inicio. Sonreí.
-Buenos días mi amor -ronroneó en mi oído antes de continuar con su camino de besos por mi clavícula al descubierto. Me volví hacia él y atrapé sus labios entre los míos. Me recibió con gusto y anhelo. Sus brazos se deslizaron bajo las sábanas para rodear mi cintura mientras que mis manos se dirigieron con un movimiento casi automático a la parte baja de su cabeza donde acaricié con ternura su rubio cabello.
-Me gusta despertar así -susurré sinceramente cuando nuestros labios se separaron unos centímetros. Yo seguía acostada sobre mi pequeña cama de uno ochenta por noventa mientras que Thomas estaba sentado en el borde recostado hacia mí con sus brazos aun a mi alrededor.
-Y a mí me gusta despertarte así -sonrió con esa sonrisa que me tenía ganado el corazón-. ¿Quieres comer algo? -con solo mentar la comida mi estómago se revolvió ansioso, asentí mordiéndome el labio nerviosa. Iba a levantarme cuando Thomas me besó otra vez pillándome desprevenida. Reí en medio del beso y me separé de él poniendo mis manos sobre su pecho empujándole levemente.
-Vamos a desayunar anda -le dije mientras me levantaba para dirigirme a la cocina.
-¿Desayunar? -rió y yo le miré con el ceño fruncido- Cielo, es casi la hora de comer -seguí mirándole incrédula y él me señaló mi móvil en la mesa auxiliar que había junto a la cama-. Compruébalo tú misma si no me crees -la sonrisa no abandonó su rostro mientras yo comprobaba la hora e intentaba contener mi sorpresa para no ensanchar la sonrisa de Thomas. Sus carcajadas se escucharon incluso cuando cerré la puerta de mi cuarto tras de mí.
Faltaban algunas horas para que Lena saliera del trabajo, ignoré las disculpas de Thomas mientras buscaba algo en la nevera para comer. Thomas me abrazó por la espalda y yo suspiré tratando de contener mi leve enfado para que éste no se esfumara como siempre me pasaba. En mi empeño por no desenfadarme en cuestión de segundos caí en algo.
-¿Cómo has entrado? -pregunté girando entre sus brazos para apoyar mis manos en su pecho y le miré fijamente perdiéndome en la dulzura de la miel de sus ojos. Él se encogió de hombros.
-Vine a verte y me encontré con Lena que se iba a trabajar -le miré sorprendida.
-¿Llevas aquí desde que Lena se ha ido? -le pregunté sorprendida, él asintió avergonzado-¡Deberías haberme despertado antes! -le reprendí y él volvió a encogerse de hombros, parecía algo avergonzado.
-Parecías muy a gusto durmiendo, no quería molestarte -admitió para después besar delicadamente mi mejilla-. Casi se me olvida -se separó de mí y se dirigió al pasillo de la entrada dónde había una bolsa-. He traído la comida -colocó la bolsa sobre la isla que separaba la cocina del comedor y extrajo de ella un par de fiambreras.
-¿Tú has cocinado? -le pregunté asombrada.
-He estado practicando algunas recetas -admitió algo nervioso-, como habíamos quedado para comer quería sorprenderte -acorté el espacio que nos separaba y me colgué de su cuello entrelazando las manos detrás de su cuello.
-Te quiero.
Thomas había preparado un revuelto de huevos con beicon y una ensalada de pasta. A pesar de no ser platos de gran dificultad me enterneció su gesto de querer aprender a cocinar. Estuvimos hablando de algunos planes que teníamos, le puse al tanto del viaje por el cumpleaños de la madre de Lena y le entusiasmó que fuera a tomarme unos días para viajar. Recordé la expedición y al mencionársela a Thomas frunció el ceño. Nos encontrábamos fregando los platos entre los dos cuando se lo conté.
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Una Humana Para El Lobo
WerewolfLeire; una simple humana. A sus escasos veinticinco años, es una joven enfermera con una vida lo que se podría denominar, normal. Thomas; un hombre lobo, o licántropo como otros prefieren referirse a él, que impresionado por la vida de los huma...