🍎 XII 🍎

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Luego de tomar las medidas, mientras esperaba a que Kanato hiciera su vestido, Tn se paseó por el salón observando cada una de las muñecas, estaba encantada por el talento de su sobrino. Cuando el vestido estuvo listo, el chico llamó a la joven de ojos esmeraldas.

– Tn-san, está listo –sonrió, enseñándole la bella prenda.

Ella lo miró con asombro, estaba encantada, le gustaba muchísimo.
El vestido era corto color purpura cubierto de tela bordada, en la cintura tenía un bordado negro y una cinta igual negra. Era más que bello.

 Era más que bello

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– Ka-Kanato-kun...me encanta –sonrió con un brillo en sus ojos.

– Me alegra, Tn-san –sonrió.– Pruébatelo.

– Claro.

Kanato le informó que no había vestidores ni nada en aquel salón, por lo que ella accedió a cambiarse ahí mismo, pero él debía voltearse; el chico aceptó y se giró, cubriendo los ojos de su peluche. Tn se quitó su ropa, dejándola caer al suelo, y se colocó aquel vestido.

– Listo –indicó ella para que él se volteara.

El pelilia se giró mirando a la chica. Quedó en silencio y levemente boquiabierto, ella se veía hermosa como una princesa. La ojiverde sonrió mientras sus mejillas se teñían de rosa, a lo que él soltó una pequeña risa.

– ¿Qué sucede?

– Nada, te ves linda...Hime-sama –sonrió.

– G-Gracias –rió y bajó la mirada hacia el vestido.– Eres muy bueno para esto, Kanato-kun –dijo mientras daba una vuelta.

– Gracias –sonrió.

– ¿Sabes? –lo miró.– Como agradecimiento, te daré algo.

– ¿Qué cosa?

– Lo que tú gustes.

– Dame tu sangre.

– ... –rió.– Sabía que pedirías eso –levantó su cabello.– Adelante.

A Tn no le gustaba la sensación de ser mordida como una humana, pero, por alguna razón que no comprendía aún, estaba dispuesta a darle de su sangre a aquel chico de cabello lila; había algo en él que la encantaba.
Kanato sonrió y se acercó a ella. Le había pedido su sangre porque tenía sed, pero pensaba que ella se negaría; sin embargo, cuando la vio levantarse el cabello, supo que ella accedería. La tomó de la cintura con una mano y con la otra de la nuca, para morderla en la zona de la clavícula derecha, provocando que ella hiciese una mueca; y bebió. Ella se relajó. Al saciar su sed, lamió el hilo de sangre que corría de la herida y la miró.

– Kanato-kun –murmuró.

La joven estaba comenzando a sentirse ida. Desde el principio se sentía mal, mareada y débil, y estos síntomas habían empeorado desde que entró al cuarto de su fallecida hermana, como si ella consumiera su esencia vital; y ahora, tras ser mordida, se sentía aún peor de salud. Lo abrazó con delicadeza pues creía que se desmayaría, y escondió su rostro en el pecho de él en busca de protección.

– Te quiero –confesó en suave voz, accidentalmente.

El ojilila sintió sus mejillas arder, y la abrazó también. Ella se desmayó.

– ¿Hime-sama? –llamó.

Kanato movió a la joven entre sus brazos, llamándola repetidas veces, llegando a gritarle incluso; frunció el ceño, pensando en que debía darle un castigo en cuanto despertase. La tomó en brazos, tomó a su peluche y se teletransportó a su habitación; se acercó a la cama y recostó a la chica en ella.

Lilith 🍎 Kanato SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora