El fantástico caso del hombre que salió de una maleta: Cuarta parte

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Se acercaba la Navidad.

La idea de pasar tales fechas con Newt no sólo te daban una gran sensación de alegría, prácticamente te hacía flotar de felicidad, ya que para ti eran fechas bastante normales y él te daba una ilusión ya olvidada.

La cuestión era que debías presentarlo a tu familia.

En los meses que llevábais de relación, tus padres sabían de él, pero nunca le llevaste a casa de ellos pese a que insistieron bastante. Sobretodo tu madre.

Dejaste el desayuno preparado y fuiste a despertar a Newt, que estuvo trabajando en su libro hasta muy tarde:

Cuando dormía, el joven mago tenía una expresión de calma y placidez propias de un niño. Incluso así daba la sensación de ser un hombre único y te encantaba cómo se abrazaba a tu lado de la almohada. Parecía que hasta dormido deseaba sólo abrazarte y sentir tu olor.

Te sentaste en la cama y acariciaste su hombro con suavidad, haciendo pequeños círculos con tus dedos.

Newt se giró aún con los ojos cerrados.

-Buenos días,bello durmiente.

Newt se rio despacito mientras se ponía cara a ti y abría los ojos con pereza.

-Vuelve a la cama conmigo.

-Lo haría. Pero no saldría en años y hay cosas que quiero hacer.

Él empezó a entrelazar sus dedos con los tuyos mientras miraba tu rostro con cariño. Fuera nevaba y se podía oír el gentío de la mañana en sus idas y venidas.

-Muy bien. Y que es eso tan importante que quiere hacer la señorita un domingo.

Sonreíste y te inclinaste para besarle, algo que él acogió con gusto, pues una vez  unisteis vuestros labios, Newt a agarró de las muñecas para que no te volvieras a incorporar.

-Va, vamos a desayudar juntos y luego nos vamos de compras.

-¿De compras?

-Quiero comprar un árbol de navidad...

Te miró sorprendido.

Newt y tu teníais opiniones muy distintas de la navidad. Para ti murió con la ilusión de tu niñez, y desde hacía mucho que no decorabas tu piso en estas fechas.

Para el mago siempre era una época de ilusión, llena de colores y niños sonrientes. Por eso cuando te comentó de decorar el piso y preparar cosas juntos tu te negaste aludiendo que no creías en la Navidad.

Newt no insistió. Pero a ti te implantó la semilla de la duda:

¿Y si ahora era un buen momento para volver a creer en la magia? Más motivos ya no podían darte.

Por eso aquella mañana de Domingo, ya con la navidad cerca, habías madrugado, te plantaste en la cocina para preparar el desayuno favorito de tu pareja y estabas convencida de ir a comprar cosas para decorar el piso a su lado.

-¿Estás segura que quieres hacerlo? No te sientas obligada, no es necesario...

-Insisto. Pero quiero que lo hagamos juntos.

Con esa sonrisa suya en los labios, se levantó de un salto, te agarró de los hombros y te besó con alegría.

-Vamos a desayunar. He visto un par de tiendas por la calle que quiero ir a ver.

...................

Pese a ser muy pronto las calles estaban llenas de gente y alegría. Parecía que fuera ya Navidad

Agarrados de la mano como un par de novios adolescentes, Newt y tu paseabais por la calle principal bien abrigados, agradecidos de que la nieve no cayera con fuerza.

Las tiendas eran un verdadero hervidero y todas estaban decoradas con motivos navideños y con luces de colores, sin embargo no parasteis en ninguna de ellas.

-Una cosa...¿que tienda estás buscando exactamente?

Newt se mojó los labios como siempre que pensaba una travesura. Te miró juguetón y estuvo a punto de hablar, sin embargo volvió a mirar al frente.

-Va...no seas niño

-Es una sorpresa. No te puedo decir dónde está o lo sabrás enseguida.

-Por favor...tengo muchas ganas de saberlo

Pero no dijo nada más.

Al cabo de unos minutos entrasteis en una tienda de zapatos, dónde el dueño parecía adormilado en la mesa de pago. Le miraste un tanto extrañada pero Newt pasó de largo sin tan siquiera despertarlo. 

-Ven, es por aquí.

Fuiste a su lado y viste una puerta negra. El mago la abrió dejando que pasaras tu primero y para tu sorpresa, una calle llena de colores y luces se abría ante tus ojos. Jamás habías visto ese lugar, y no se parecía en nada a las calles  habituales por dónde solías ir. Miraste a Newt con cara de asombro, imaginando donde estabas.

-Así es. Esta es una calle mágica que hay en tu ciudad. Por supuesta en ella todos son magos, o casi todos y nunca está a la vista de los Muggles.

-Puedo...¿no pasa nada que yo esté aquí?

-Bueno. No es lo habitual pero no serás tampoco la primera. Los padres Muggles de magos suelen venir también alguna vez con sus hijos. Aunque sobra decir que no puedes decir nada de esto.

Sonreiste muy emocionada, ya que era la primera vez que verías con tus propios ojos algunas de las cosas que Newt te contaba. Miraste cada tienda con sumo interés, seguida de tu pareja que no perdía detalle, pues verte con esa alegría y esa ilusión era algo que él deseaba que recobrases de la navidad.

Finalmente llegasteis a una tienda donde flotaban arbolitos de Navidad y bolas de colores.

Dentro, una señora regordeta vestida de verde trataba de poner orden a un pequeño grupo de escandalosas y coloridas hadas.

-Buenos días, Señora Mery.

-Oohhh Newt...

La voz dulzona de la mujer delataba un carácter humilde y generoso. Salió de detrás del mostrador y se acercó a vosotros, haciendo agachar a Newt para darle dos sonoros besos en la mejilla.

-Que alegría verte hijo....estás muy guapo, tienes mejor color de piel. ¿Quien es ella? ¿Te has hechado novia?

El joven se sonrojo y tu reiste por lo bajo ante su comentario.

-Le presento a la señorita_____. Es Muggle y si, es mi pareja. Venimos a comprar un árbol de navidad para su apartamento.

La mujer sonrió ampliamente y agarró tus manos con mucho cariño.

-Cariño, eres tan afortunada...lo que habría dado por conocer a un hombre como Newt a tu edad. A mucha gente le incomoda pero a mi siempre me ha encantado su dulzura.

El aludido carraspeo muy rojo y se puso a mirar decoraciones para el árbol, mientras a ti la señora Mery te mostraba toda su tienda.

Y si por ti fuera lo habrías comprado todo. Mirabas cada detalle y cada objeto cómo si fuera una reliquia, y escuchabas las historias que la mujer te comentaba de cada una de ellas.

Al final, a parte de un precioso árbol, os llevasteis muchísimas cosas de decoración.

-Veo que te ha gustado la tienda.

Besaste la mejilla de Newt con cariño, emocionada por lo vivido esa mañana.

-Hay algo más...

-¿Vas a mostrame más sitios?

-Siempre que quieras. Pero no es eso.

Miraste a Newt con curiosidad y os parasteis en mitad de la calle, notando como él buscaba las palabras idóneas para ese momento

-Newt ¿Que pasa?

El chico suspiró y te miró a los ojos con algo de duda

-Quiero que conozcas a mi familia.

Momentos: Newt Scamander y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora